Con voz pausada, Camila Abuabara, en su primera conversación con un medio después de su trasplante de médula, explica que el optimismo la sigue acompañando pese a las complicaciones. Habla desde su habitación en la Unidad de Trasplantes de la clínica Las Américas en Medellín y asegura que no se arrepiente de haberse sometido a ese procedimiento en Colombia.
“Lo más importante es que se superen las complicaciones. El pulmón ha sido la piedra en el zapato, pero hemos superado un escaño importante”, dice Camila.
Hace una semana su familia aseguró que el cuerpo de Camila asimiló el trasplante. Ella lo confirma: “Mi cuerpo ha recibido bien la médula de mi hermano. Tenemos casi el 99,5% de aceptación de la médula, falta muy poco. Y estamos muy felices por eso”.
Desde la cirugía, el 19 de diciembre, su cuenta de Twitter, el medio que más utilizó para hacer público su caso, ha hecho eco de los mensajes de apoyo que recibe. Cientos de retuits demuestran que muchas personas permanecen atentas a su evolución.
El pasado dos de febrero escribió varios trinos propios. En ellos hablaba sobre el desgaste de su cuerpo y le atribuía las dificultades de su recuperación a la demora por parte de la EPS Sánitas para aprobar el tratamiento.
Para complementar lo que escribió entonces, afirma que han sido varios los factores que han complicado su situación en cerca de 50 días que lleva hospitalizada. “Las entradas a la unidad de cuidados intensivos me han debilitado, así como los medicamentos y la cantidad de ciclos de quimioterapia que tuve que recibir. Esto ha hecho que las cosas sean más difíciles.”, dice la joven.
El mismo personal médico que está al frente de su caso, según dice, le ha explicado que en buena medida las complicaciones se deben a la cantidad de líneas de tratamiento que se iniciaron antes del trasplante
“Se me presentaron todas las complicaciones que se le pueden presentar a un paciente. Eso cala y no puede quedar así porque las EPS hacen lo que quieren y luego se lavan las manos. Ahora dicen que lo importante es que estoy viva, no, las cosas no son así porque todo tiene consecuencias y es claro que ellos hicieron las cosas mal en su momento”.
Sin embargo, dice convencida que el tratamiento que ha recibido en Medellín ha sido “inmejorable”. Explica que su lucha judicial para que el trasplante se hiciera en Estados Unidos obedecía a los pronósticos de éxito de ese tipo de procedimientos, con mejores resultados en el exterior.
“Si las probabilidades fueran iguales yo no habría dudado en decir que me operaba aquí de una vez, pero como sabíamos que había una diferencia, el sentido común me decía que quería hacerlo allá, porque era mi vida. No me arrepiento de haberlo hecho acá porque la atención ha sido muy buena y han sorteado los problemas médicos muy bien”, explica Camila.
Ahora enfrenta la rutina de permanecer encerrada en su habitación, dice que su estado de ánimo cambia con frecuencia: “Hay días en que uno se desespera porque ya son más de 50 días acá, pero hay que sacar fuerzas de donde no se tienen. Tengo la habitación y ya, ni si quiera puedo salir a caminar, pero hay que tener fuerza y serenidad”.
Luego, el tono de su voz toma un poco más de fuerza y dice: “Sí claro, que sí, sigo optimista. He estado un poco mejor estos días”.