A las afueras había ventas de todo tipo. Comida, mango, bebidas, sombreros y hasta butacos que ofrecían gritando: “Se la puede llevar pa’ la casa. Se puede parar encima de ella a ver el desfile”. Las pequeñas torres en las que estaban apiladas unas encima de otras los butacos se fueron haciendo cada vez más pequeñas porque las personas, que comenzaron a llegar a las 8:00 a.m., aprovechaban para estar cómodos y lograr esperar a que los silleteros comenzaran a desfilar.
Mientras ya muchas personas, de las miles esperadas, encontraban un lugar para acomodarse, los silleteros apenas estaban llegando a la ciudad. En la parte trasera de las camionetas que los traían desde Santa Elena estaban ubicadas cuidadosamente las silletas. Ellos, de copilotos y ya luciendo su vestuario tradicional, saludaban al público al tiempo que los pitos de los carros anunciaban su llegada. En el ambiente se percibía la alegría propia de una fiesta que está próxima a comenzar.
Acomodar la silleta
Al descender de los vehículos los silleteros ubican sus silletas en la categoría que les corresponde y esperan a que inicie el proceso de evaluación. Los evaluadores van pasando una por una y solicitan el documento del silletero, es decir, el contrato que les permite desfilar. A las silletas, dependiendo de la categoría en la que participan, le evalúan si cumple las características exigidas, por ejemplo, que tenga un mínimo de variedad de flores y unas medidas específicas. De los silleteros, revisan que el vestuario lo estén luciendo de la manera adecuada: alpargatas blancas, mantola roja, sombrero, camisa blanca y carriel.
“Cuando hacemos la evaluación de las categorías infantiles y junior debe haber un representante mayor de edad y que, además, también sea silletero. Los niños al momento deben estar siempre acompañados por su madrina o padrino. Y revisamos que tengan mínimo 20 variedades de flores y que cumplan las medidas”, explica Claudia María Velázquez, evaluadora de las categorías infantil y junior.
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Quienes son evaluadores reciben anualmente tres capacitaciones, deben tener conocimientos de las flores y de las restricciones de cada categoría. Una actividad que en palabras de Claudia es “muy delicada” porque es la que determina que una silleta cumpla o no los requerimientos. De la unión de este trabajo y el de los 15 jurados, que tienen la potestad final, resultan los diez finalistas de cada categoría.
Las emociones previas al Desfile
Quienes consiguen estar en la parte interior de la Avenida Regional, van a ver que por todo el camino se distribuyen los silleteros. De lejos, son pequeñas figuras que en la parte inferior del cuerpo tienen un pantalón o una falda azul oscura, en la parte superior es una camisa blanca, un sombrero blanco y un color rojo que completa la imagen.
Más de cerca, los silleteros lucen emocionados, mientras aprecian sus silletas. Ver las figuras, las formas, las flores y los colores que sus compañeros silleteros han conseguido. Pero decir compañero no es como si fuera alguien que no conocieran y que los une solo el título de ser silletero, sino que siempre se trata de gente conocida, a veces un vecino, otras un primo, un tío o un nieto. Es como si el Desfile de Silleteros fuera también un encuentro fraternal.
Mientras esperan a que los evaluadores pasen y llegue el esperado juzgamiento, los silleteros pueden acceder a zonas de bienestar. Cada tanto es posible encontrarse con personas que lucen camisetas negras que sobre su espalda dice ““Bienestar para silleteros”, les ofrecen hidratación y alimentación. En últimas, cerciorándose de que los silleteros, que han dormido poco, tengan resueltas las necesidades que van surgiendo a lo largo de la espera. Por eso, hay puffs distribuidos a lo largo del camino, algunos descansan sobre ellos y otros hasta duermen.
“No dormí. Estoy derecha. Acabé la silleta a las 4:00 a.m. Me bañé y bajé aquí a las seis de la mañana. Hay cansancio pero definitivamente lo que uno siente no sabe cómo expresarlo. Pero es una felicidad muy grande. Ser silletero es algo tan lindo, porque esto viene de herencia y de tradición de los abuelos. Entonces ellos van dejando su legado y ya seguimos nosotros, siguen nuestros hijos, nuestros nietos. Es algo muy lindo”, cuenta Luz Dary Zapata, silletera de la vereda El Placer que concursa en la categoría Tradicional.
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Es la primera vez que los silleteros tienen acceso a un espacio llamado “El Taller del Silletero” que tenía como propósito estar disponibles para resolver temas que ocurrían durante el desfile. Una sandalia que se despega, una flor que sale de su lugar. El uso de la tecnología también ocupó un lugar importante al hacer, por primera vez, un video de cada silleta y usar una aplicación para el momento del juzgamiento en el que se reflejaban los nombres de los diez finalistas que tuvo cada categoría.
El Desfile de Silleteros, versión 66
Sobre las 11:30 a.m. iniciaron las muestras comerciales y también las ovaciones del público que se esforzaba por observar los colores y las formas de las flores, e incluso hasta de sentir el olor que emanaban las silletas. El desfile es una fiesta que reúne a toda la familia, en la que disfruta desde el más pequeño hasta el más adulto.
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Luego del juzgamiento y de conocer que María Carolina Atehortúa fue la ganadora absoluta del Desfile de Silleteros 2023, la tercera vez que una mujer ocupa esta posición, el ambiente se llenó de música, alegría, colores, flores y sombreros. De fondo, los gritos del público pidiéndoles a los silleteros dar la vuelta para que lucieran las obras que estuvieron creando durante las últimas semanas. Las comparsas que desfilaban entre los silleteros amplificaban en versiones instrumentales la canción “Me voy para Medellín”, aun así, la voz no hacía falta, pues el público la entonaba emocionado.