La disputa jurídica entre Colombia y Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) tomó un viraje inesperado esta semana. El tribunal se declaró competente para conocer las demandas que interpuso Nicaragua contra Colombia en 2013, abriendo la posibilidad para que el país centroamericano pueda ampliar su territorio marítimo (una franja de 200 millas náuticas desde su costa).
Minutos después de conocer la decisión, el presidente Juan Manuel Santos, acompañado del ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, anunció que Colombia “no seguirá compareciendo” ante la Corte Internacional de Justicia.
Para algunos analistas, esta decisión se traduce en que Colombia se quedaría sin defensa jurídica ante el proceso con Nicaragua, dejando “en bandeja de plata” el proceso (ver Análisis). Pero según los juristas del Gobierno, la decisión del presidente es acertada, teniendo en cuenta que la Corte no habría respetado su propio fallo.
Al frente de la defensa jurídica de Colombia ante la Corte Internacional de Justicia ha estado Carlos Gustavo Arrieta. En diálogo con EL COLOMBIANO, admite que la decisión de no comparecer “fue riesgosa”. Sin embargo, dice él, no había más salidas ante la ausencia de garantías.
¿Por qué cree usted que la Corte está inclinándose hacia las pretensiones de Nicaragua?
“La decisión que adoptó es muy difícil de entender, en la medida en que no tiene una fundamentación jurídica clara. La única conclusión a la que uno puede llegar es que se está tratando de provocar una decisión a toda costa y sin tener en cuenta los propios linderos, las propias limitaciones y las propias decisiones que antes ha tomado sobre estos asuntos. De manera que la única conclusión a la que uno puede llegar es que hay un deseo por delimitar a toda costa, y eso es contrario a los intereses de Colombia”.
¿No es muy arriesgado haber tomado la decisión de retirarse?
“Es arriesgado, sí. Sin embargo, el presidente consideró que era mejor correr el riesgo, que seguir en un proceso que parecía no ofrecerle garantías suficientes al país”.
¿Usted esperaba que las objeciones no fueran aceptadas de esta manera?
“Esperábamos que si se negaban fuera con unos argumentos sólidos y contundentes. Lo que vimos fue una negativa con unos argumentos que no me parecen ni sólidos ni contundentes. Eso se ve reflejado en el hecho de que hubo una decisión dividida, que solo pudo ser decidida por el voto preferente del presidente de la Corte (Ronny Abraham). Eso solo ha ocurrido dos veces en la historia de la Corte”.
¿Dado que se presentó un empate podríamos pensar que la inclinación hacia Nicaragua sería más del presidente de la Corte?
“El presidente de la Corte tiene un voto preferente, así se denomina en los estatutos, y eso es lo que inclinó finalmente la balanza a favor de Nicaragua, pero la verdad es que los votos fueron ocho a ocho. Tal como lo dicen los que votaron en contra, los ocho magistrados que se pronunciaron a favor de Nicaragua tomaron una decisión sin argumentos”.
Hay una preocupación: el artículo 53 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia dice que “cuando una de las partes no comparezca o se abstenga, la otra podrá pedir que se decida a su favor”...
“El proceso continúa con o sin la comparecencia de una de las partes. Eso no quiere decir que el país se olvide del proceso. Existe una costumbre que permite que los países que no comparecen puedan presentar ante la Corte documentos en los que exponen sus posiciones. Los argumentos colombianos quedan en el proceso”.
¿No cree que el hecho de que Colombia no haya aplicado el fallo de 2012 afectó la decisión de esta semana?
“No creo que haya tenido que ver. La Corte entiende que Colombia está en proceso de implementar el fallo porque así lo ha dicho Colombia, de acuerdo con los procedimientos que prevé nuestra propia Constitución”.
¿Qué tan viable es buscar una solución diplomática con Nicaragua?
“Colombia tiene relaciones diplomáticas con Nicaragua. Allá hay un embajador colombiano y acá un embajador nicaragüense, de manera que ese camino está abierto. Tomarlo depende de lo que quieran hacer los dos países. Ha sido una ruta factible desde el comienzo”.
¿Qué podría ganar Nicaragua con ese acuerdo?
“No hay que adelantarse. En unas negociaciones pueden debatirse muchísimas cosas de intereses por los dos países, de manera tal que creo que para Nicaragua puede ser importante un acuerdo”.
¿Qué posibilidad existe de que Colombia deba asumir una multa o que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas intervenga?
“Yo lo veo muy remoto. Hasta el momento el Consejo de Seguridad nunca ha intervenido para hacer cumplir un fallo”.
Después de conocer el resultado, ¿usted cree que hubo algo que hizo falta en la argumentación jurídica por parte del Gobierno Colombiano?
“No lo creo. Creo que, al contrario, lo que se ha comprobado es que la estrategia colombiana fue muy bien estructurada. Mire usted que en el caso de cumplimiento sacamos adelante la mitad de las pretensiones. La Corte se declaró no competente para conocer todo lo que tenía que ver con uso de la fuerza o amenaza del abuso de la fuerza, que era la mitad de las pretensiones nicaragüenses. En el caso de la plataforma continental extendida, la posición colombiana provocó una votación empatada que se tuvo que decidir mediante voto preferente”.
¿Qué posibilidad existe de que se afecte la inversión extranjera al pensar que Colombia empieza a desconocer compromisos
internacionales?
“No creo que tenga nada que ver la inversión extranjera en relación al cumplimiento de fallos de la Corte. Si usted mira, son muchos los países que han decido no comparecer ante la Corte, sin que eso tenga ninguna consecuencia, ningún efecto”.
¿Qué posibilidad hay de que Nicaragua pueda ganar la demanda y pueda ir más allá de la franja de 200 millas náuticas?
“Nicaragua dice tener derecho a esa plataforma continental extendida. Pero Colombia considera que Nicaragua no tiene derecho a esa plataforma, entre otras razones, porque toda esa plataforma que reclama está dentro de la plataforma colombiana”.
¿Cree usted que se equivocó la Corte al determinar que la renuncia al fallo de Bogotá no era retroactivo?
“No estoy de acuerdo con esa interpretación jurídica, pero reconozco que es una interpretación debatible. Donde no puede haber discusión, me parece inaceptable, es en la decisión que adoptó la Corte que implica de alguna manera desconocer su propio fallo”.
¿A qué se refiere?
“A cambiar la posición que históricamente había tenido en materia de la Comisión de Límites de Naciones Unidas, desconocer el principio de cosa juzgada, eso sí me parece censurable e incomprensible”.
¿Hay antecedentes de que la Corte haya hecho algo similar?
“No, por supuesto no. Es que este caso está lleno de situaciones nuevas, inesperadas. No es bueno desde ningún punto de vista que se mire, porque está generando inestabilidad y una crisis de confiabilidad en la Corte”.
¿Va a existir una nueva política de Estado de Colombia frente a este tribunal?
“Esa no es una decisión de los agentes, es una decisión del señor presidente”.
¿Colombia renunciaría a la Convención de Viena de 1969, que justamente señala que una parte no podrá invocar disposiciones de Derecho interno como justificación de incumplir un tratado internacional?
“Que yo sepa, no. Aquí lo que se está haciendo es invocar las disposiciones del derecho constitucional para que se le dé un plazo a Colombia para implementar el fallo, no para incumplirlo. Y no tiene nada de inusual, lo han hecho muchos países en muchas ocasiones”.
¿Qué se puede decir frente a la futura defensa jurídica?
“No nos olvidemos que este era un fallo de forma sobre competencias. Aquí no se han entrado a mirar los temas de fondo, es decir, si Nicaragua tiene el derecho a una plataforma continental extendida, eso no ha sido materia de debate. En el momento en que eso sea materia de debate, pues se presentarán los argumentos colombianos”.
Es decir, ¿se sostiene la esperanza de ganar el pulso con Nicaragua?
“Sí, yo creo que sí. La historia nos ha dado lecciones de que uno no puede ser triunfalista y que las cosas no salen a veces como uno quisiera. Verdaderamente considero que Colombia tiene mejores argumentos de los que tiene Nicaragua y, por consiguiente, mejores derechos para defender su plataforma continental extendida”.