Si a algo le temen los migrantes que osan cruzar el Tapón del Darién por buscar un sueño que termina en Estados Unidos, es a las fieras que se ocultan entre árboles, ríos y sombras.
Y no son precisamente los felinos que se agazapan entre la maleza o la serpiente que se arrastra silenciosa por los pantanos, temen a bandas de hombres que los acechan una vez cruzan la frontera entre Colombia y Panamá y que los someten a todo tipo de vejámenes para demostrarles que allá, en ese territorio hostil llamado selva, ellos mandan.
Las denuncias, pocas por el temor infundado por los grupos ilegales que del lado colombiano ejercen las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) o Clan del Golfo, y del lado panameño bandas criminales en formación, pasan por decapitaciones, asesinatos, robos, y violencia sexual; o incluso casos aberrantes como el ocurrido en septiembre de 2022, cuando un niño venezolano, de tan solo seis años de edad, fue asesinado con arma de fuego porque sus padres no tenían cómo pagarles la vacuna a los hombres armados que les pedían una cuota para dejarlos transitar por ese pedazo de selva.
La forma de operar e intimidación de estos grupos se asemeja a la usada por las AGC del lado colombiano, razón por la cual llevó a que las autoridades binacionales pusieran el foco sobre ellos y descubrieron que el Clan del Golfo realizó un pacto con estas agrupaciones ilegales panañemas para buscar el control del territorio y, de esta forma, controlar los pasos fronterizos para manejar a su antojo el negocio del narcotráfico.
La Defensoría del Pueblo alertó sobre estas alianzas en la Alerta Temprana Binacional entregada hace una semana, en la que reseña que “el posible pacto mencionado podría reflejarse en el grado de sevicia con que se han cometido ciertos homicidios y el mensaje colectivo de terror y de ‘autoridad’ de facto que transmiten estas agrupaciones delictivas locales en Panamá”.
Reseña el ministerio público colombiano en esta alerta, que se han reportado casos en los que esto grupos decapitan con sus machetes a los migrantes, incluso a niños, para demostrar poder y sembrar el terror en los migrantes. Luego los cuerpos son tirados a los barrancos o los incineran para evitar la recuperación del cadáver o su posible identificación.
Ese temor ha llevado a que los migrantes no denuncian a las autoridaes y se presente un alto subregistro. No obstante, la Organización Mundial para las Migraciones, OIM, registró que en el 2022, 36 personas murieron en el cruce del Tapón del Darién y por este paso selvático cruzaron ese mismo año, 250 mil migrantes.
Y según el Ministerio Público de Panamá, el año pasado fueron denunciados 220 delitos contra la población migrante que afectaron a 596 personas discriminados así: 225 fueron mujeres, 327 fueron hombres y 44 no tienen datos. La violencia sexual imperó en los ataques a los migrantes.
Trabajar juntos por el mal
El pasado 13 de abril, la Fiscalía panameña logró la condena a 30 años de prisión a dos colombianos que atacaron a los migrantes y, en su huida, se encontraron con agentes de Senafront (Servicio Nacional de Fronteras) y se armó una balacera. En el hecho salió herido un policía panameño y resultó herida de gravedad una mujer venezolana.
Al ser detenidos del lado panameño, en el sector Tres Bocas, a los dos colombianos que actuaban con un grupo ilegal de ese país se les decomisaron armas cuya trazabilidad apuntaba a un registro colombiano y, según información oficial, fueron entregados por las AGC a estos hombres para que patrullaran la zona.
Fuentes de Inteligencia Militar y de Policía indicaron a este diario que la llamada alianza entre las AGC y los grupos panameños se ver reflejada en el accionar y el tipo de armamento usado para cometer los crímenes.
“El Clan del Golfo les estaría brindando entrenamiento y dotación de uniformes y armas. El único objetivo de este grupo delincuencial es ampliar la ruta del narcotráfico y la trata de personas reflejada en el paso de migrantes. De esta forma ellos se hacen al control de la ruta, lo que les permitirá pasar la droga entre ambos países”.
Giuseppe Loprete, Jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá, lanzó una alerta por el peligro que representa para los migrantes el cruce del Tapón del Darién.
“Las historias que hemos escuchado de parte de quienes cruzaron la Selva del Darién son testimonio de los horrores que este viaje involucra”, dijo, y por eso hizo un llamado a las autoridades para buscar una solución y un paso digno a los ciudadanos del mundo que cruzan por estos territorios.