Los laboratorios que hacen pruebas diagnósticas de covid-19 están con su capacidad a tope. Trabajan siete días a la semana y las 24 horas hay microbiólogos procesando pruebas, cuenta la infectóloga María Angélica Maya, asesora de la Secretaría de Salud de la Gobernación de Antioquia en el manejo del nuevo coronavirus.
Algo similar sucede en Bogotá. Según la viróloga María Fernanda Gutiérrez, los laboratorios autorizados para hacer pruebas están desbordados y cada vez crecen más las solicitudes de pruebas particulares. “A la gente ya no le importa si tiene que pagar 300.000 pesos, lo que quieren es saber si tienen o no el virus, salir de esa duda”, enfatiza la investigadora de la Universidad Javeriana.
Si bien es cierto que un diagnóstico a tiempo permite tomar decisiones de aislamiento para evitar la propagación del virus, no se puede olvidar que en el país se aplican diferentes tipos de pruebas: las virales, que pueden ser RT-qPCR y antígenos, o las de anticuerpos (ver recuadros), y entender sus diferencias es clave al decidir si pagar por una o no.
Si por el contrario, su Entidad Prestadora de Salud (EPS) es la que ejecuta la prueba, debe saber cómo se decide qué tipo de prueba le harán; algunas se demoran más que otras, y en ciertos casos se hacen varios análisis para salir de dudas.
Avanzar en la capacidad
El epidemiólogo Fernando de la Hoz, director del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, señala que cuando el virus llegó al país, en marzo, se hacían unas 600 pruebas al día en Colombia. Desde ese entonces el Instituto Nacional de Salud (INS) —apoyado por la red pública, laboratorios privados y universidades públicas y privadas— aplica RT-qPCR (ver Recuadro abajo), “que es la que se hacía en todo el mundo y la apropiada para saber si un paciente está contagiado hoy”. Diferente a la de anticuerpos, que muestra si la persona tuvo el virus en el pasado.
Se fueron adaptando laboratorios y capacitando profesionales para procesar las RT-qPCR, sin embargo, en pocos meses la demanda de pruebas creció tanto que eso sobrepasó la capacidad de respuesta. “En junio, en promedio, un resultado se tardaba 12 días en llegar al paciente. Eso desde el punto de vista epidemiológico no es muy útil porque se necesita la respuesta ya para tomar control, decisiones o hacer cercos”, indica De la Hoz.
Eso también lo afirmó el filántropo Bill Gates, quien ha seguido de cerca la evolución de la pandemia e invertido en recursos para desarrollar una vacuna: “Tener resultados que se demoren más de 2 días es una pérdida de tiempo y recursos”, dijo a la CNBC a finales de julio.
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Las pruebas de antígeno (ver abajo) se empezaron a aplicar para apoyar esas demoras, y eso no quiere decir que sean menos confiables sino que funcionan diferente. También son útiles para detectar si alguien tiene el virus activo. “Una cosa es el método de recolección de la muestra y otra el método de detección”, aclara Gustavo Gámez, profesor de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia.
La recolección de la muestra requiere escoger donde está el componente viral a detectar (nasofaringe, saliva o sangre). Esos componentes son detectados en el laboratorio con amplificación (RNA viral) o interacción proteica (antígeno viral).
Según el Instituto Nacional de Salud, en promedio, en abril se procesaban 3.000 muestras diarias, en mayo unas 6.000, en junio 15.000, en julio 25.000 y en agosto, más de 40.000. La capacidad ha crecido, pero las solicitudes lo han hecho más, y ahí la innovación puede ayudar a agilizar.
Soluciones novedosas
A comienzos de mayo, la Universidad de Antioquia presentó el Protocolo Colombia, una serie de alternativas moleculares para tener diagnósticos versátiles, más precisos y ágiles. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud recomienda aplicar el Protocolo de Berlín y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC, el Protocolo de París.
Como la palabra “protocolo” lo indica, se trata de una serie de pasos a seguir en los laboratorios para garantizar que los resultados de las muestras que se analizan sean correctos. Están enfocados a detectar la presencia de los genes E, N y RdRP, los cuales están en el SARS-CoV-2, pero también en otros coronavirus.
Lo que propone el proyecto de la U. de A. es detectar mutaciones específicas en el gen S, el cual codifica para la proteína Spike, que son secuencias exclusivas del virus SARS-CoV-2, según los análisis bioinformáticos desarrollados por el profesor Gustavo Gámez, líder de la investigación que se desarrolla en el laboratorio de Genética, Regeneración y Cáncer (GRC) de la Sede de Investigación Universitaria (SIU) de la U. de A.