Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

“No soy Piazzolla por casualidad”

El compositor argentino buscó siempre el cambio. Hoy se cumplen 100 años de su nacimiento.

  • “No soy Piazzolla por casualidad”
11 de marzo de 2021
bookmark

No creía en la solemnidad del tango ni que fuera acartonado o aburrido. Astor Piazzolla, quien nació un 11 de marzo de 1921, buscaba la vitalidad tanto en su música como en la de quienes admiraba. Esa constante evolución la encontraba en el movimiento y la transformación, que irónicamente se convirtió en una compañía constante. Fue un inmigrante argentino que creció en Nueva York, vivió en Argentina, regresó a la gran Manzana, luego pasó un tiempo en Europa y así, nunca se quedó quieto. De la misma manera trabajaba su cabeza.

“Dentro de mi piel, dentro de mis años, va el cambio, no me gusta quedarme, porque lo que se queda estancado le pasa lo que al agua, se pudre”, contó en una entrevista que le concedió a EL COLOMBIANO en noviembre de 1982. Cuando se cansaba de hacer lo mismo, para no rendirse ante el hartazgo, cambiaba de rumbo y fue así como se lanzó a crear propuestas novedosas.

Cambios armónicos

Su crianza en Nueva York hizo que sus caminos musicales lo llevaran primero hacia la música académica y el jazz. Por eso sus arreglos a veces sonaban inmensos, como para orquestas sinfónicas, y luego se hacían notar algunos de esos rasgos heredados del jazz. “Su música poseía armonías tonales ricas, una variedad más amplia en ritmos y más técnicas de improvisación que el tango tradicional”, explicó en 2009 la etnomusicóloga Gabriela Mauriño en su texto A New Body for a New Tango: The Ergonomics of Bandoneon Performance in Astor Piazzolla’s Music.

Las influencias en la armonía “vienen de la música clásica (Bartók, Stravinski o Ravel) o del jazz”, cuenta el bandoneonista Giovanni Parra, director del Quinteto Leopoldo Federico. En cuanto a su estilo de composición a veces usaba fugas como Bach, pero lo que más le agrada escuchar a Parra en las composiciones de Piazzolla (a quien se le adjudica la creación del nuevo tango) es precisamente que allí está latente el adn del tango, así pudiera armar piezas mucho más largas de lo que se esperaba.

Es decir, aunque se habla mucho de las influencias de otros mundos sonoros en su creación, “su música no era una isla aparte del género”, aunque muchas veces trataron de aislarlo. “¿Dónde está el tango en Piazzolla? En la manera particular de la interpretación”. Esos códigos que los tangueros ya se conocen y que no dependen de cómo esté escrita la partitura. Sucedía con la manera en que fraseaba y “articulaba el bandoneón (como se pulsan los dedos en los botones)” o “en el solo de Adiós Nonino, que está escrito como música clásica y se puede tocar tal cual, pero el violinista lo tocaba de otra manera, porque era un tango”.

Quinteto e instrumentos

Además, después de haber hecho parte de orquestas como la de Aníbal Troilo, la de Francisco Florentino, armó un octeto en 1954 en el que incluyó por primera vez la guitarra eléctrica y finalmente llegó a la conformación de su quinteto (que incluía guitarra eléctrica, violín, bandoneón, piano y contrabajo) y que cambió varias veces de miembros. No era común que existieran esos quintetos en el tango, pero casi en paralelo al suyo surgió el Quinteto Real de Horacio Salgán, con los mismos instrumentos pero una sonoridad muy distinta, especialmente porque la guitarra del quinteto de Piazzolla era “más jazzera. dice Parra. Opina que realmente fue Piazzolla quien “explotó ese formato” de cinco en el tango.

El argentino se aproximó, además, a una nueva manera de sostener el bandoneón. Antes todos se sentaban y sostenían ese instrumento (que puede pesar un poco más de cinco kilos) bien fuera con las dos piernas o con una sola. Él decidió pararse. Apoyó su pierna derecha sobre un banco y con ella sostenía el instrumento. Mientras tanto, la izquierda estaba plantada en el piso como apoyo.

Parra dice que es una posición muy incómoda para tocar, pero que a él le permitía un sonido más “agresivo”. Por su parte, Mauriño destacó en su investigación que tocando de esa manera, el cuerpo de Piazzolla estaba en constante desequilibrio, uno que intentaba mantener redistribuyendo el peso. “Su lenguaje corporal estaba en sincronía con su música: el ritmo del nuevo tango está constantemente ligado a un equilibrio rítmico inestable”. Se ajustaba todo, el cuerpo y el concepto.

¿La danza?

El compositor explicó varias veces que consideraba que su música debía ser escuchada y que realmente no tenía ningún interés en que fuera bailada. Aún así, es una tarea a la que algunos deciden apostarle. En Medellín, compañías de danza como A Puro Tango se han dado a la tarea de coreografiar sus piezas, como sucedió con las Cuatro Estaciones Porteñas.

“Componer danza para su música es complejo porque requiere una exigencia y un dramatismo que la misma música está pidiendo. La música absorbe todo el espacio”, explica Viviana Jaramillo, directora ejecutiva de A Puro Tango. “Es una música tan rica y tan llena que le exige mucho al bailarín, tiene que llenar esos espacios que la música le pide a uno”.

Sebastián Avendaño, bailarín y director general de esa iniciativa, dice que “hay que abordarlo con mucho respeto e investigar bastante lo que quiso hacer con la música en cada momento”. Sus composiciones permiten entrar a múltiples atmósferas e investigar, “la corporalidad de muchas maneras”. Lo han hecho con cuidado y desde la admiración, porque no es un reto fácil.

El argentino no sintió ninguna culpa por todos esos cambios que alcanzó. Esas transformaciones “iban dirigidas a crear otro tipo de público en el tango”, concluye Parra. Además, se dio la libertad de hacer “siempre lo que quiso”.

“Que quede claro, eh. yo pretendo hacer música, no trato de destruir nada”, añadió el argentino en su paso por Medellín en 1982. “Lo que hago es construir y no he sepultado a nadie, los que están enterrados, así lo quisieron porque no avanzaron. Escribo para mi gente, mi juventud”

14
años tenía Piazzolla cuando tocó el bandoneón una vez para Carlos Gardel.
El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD