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20 años en 20 libros colombianos

Una selección de textos realizada por autores, editores y docentes para dar un vistazo a las mejores historias que brotaron en lo que va del siglo.

  • Una selección de textos realizada por autores, editores y docentes para dar un vistazo a las mejores historias que brotaron en lo que va del siglo.
    Una selección de textos realizada por autores, editores y docentes para dar un vistazo a las mejores historias que brotaron en lo que va del siglo.
09 de enero de 2020
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Hace 20 años la literatura pasaba por un momento muy diferente al que vive ahora. Gabriel García Márquez todavía estaba, Alfredo Molano seguía explorando los montes y Javier Darío Restrepo no había publicado esa clase maestra de ética periodística llamada El zumbido y el moscardón. Hace dos décadas no existían las editoriales independientes Tragaluz ni Angosta ni Rey Naranjo ni Sílaba. Tampoco Hilo de Plata y Mesa Estándar.

La Fiesta del Libro de Medellín no había nacido, o al menos no respondía a ese nombre. El Orquideorama no se había construido y los libros ocasionalmente habitaban el Jardín Botánico junto a un lector disfrutando leer bajo la sombra de un árbol, recostado sobre la manga.

Cuando se asomaba 2000, con las amenazas de que el mundo podía acabarse cuando los relojes marcaran las 12:00 a.m., no existían los e-books ni el Kindle ni el iPad. No se hacían lecturas masivas de La Odisea o La Ilíada a través de Twitter y nadie se imaginaba que iba a existir algo como un bookstagramer que reseñara sus lecturas favoritas con cierta periodicidad en las redes.

Lo que ha cambiado

20 años han sido suficientes para darle la vuelta a las maneras en las que se lee y en Colombia las letras, cada vez más diversas, han encontrado caminos para encontrarse con quienes las buscan. “La literatura colombiana salió definitivamente de esa cuestión del realismo mágico, de la impronta de García Márquez”, señala el escritor Pablo Montoya. Lo señala como una buena señal, pues cuando llegó el Nobel en los ochenta, “todo el mundo creyó que el camino era su propuesta”, pero la literatura en el país encontró muchos más caminos “y ahora es polifacética”, apunta.

Para Montoya ha sido valiosa la inclusión de grupos indígenas y afrodescendientes en la poesía, por ejemplo, incluso por poder ver en las páginas letras escritas en lenguas de las que poco se conoce, “que le están mostrando a Colombia otros rostros muy importantes”. Andrés Mauricio Muñoz, también autor, destaca la apertura que ha habido en el sector editorial, que además se amplió con la llegada de múltiples editoriales independientes en el país. “Se abrió a nuevas voces, a encontrar propuestas literarias en aquellos que venían trabajando con seriedad”.

Montoya destaca que en los últimos 20 años se escribieron libros testimoniales que fueron de los que más impactaron la industria y la crítica, con ejemplos como los libros de Piedad Bonnett y Héctor Abad Faciolince. Ha habido una mayor presencia, cuenta, de obras escritas por mujeres en los campos también de la novela, la poesía y el ensayo.

Con el advenimiento de 2020 llega la hora de repasar 20 títulos relevantes que dejaron las últimas dos décadas en Colombia. Les preguntamos a cinco expertos en el tema para que nos ayudaran en la selección: además de los citados escritores Pablo Montoya y Andrés Mauricio Muñoz, participaron Juan Esteban Villegas, profesor e investigador del programa de Estudios Literarios de la UPB; Pilar Gutiérrez, editora y creadora de Tragaluz Editores, y Andrea Lozano Vásquez, profesora asociada al Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de Los Andes. Quedarán faltando títulos y autores, como en toda lista, pero es un inicio para recordar y repetir o para descubrir, si no los conoce, e irse a leer

Los 20 del XXI

Lejos de Roma de Pablo Montoya (2008)

“Es, para mí, el libro con el que muchos habrán de recordar a este escritor en 2040”, señala Juan Esteban Villegas. “Estamos ante unos párrafos pulidos con la paciencia del joyero. Aquí cada adjetivo, cada sustantivo, cada coma y cada punto se encuentran plenamente justificados”.

La ceiba de la memoria de Roberto Burgos Cantor (2007)

El escritor Pablo Montoya señala que para él esta es una de las grandes novelas colombianas en las últimas dos décadas, ganadora del Premio Casa de las Américas. Gira en torno a la esclavitud en Colombia y es “una reflexión sobre el sufrimiento humano y la necesidad de recuperar la dignidad de esa parte de la población colombiana”. Para Montoya se trata de un texto que dialoga con el pasado y el presente, “es sobre la memoria, el dolor y reconciliación”.

El crimen del siglo Miguel Torres (2006)

El asesinato de Gaitán es el motivo de esta historia que narra el episodio, esta vez, desde la vida de Juan Roa. “Es el resultado de una exhaustiva investigación y sobre todo de la sensibilidad y de la infinita humanidad de, tal vez, uno de los mejores escritores colombianos”, expresa Gutiérrez.

Los ejércitos de Evelio Rosero (2007)

Es uno de los elegidos por el autor Andrés Mauricio Muñoz, quien apunta que en este texto de Rosero “hay una mirada profunda a la naturaleza humana del conflicto, no a la naturaleza bélica del conflicto”. El libro fue merecedor del Premio Tusquets Editores de Novela y muestra “cómo el conflicto armado toca las fibras de los personajes”, apunta Muñoz.

El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez (2011)

Es la consagración de Vásquez, señala la profesora Lozano. “Es una novela generacional que pretende dar cuenta del miedo constitutivo de los colombianos que vivieron su niñez y adolescencia en los años 80 y 90”. Destaca que es una novela de la violencia, pero “sin excesos de realismo o de violencia”. Dice que es más bien “una exploración de las emociones y de la memoria de esa generación”.

Rebelión de los oficios inútiles Daniel Ferreira (2014)

Para Muñoz, la voz de Daniel Ferreira, nacido en San Vicente de Chucurí, es una de las más frescas a las que las editoriales colombianas le han dado un espacio en estos últimos 20 años. Esta novela fue ganadora del Premio Clarín de Novela y está narrada desde el contexto histórico de la violencia en Colombia en los 70. Él la describe como una obra “potente” y añade que Ferreira es un autor que tiene “muchísima fuerza y futuro”.

Los escogidos de Patricia Nieto (2012)

La memoria en Colombia, tan necesaria, se niega a morir en este libro de Patricia Nieto. “Recoge los testimonios de aquellos que han tenido que ver a sus seres queridos flotar, muertos, por el río Magdalena. Lectura necesaria para entender el poder del recuerdo en un país con memoria de pez”, afirma Villegas.

La luz difícil Tomás González (2011)

“A la muerte solo se le puede pelear con la belleza, parece decirnos González en esta corta pero emotiva novela”, apunta Villegas sobre este texto en el que el autor narra el proceso por el que debe pasar un padre para aceptar la decisión más dura que ha tomado su hijo.

Espíritu de pájaro en pozos del ensueño de Fredy Chikangana (2010)

“Quienes han confeccionado el canon de la literatura colombiana, han querido hacernos creer que los pueblos ancestrales no han escrito, pensado o habitado el mundo de forma poética”, afirma Villegas. Este poemario vislumbra la cosmovisión del pueblo indígena Yanacona (Cauca).

Delirio de Laura Restrepo (2004)

“Me parece que en ese libro hay una radiografía de la lucidez y la locura”, señala el escritor Andrés Mauricio Muñoz sobre esta obra de la autora bogotana. El libro ilustra a través de la experiencia de Agustina y Aguilar, “cómo la lucidez paulatinamente puede convertirse lentamente en locura. Ese tránsito de lo racional hacia lo ido de la mente”.

Sobre nupcias y ausencias de Lenito Robinson-Bent (2010)

“Nada mejor que conocer un lugar a través de las palabras de un buen escritor”, apunta la editora Pilar Gutiérrez. Es una antología de cuentos “que narra, con una voz llena de poesía, la esencia de ese lugar que a veces sentimos tan lejano, la isla de Providencia”.

Metamorfosis del Jardín: Poesía reunida de 1968-2006 de Giovanni Quessep (2007)

“Es una posibilidad de conocer una de las voces mayores de la poesía colombiana”, apunta Pablo Montoya sobre esta antología. Añade que es una edición que preparó Nicanor Vélez, quien escribió el prólogo. El escritor cuenta que esta edición integra un cuerpo de notas que permite entender mejor el significado de la poesía de Quessep.

Será larga la noche de Santiago Gamboa (2019)

Se trata de una novela negra, “una vez más se sirve de un periodista para buscar justicia en un escenario de posconflicto que involucra personajes de esta nueva realidad”, cuenta Lozano. “Es interesante la propuesta de la justicia como un asunto de esclarecimiento de la verdad y el castigo en poder de la opinión pública”.

Como perderlo todo de Ricardo Silva Romero (2018)

Andrés Mauricio Muñoz recomienda este libro, ganador del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana en enero de 2019. Apunta que aunque es muy reciente, relata la época de las redes “y de cómo ellas vinieron a instalar un nuevo orden social”. Esta obra de Silva Romero retoma el año 2016, que para muchos terminó siendo devastador. Las historias de diversos personajes se entrelazan para ir narrando poco a poco esos 366 días que en muchos casos resultaron siendo nefastos.

Artículos Propios de Julio Paredes (2011)

Para Pablo Montoya, el gran cuentista de esta generación en Colombia es el bogotano Julio Paredes. Con títulos como El Perfume, La Pañoleta, La Botella, El Anillo y el Acordeón, este libro de cuentos “gira en torno de una serie de problemas de la condición humana, pero a partir de objetos personales”. Esos elementos abren paso para explorar la soledad, la desaparición, los celos, la muerte, el poder y demás, a través de historias.

Los amigos míos se viven muriendo Luis Miguel Rivas 2007

Publicado por la Editorial Eafit, es otro de los elegidos por Muñoz. Son ocho cuentos que se ubican en la cotidianidad y rescatan una época que se vivió en Medellín. “Me gusta no solo por lo humano, sino por lo espontáneo, por la belleza literaria desde lo coloquial”, comenta Muñoz.

Guía ilustrada de la avifauna colombiana de Fernando Ayerbe Quiñonez (2018)

Una propuesta diferente de un biólogo ilustrador. “En él se combina su conocimiento científico, su destreza de dibujante, pero sobre todo su sensibilidad de amante de las aves”, comenta Andrea Lozano. En el libro un mapa localiza cada especie enfrente de su ilustración y se incluye el espacio para escribir el nombre con el que se conoce en cada región.

El desbarrancadero de Fernando Vallejo (2001)

“Esta novela –escrita con un rítmico lenguaje que oscila entre la ternura, el odio, la rabia y el miedo– revela una Colombia capaz de crear cada día nuevas y diversas maneras de desmoronarse, de suicidarse”, señala Juan Esteban Villegas.

Los señores de la Guerra de Gustavo Duncan 2007

Lanza una hipótesis sobre el origen de los paramilitares en Colombia, pero “sin caer en el lugar común de caracterizar nuestra realidad con los esquemas tipo mafia siciliana”, destaca Andrea Lozano Vásquez. Según ella, es premonitorio “sobre los tropiezos en los escenarios de posconflicto”.

Memoria por Correspondencia de Emma Reyes (2012)

“Es sorprendente desde donde se le mire”, cuenta Pilar Gutiérrez, directora de Tragaluz. Emma Reyes ya había fallecido cuando se publicó esta obra. “El rescate y descubrimiento de este material literario por una editorial independiente es sobresaliente. Y la historia de una mujer redimida por el arte es una gran lección de vida. Es para leer muchas veces y de muchas maneras”

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