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Hace 25 años, en una cancha de fútbol del municipio de Caloto, Cauca, se firmaba el primer acuerdo de paz entre el Gobierno nacional y una guerrilla: el M19.
Con la firma, se ponía fin a una época de acciones militares de este grupo subversivo, como el robo de la espada de Bolívar; el robo de 5.000 armas al Ejército en el Cantón Norte; la toma de la embajada de la República Dominicana, con la retención por 61 días a los embajadores de distintos países; y la toma del Palacio de Justicia, el 6 de noviembre de 1985, entre otros episodios dolorosos para el país.
Tras firmarse el acuerdo, el 9 de marzo de 1990, los excombatientes del M19 tuvieron que superar duras pruebas que pusieron a tambalear —o a dudar—su compromiso con el proceso recién firmado: el asesinato de su máximo dirigente y candidato presidencial, Carlos Pizarro, y los ataques y persecuciones a los que se vieron sometidos.
Sin embargo, cuenta el excombatiente del M19, Augusto Osorno, la voluntad de dejar las armas, hizo que “no volviéramos al monte”, y optaran por un camino diferente al de la lucha armada en el país.
Ese proceso, pionero en Colombia en temas de reinserción, aceptación y participación política, dejó un legado en el que se fundamentaría el nuevo rumbo de Colombia: una nueva Constitución nacida de una convocatoria a una Asamblea Constituyente, en la que voceros del recién desaparecido grupo guerrillero tuvieron participación activa.
Además, la desmovilización y desarme del M19 abrió la puerta para que otras guerrillas como el Ejército Popular de Liberación, EPL; Quintín Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT siguieran el camino de dejación de armas.
Cinco lustros después, en otros escenarios, con otras dinámicas, otra época y con las Farc del otro lado de la mesa, Colombia le apuesta a un nuevo proceso de paz. Al mirar en retrospectiva, se recuerdan las lecciones que dejó el acuerdo logrado con el M19, las cuales, explicadas hoy por algunos de sus excombatientes, darían luces al proceso de negociación que hoy se adelanta. Dicen los ahora reinsertados a la vida civil, que ellos dejaron las armas para “conquistar instrumentos de participación política sin la violencia”.
Antonio Navarro Wolf, quien fuera el segundo comandante del M19, luego de su desmovilización fue ministro, alcalde, gobernador y congresista, asevera que en el proceso de paz con las Farc debe haber dejación de armas como símbolo de rendición. “Se dejan porque es un acuerdo paz. El desarme es una condición indispensable porque es símbolo de rendición, en el caso del M-19 las fundimos”, expresó.
Augusto Osorno, quien después de hacer parte del M19 fue diputado a la Asamblea de Antioquia, secretario de Despacho y trabajó en el Ministerio de Medio Ambiente, asevera que luego de la desmovilización, se deben abrir espacios de participación política, y garantizar la seguridad de quienes quieran llegar a ocupar puestos de elección popular, como sucedió con el M19. “Hay que abrir esos canales de participación a los sectores de la oposición. Las Farc tienen espacios políticos en el territorio nacional y los van a explorar. Acá hay que exigirle a las Farc que no vuelvan a utilizar las armas, pero hay que exigirle al Estado que abra esos canales de participación. No se puede seguir alimentando la persecución a todo aquel que piense distinto”.
Vera Grabe Loewenherz, hizo parte del comando central del M19. Fue representante a la Cámara y senadora por AD M19 (Alianza Democrática M19, partido que nació tras la desmovilización). Entre las lecciones que dejó el proceso de paz con esa guerrilla, Vera destaca la participación de la sociedad, punto que en los actuales diálogos, no ha tenido tanta relevancia. “Uno entiende la discreción en la negociación, pero creo que la paz requiere un ambiente que no sea de polarización, y aunque son otros tiempos, otra época y otra organización, debe haber una manera si se requiere un ambiente de paz, no solo para el posconflicto. Uno percibe mucha ausencia de la sociedad civil en este proceso, lo que lleva al escepticismo. La sociedad civil debe estar durante los procesos, no solo durante el posconflicto”.
Otty Patiño, quien fue constituyente una vez dejadas las armas por el M19, asegura que parte del éxito en el proceso de la negociación con las Farc debe basarse en la reincorporación de los excombatientes. “Esa Colombia marginal debe incorporarse a la Colombia incluyente. En zonas donde no haya presencia del Estado, deben llegar planes y acompañamiento con educación y oportunidades de empleo en el posconflicto, de lo contrario, los exguerrilleros seguirán en actividades ilegales”
Amo el periodismo, y más si se hace a pie. Me encantan los perros, y me dejo envolver por una buena historia. Egresado de la Universidad de Antioquia.