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¿Pero, cómo lo voy a botar? La angustia de los acumuladores

El trastorno de acumulación puede convertirse en un gran riesgo para quienes lo padecen. Conozca sus manifestaciones y cómo tratarlas.

  • Las personas que sufren de este trastorno tienen temores obsesivos e infundados de perder algo valioso que necesitarán después. Foto: Shutterstock
    Las personas que sufren de este trastorno tienen temores obsesivos e infundados de perder algo valioso que necesitarán después. Foto: Shutterstock

La tendencia a acumular viene de la evolución, pues era indispensable para la supervivencia de los primeros humanos. Ahora seguimos acumulando para cumplir con ideales sociales propios de nuestra cultura de consumo. Sin embargo, recoger objetos también puede convertirse en un calmante para la angustia. Hay personas que acopian cosas que no tienen ningún uso aparente, como periódicos viejos o electrodomésticos dañados, y no pueden deshacerse de ellos; incluso pueden acumular animales a los que no pueden cuidar. Esto se conoce como trastorno de acumulación.

La casa de una persona con trastorno de acumulación pronto se vuelve invivible. Invaden todas las habitaciones y apilan objetos “sin ton ni son” sobre las sillas, entre los pasillos o hasta en la cocina, dejando apenas pequeños caminos para transitar, sin tener en cuenta los posibles accidentes que esto pueda causar. Según el psiquiatra Carlos Alberto Giraldo, “la acumulación y la retención hacen parte de una entidad clínica que también incluye indecisión, perfeccionismo, procrastinación, dificultad para organizar las tareas, evitación y distraibilidad, que son manifestaciones que se presentan cuando hay una disfunción ejecutiva”. Las personas que sufren de este trastorno tienen temores obsesivos e infundados de perder algo valioso que necesitarán después o que es importante para ellas emocionalmente. El acumulador teme tomar decisiones equivocadas con respecto a qué descartar y qué conservar, por lo que guarda todo tipo de cosas previniendo cualquier contingencia imaginable.

Aunque el trastorno puede aparecer en la infancia, no es hasta la edad adulta que se desarrolla por completo, los adultos mayores y las mujeres son más susceptibles a padecerlo. Hay algunos factores que hacen más propensas a las personas a presentar el trastorno: “la indecisión es una característica sobresaliente en los acumuladores y en sus familiares de primer grado. Las experiencias traumáticas o estresantes pueden desencadenar el trastorno o exacerbarlo. También hay condicionamientos familiares culturales y genéticos”, comenta el doctor Giraldo.

Para la psicóloga de familia María Elena López, es importante prestar atención a comportamientos como “el apego exagerado a los bienes materiales, ansiedad por lo que va a pasar en el futuro, resistencia al cambio, ahorro sin un objetivo preciso, inseguridad, sufrimiento por eventos poco relevantes, baja autoestima y sentimientos negativos acerca de sí mismos”. Sin embargo, no se debe acudir a afirmaciones de valor con sentido de juicio, sino tratando de mostrarle a la persona que está teniendo comportamientos nocivos y con graves consecuencias para ella y para las demás.

Es muy común que las personas que sufren este trastorno no busquen ayuda y que puedan ocultar su problema por mucho tiempo hasta que adquiera tendencias crónicas. También es posible que este sea la manifestación de algo más grave, como un daño cerebral, una psicosis o una depresión. No es algo que se pueda tratar con la simple intervención, sino que es necesario acceder a un tratamiento psicológico o psiquiátrico. Le puede interesar: ¿Qué hacen los especialistas en salud mental?

Para el doctor Giraldo, “no es una buena idea que los familiares y amigos se empeñen en ayudar a eliminar el desorden dado que eso puede ser mal recibido por quien acumula compulsivamente. Es útil tener en cuenta que hasta que la persona no esté internamente motivada para cambiar, puede que no acepte su ayuda”.

Todos, incluyendo las personas que acumulan, tienen el derecho de tomar decisiones acerca de sus objetos y de cómo quieren vivir. Por tanto, es mejor usar una aproximación más conciliatoria y tratar de que el acumulador tome las decisiones por sí mismo.

11
años es la edad en la que puede empezar este trastorno.
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