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Tan grande como el esplendor de sus mejores tiempos resultan el aturdimiento de las guerras y lacras que han cruzado el corazón de los Montes de María.

  • El 22 de febrero de 2015 Plinio Ferrer Martínez cumplirá 93 años como protagonista y testigo de la vida de Carmen de Bolívar. Es ciudadano distinguido. FOTO julio Cesar Herrera
    El 22 de febrero de 2015 Plinio Ferrer Martínez cumplirá 93 años como protagonista y testigo de la vida de Carmen de Bolívar. Es ciudadano distinguido. FOTO julio Cesar Herrera
  • En un extenso valle, rodeado de caminos que conducen a los Montes de María, está la población de Carmen de Bolívar. El verde de sus árboles contrasta con la falta de agua potable en la población. Este año contarían con un nuevo acueducto. FOTO julio cesar herrera.
    En un extenso valle, rodeado de caminos que conducen a los Montes de María, está la población de Carmen de Bolívar. El verde de sus árboles contrasta con la falta de agua potable en la población. Este año contarían con un nuevo acueducto. FOTO julio cesar herrera.
  • El templo de Carmen de Bolívar y sus zonas aledañas son los principales centro de encuentro y recreación de los carmeros. La fiesta a la Virgen es de antología. FOTO Julio Cesar Herrera.
    El templo de Carmen de Bolívar y sus zonas aledañas son los principales centro de encuentro y recreación de los carmeros. La fiesta a la Virgen es de antología. FOTO Julio Cesar Herrera.
  • En su maletín, que jamás abandona, Plimio Ferrer carga una bella colección de acrósticos, perfectos, profundos, dignos de un gran escritor FOTO Julio César herrera
    En su maletín, que jamás abandona, Plimio Ferrer carga una bella colección de acrósticos, perfectos, profundos, dignos de un gran escritor FOTO Julio César herrera
  • Como en Cartagena y demás rincones costeños numerosas mujeres se ganan la vida vendiendo ricuras derivadas del coco y la miel. Su venta exige grandes esfuerzos. FOTO Julio César Herrera
    Como en Cartagena y demás rincones costeños numerosas mujeres se ganan la vida vendiendo ricuras derivadas del coco y la miel. Su venta exige grandes esfuerzos. FOTO Julio César Herrera
  • Solo algunas factorías sobreviven a un pasado de esplendor del tabaco en la región de Carmen de Bolívar y los Montes de María. Era el mejor tabaco del mundo. FOTO julio cesar herrera.
    Solo algunas factorías sobreviven a un pasado de esplendor del tabaco en la región de Carmen de Bolívar y los Montes de María. Era el mejor tabaco del mundo. FOTO julio cesar herrera.
  • El Salado, otrora azotado por el abandono del Estado y la violencia paramilitar y guerrillera será el primer laboratorio de paz, modelo de acompañamiento e intervención. FOTO julio césar herrera.
    El Salado, otrora azotado por el abandono del Estado y la violencia paramilitar y guerrillera será el primer laboratorio de paz, modelo de acompañamiento e intervención. FOTO julio césar herrera.
29 de noviembre de 2014
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Enviado Especial Carmen de Bolívar

El día lejano que le llegue la muerte a Plinio Ferrer Martínez se lleva a un hombre feliz y en paz con su conciencia, su vida honesta, su pueblo, sus amigos, sus hijos y sus recuerdos de músicas y parrandas. Se lleva parte del alma de Carmen de Bolívar, de sus historias de prosperidad, gestas emancipadoras, tabacaleras, violencias, calor, polvo y ocasos.

A Plinio Ferrer la muerte le ha perdonado la vida o él se le ha ocultado muchas veces, tantas que hoy parece un gigantesco árbol seco frente al que hay que bajar la cabeza en signo de admiración. Plinio es uno de los pocos seres inmortales que quedan en las extensas llanuras que conducen a los Montes de María.

Nació el 22 de febrero de 1922. Como muchos de los niños de los pueblos costeños su padre plantó su semilla y se convirtió en un recuerdo. A sus cuatro años lo abandonó y el niño jamás dejó de extrañarlo. Las noches, las horas, los años, pasaron raudos, su madre, Vicenta Martínez Sierra, no volvió a llorar por él. Un día, como suele suceder, se reencontraron.

“Este es tu padre -Samuel Ferrer-, me dijeron”. Quizás fue su madre; quizás fue algún amigo el que se lo presentó. Ha pasado tanto tiempo desde entonces que Plinio mantiene el milagro intacto en la memoria, pero olvidó el santo.

A los cinco años aprendió a rebuscarse la vida en trabajos humildes con la herencia que le dejó el viejo. Fueron solo dos o tres frases o palabras, nada material: sea siempre honesto, respete a los mayores, nunca le haga mal a nadie y una herencia musical de la que le heredó su afición por las maracas, porque ni siquiera le dejó maracas.

Su padre Samuel dejó a su madre al irse, con su arte musical, detrás de su paisano el carmero Lucho Bermúdez, uno de los artistas más reconocidos en la historia musical de Colombia. Cuando algún estudiante tiene que hacer una tarea sobre Lucho Bermúdez no pasa por biblioteca o casa cultural alguna, pues va directo a la casa de Plinio, primera persona que visita Bermúdez cuando regresa al Carmen de Bolívar, tierra de placeres de luz y alegría, dice uno de los versos del himno del Carmen, que le compuso Bermúdez en una de sus noches de parranda e inspirado en el movimiento de las caderas de las muchachas de su pueblo, una combinación de genes españoles, árabes, alemanes y algo de lo que aún queda de los indios caribe.

Celebración

El 22 de febrero de 2015 Plinio cumplirá 93 años con su herencia multiplicada una y mil veces. Celebrar su cumpleaños es para él un acto sagrado, lo hace desde que tiene uso de razón.

Lo celebra con un buen vestido. Por lo general, blanco, con pañuelo rojo, cuya punta le salga del bolsillo de la camisa, engalanando su pinta; corbata del mismo color, adornando el traje, o pañoleta anudada al pecho, y sombrero blanco con cinta roja sobre el ala.

“Me gusta verme como todo un camaján”, dice. En el Carmen desde el 20 de febrero todo el mundo lo felicita porque su cumpleaños se volvió una fecha especial.

Una autoridad

Fue miembro de la Policía en tiempos aciagos cuando la institución parecía una escuela de corrupción, dirigida por los políticos. Luchó hasta el cansancio por la moralización de la institución y el Partido Conservador, en el cual militaba pero, rumbo a cumplir sus cien años, dice que fracasó en ambas misiones.

“Le parecerá extraño lo que le cuento, pero se lo digo porque ser honesto en Colombia parece un delito”, dice Plinio.

A todo cargo público que le asignaron siempre el gobernador o a quien le correspondiera lo posesionaba con la tarea de sanear la institución respectiva. Fue inspector de Policía, alcalde, inspector general del Trabajo en Carmen de Bolívar y Magangué en tiempos de las tabacaleras, primer contralor municipal, alcalde y otros cargos públicos.

Nunca se jubiló, porque como otros miles de colombianos se cansó juntando papeles para enviarlos a Bogotá desde donde nunca le contestaron. Sobrevive de la escritura de acrósticos tan poéticos como profundos y fieles de distintas personalidades de su pueblo, hombres y mujeres. Sus hijos lo adoran y le ayudan en su manutención, lo mismo que sus buenos amigos, cuyos nombres, al igual que los acrósticos, guarda en una carpeta que carga con él.

Carmen de Bolívar

La historia patria trae a la vida a Carmen de Bolívar, con el nombre cristiano de Nuestra Señora del Carmen, en 1776, anticipándose 146 años al nacimiento de Plinio.

Se le atribuye el surgimiento del pueblo al “gran teniente de infantería español” Don Antonio de la Torre y Miranda, por comisión impartida por otro don, Don Juan de Torrezal Díaz de Pimienta, gobernador de Cartagena de Indias.

De lo que pasó con los nativos para que España no se apoderara de estas tierras ni tumbas quedan porque también fueron saqueadas en un afán de robarle el oro incluso a los muertos. La historia habla de varios pueblos indígenas: los melibúes, farotos, piletas, fincenúes, zenúes todos borrados de la faz de la tierra. La Real Academia de la Lengua Española, la misma de los Don Antonio y Don Juan prohibe que sus nombres sean escritos con mayúscula. Cosa minúscula, de poca monta, así despacha en su definición la Real Academía a estos pueblos que propició extirpar de la faz de la tierra en sus páginas.

A todo gran poder le llega su epitafio. Los carmeros sellaron la tumba de España y sus reyes en la región el mediodía del 12 de noviembre de 1812, cuando orientados por el oficial Manuel Cortés y Campomanes salieron al paso del ejército realista dirigido por el teniente Antonio Rebustillo.

Lo enfrentaron en el caño Mancojumán en un combate a muerte y sin paso atrás. Al final de la tarde el caño era un lodazal de sangre y muertos españoles y revolucionarios, que cayeron con honor en esa batalla que es considerada tan importante como la del Pantano de Vargas o la de Boyacá, ya que la misma cerró todo apoyo a las huestes españolas en Cartagena y le abrió paso a la “Gesta Admirable” de Bolívar por el Magdalena, comenta el historiador carmero David Ardila.

La batalla de Mancojumán fue otra prueba de la valentía, arrojo y heroísmo de los carmeros que ya habían probado su honor en los campos de guerra de Jesús del Río y Tenerife.

Hijos del tabaco

Sin españoles ni tributos reales la región de los Montes de María, cuyas montañas mayores apenas sobrepasan los 1.000 metros de altura, entró a la prosperidad infinita, atrajo ciudadanos de todos los confines de la Gran Colombia y países europeos que aportaron a la gesta libertadora como Alemania.

Uno tras otro fueron naciendo municipios hasta completar quince, ocho de ellos en Sucre y el resto en Bolívar. El más importante de todos, Carmen de Bolívar, ya sin el nombre cristiano de Nuestra Señora del Carmen.

El ojo azul del alemán además de atraer el amor de las carmeras le permitió avizorar las bondades agrícolas de estas tierras e introdujo dos productos que cambiaron su historia económica y la convirtieron en un referente mundial de prosperidad: el tabaco y el ganado cebú.

Los plantíos de tabaco, frutales de todas las especies y dulzuras, algodón, maíz, arroz cacao y la cría de ganados se multiplicaron, tanto como sus habitantes de todas las nacionalidades y regiones.

Los historiadores afirman que las llanuras de los Montes de María fueron la gran despensa alemana en la Primera y Segunda Guerra Mundial y ni el más grande de sus enemigos, Estados Unidos de América, llegó a descifrar de dónde llegaban en abundancia buena parte de los productos que alimentaban la máquina de guerra alemana.

Los pueblos nadaban en el esplendor, había dinero y trabajo para propios y extraños. Las parrandas se prolongaban por días y noches.

Siglo de luces y pólvora

La entrada del siglo XX llegó a los Montes de María con el grito de ¡Viva el Partido Liberal!, ¡Viva mi general Uribe Uribe!, ¡Abajo los godos y los curas! Tiros van, tiros vienen.

Las escaramuzas del general paisa Uribe Uribe y su fervoroso ejército liberal no se hicieron esperar. En la historia se habla de Uribe Uribe como un gran orador político, pero en la guerra perdió todas las batallas que emprendió, tantas que en el realismo mágico de Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez crea al general Aureliano Buendía inspirado en la figura de Uribe Uribe. Dice que promovió 32 levantamientos armados y todos los perdió.

El gobierno arrinconó a Uribe Uribe donde se alzó y los tiros se fueron de pueblo en pueblo, montaña tras montaña hasta la batalla final de Palo Negro, donde el ejército liberal, envalentonado con los discursos de Uribe y otros de sus líderes se fue, sin la fuerza suficiente, a un combate a muerte y allí quedó bajo la faz de la tierra.

Humillados por la derrota los sobrevivientes liberales entraron al túnel de la paz. En Bogotá, en santa paz, el general Uribe Uribe encontró la muerte infinita o la paz infinita a hachazos.

La noticia conmocionó a Carmen de Bolívar pero los liberales que sobrevivieron a la guerra estaban tan viejos y rodeados que guardaron silencio rabioso por lo que llamaron otra traición más de los godos. Así, los odios ideológicos entre liberales y conservadores quedaron en remojo más de cuatro décadas cuando volvieron a estallar en todo el país con la guerra partidista.

Nace una estrella azul

A los ocho años del magnicidio del general Uribe Uribe nació en Carmen de Bolívar el conservador más reconocido en toda la región: Plinio Ferrer Martínez.

Aunque había pasado su primera gran bonanza de tabaco, el Carmen de Bolívar vivía su prosperidad infinita. Su tabaco fue considerado el mejor del mundo y se exportaba a manos llenas. Al pueblo llegaban toda suerte de mercancías y su cercanía al puerto fluvial de Zambrano, sobre el Río Magdalena, le abrían las rutas con el interior del país y el mundo.

Su desarrollo fue la clave para el crecimiento de Barranquilla que terminó por convertirse en la “Puerta de Oro de Colombia y ser el motor económico de Bolívar y su heroica Cartagena.

Las noches de fiestas de nunca acabar se confundían con días de gloria de un pueblo que crecía y en el que todo el mundo tenía para gastar y celebrar. Los salarios en la región superaban a los del resto del país y las tabacaleras daban empleo a varios miles de mujeres, comenta Juan Carlos Ardila, cuya historia y la de su familia se ha labrado detrás de la cría de ganado Cebú.

La abundancia llevó al pueblo mercaderes turcos y culebreros paisas que vendían trapos o milagros que se los pagaban a precio de oro.

Un día de pago el pueblo se transformaba en un gigantesco almacén con mesas en las calles ofreciendo toda suerte de cachivaches.

Mientras las mujeres eran protagonista en las fábricas tabacaleras, los hombres eran la base en la recolección del tabaco, la agricultura y la vaquería en las haciendas ganaderas de una región que llegó a tener más de 190 mil reses pastando en sus mejores tiempos, incluso superando a Sucre, comenta Juan Carlos.

A finales de la década del 30, Plinio ingresó a la milicia y comenzando la década del 40 se engancha como comisario de la policía, con la tarea específica de poner orden en una tropa que hacía más daño que la propia delincuencia por disposición de los políticos.

Conociendo el temple de Plinio, el alcalde Sixto Wilches le ordenó no permitir ninguna bellaquería de la tropa y garantizarle seguridad a la gente y lo nombró inspector de Policía.

Apenas inauguraba su oficina cuando fue llamado a rendirle cuentas al comandante de policía de la región, Saulo Gil Ramírez. El recibimiento al moralizador fue de delincuente. “Párese firme Plinio. Así que usted es el abusador, el cuatrero, el bandido, el miserable. Hombres como usted no merece esta institución”, le gritó con tono militar Gil.

En medio del incendio, Plinio interrumpió al comandante con una frase que lo noqueó. “Un momento oficial, todo miembro de la policía tiene su hoja de vida y aquí está la mía, sin tacha alguna”. Luego remató: “Usted no me da órdenes ni es mi comandante porque hace ocho días me quité el uniforme y ahora soy inspector de Policía, así es que usted está bajo mis órdenes y no acepto más sinvergüencerías en este pueblo”, remató como quien firma una condena de muerte.

Una carrera sin futuro

Su temple, honestidad y cercanía con la gente le abrieron las puertas a Plinio y como conservador fue concejal, en un pueblo liberal, las veces que se lanzó, siempre con la máxima votación. Su liderazgo fue reconocido por líderes políticos de la Costa que gracias a sus aportes electorales llegaron a la Gobernación de Bolívar, la Asamblea, el Congreso y ministerios de la Casa de Nariño.

Era consciente de que los políticos de la región parecían arepas y tenían claro que sino se voltiaban se quemaban. “En Bolívar hay dirigentes que nacieron conservadores y llegaron a los altos puestos de elección popular convertidos al liberalismo. La corrupción parece una lacra invencible y en ascenso”, dice y refleja en su cara el único gesto de pesimismo que mostró en una entrevista que duró más de dos horas.

La mala hora

En 1948, cuando el país se incendió con el estallido de la violencia política liberal-conservadora, el Carmen de Bolívar pareció ajeno a la confrontación porque la noticia de la muerte de Gaitán se conoció casi un mes después debido a que el telegrafista, un conservador, rompió el telegrama con el parte liberal que llamaba a la insurrección general sin dárselo a conocer a nadie.

La furia liberal no se hizo esperar y le cobró con la muerte al telegrafista que se convirtió en la única víctima o una de las únicas víctimas de la violencia política en esa región de liberales.

De manera tardía los carmeros fueron los últimos en enterarse de los acontecimientos que iban a dar al traste con su historia de prosperidad. Sin que nadie entendiera el porqué, los alemanes comenzaron a vender sus cultivos y fábricas de tabaco a prósperos empresarios lugareños y uno tras otro se despidieron de sus trabajadores, dejaron lágrimas de nostalgia en esas tierras y partieron hacia Zambrano y de allí de regreso a su país.

El tabaco había dejado de ser negocio en el mundo. El pueblo no estaba preparado para ello porque tenía la fe en que el mundo iba a fumar tabaco toda la vida. Con esa visión no se construyeron escuelas, ni centros universitarios ni fuentes alternativas de empleo distintas a las cantinas, lupanares y otras garrapatas expertas en sacarle la sangre a la prosperidad.

Las factorías fueron cerrando una tras otra, por cientos y luego por miles la masa obrera se iba quedando sin empleo, mientras reclamaban alternativas.

Cátedra marxista

En medio del descontento aparecieron en la región las primeras voces de un nuevo discurso: el marxismo leninismo maoísmo. Apareció la Anuc y su consigna la tierra para el que la trabaja; luego el MIR Patria Libre, que se transformó en la Corriente de Renovación Socialista del Eln, luegol el EPL y por último las Farc, que entraron a la región celebrando el descalabro del M-19 en el Holocausto del Palacio de Justicia, dicen exdirigentes sindicales de la región.

“Cómo sería esto, que ni siquiera los líderes de la Anuc escaparon a la furia de las Farc cuando se les opusieron”, comentan.

Con un Estado ausente, las Farc prácticamente campearon esta región por tres décadas, dice Alberto Rojas, profesor jubilado.

El máximo poder de las Farc se logró por el ímpetu militar de su bloque Caribe y el poder que conquistó Gustavo Rueda Díaz, más conocido por su alias de “Martín Caballero”, un comunista de nacido el 21 de febrero de 1962 en Barrancabermeja, Santander, quien lideró el frente 37 de las Farc y llegó al Estado Mayor de la organización.

Si bien el conflicto adquirió intensidad desde finales de los 80, su fiebre se venía incubando desde la reforma agraria de Lleras Restrepo a finales de los 60 para redistribuir la posesión de la tierra y entregar predios a miles de arrendatarios de los Montes de María. Las tomas de tierras no se hicieron esperar, como tampoco los grupos armados que se conformaron para defender la propiedad de sus legítimos dueños. Primero un muerto, luego otro y otros...

Cambio de siglos

Caballero montó su comando general en El Salado, resistió todas las arremetidas del Ejército y la Policía por más de tres décadas y secuestró o extorsionó a todo el que tenía con qué pagar o con qué no pagar.

La troncal a la Costa Atlántica fue otro de sus teatros de operaciones. Noche tras noche, las guerrillas bajaban a la vía y hacían pescas milagrosas que, por lo general, les funcionaban. Una a una las grandes fincas ganaderas y demás proyectos agroindustriales fueron desapareciendo por la presión guerrillera. Las miles de reses que pastaban en las praderas se redujeron a no más de 4000.

En esas tres décadas la mayoría de secuestros de las pescas milagrosas de la carretera, así como los de ganaderos, comerciantes y otras muchas víctimas se “negociaron” en El Salado y zonas vecinas.

Los años noventa entraron a Carmen de Bolívar como quien entra a un pueblo fantasma. Las pocas familias solventes que sobrevivieron a la vorágine guerrillera lo hicieron de pura terquedad. En las casas de las obreras del tabaco, sin nada cocinando en los fogones, se hablaba de la industria como si todo hubiese sido un cuento. Los rescoldos de la bonanza tabaquera se reflejan en lo que queda de las ruinas de las grandes edificaciones en las que laboraron miles de obreras tabaqueras.

El siglo XXI entró la región como lo hizo el siglo XX, atizado por una violencia paramilitar y guerrillera, esta vez sin precedentes.

Entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000 irrumpieron en El Salado las Autodefensas Unidas de Colombia, Auc, de Córdoba y Antioquia e impusieron la estrategia copiada del maoísmo de quitarle el agua al pez. Lo que siguió fue pesadilla. Por decenas o cientos se contaron los asesinados, supuestos colaboradores de la guerrilla de Caballero y por miles los desplazados.

En la oleada guerrillera las familias más ricas de la región vendieron o abandonaron sus tierras, en la oleada paramilitar, que se ensañó con El Salado, hasta los campesinos más humildes tuvieron que salir. La historia habla de 56 masacres en el cambio de los siglos.

Una nueva esperanza

Fue doloroso el sufrimiento al que sometieron a todos estos pueblos. A mí no me sucedió nada pero fui testigo de muchas lágrimas y despedidas de gentes buenas”, dice Plinio.

La suerte de Martín Caballero y su frente 37 tocó su fin en la región el 24 de octubre de 2007 cuando en un bombardeo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez lo sacó de combate a él y varias decenas de guerrilleros. “Fue el fin. Por eso aquí decimos que el Carmen tiene dos libertadores, Simón Bolívar y Álvaro Uribe”, comenta Carlos Flórez, ganadero de la región, quien cree que una segunda resurrección es posible.

Con ojo atento los carmeros contemplan lo que sucede en La Habana y con los dedos hacen cruz, pues temen que a través la creación de zonas de reserva campesina, las Farc podrían recuperar el territorio que perdieron con la guerra.

Hoy la Fundación Semana Alianza por la Reconstrucción de El Salado, con gran apoyo de la empresa privada, busca convertir la región en un laboratorio de paz modelo de intervención y acompañamiento en el país.

El 22 de febrero Plinio cumplirá sus 93 años, erguido, lleno de orgullo, con su maletín cargado de acrósticos de los carmeros nobles, de la gente que quiere y que lo quiere. El Carmen se sentirá orgulloso y no faltará la morena de caderas caribes y europeas que le dañe la comunión ese día y le alegre el corazón con un piropo de amor al verlo pasar con su traje blanco, su sombrero amarrado con cinta roja y la punta del pañuelo saliendo de la camisa blanca. Feliz cumpleaños Plinio.

93
años de edad cumplirá Plinio el 22 de frebrero de 2015. Los celebrará lleno de felicidad, la vida comienza con cada año.
18
de noviembre de 1812 los carmeros pusieron fin al dominio español en la región.
190
mil reses llegaron a pastar en la región de Carmen de Bolívar. La actividad decreció por la violencia guerrillera.
93
años cumplirá Plimio Ferrer Martínez como testigo fiel de la vida en Carmen de Bolivar.
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