En una cuestión casi que de honor se convirtió la decisión del Congreso de volver a sesionar. Tras 27 días sin funcionar de manera formal, el lunes a las 3:00 p.m. volverá a hacerlo. Ambas, Cámara y Senado, de manera virtual.
Para varios congresistas, la decisión de volver a legislar fue tardía. Más, teniendo en cuenta que las otras ramas del poder (la Judicial y la Ejecutiva) se han adaptado a la virtualidad. Esto generó suspicacias de por qué el Congreso no decidía lo mismo.
Cuando la cuarentena aún no se había alargado, el presidente del Senado, Lidio García, y el de la Cámara, Carlos Cuenca, llamaron a instalar las sesiones el día en que supuestamente terminaba el confinamiento.
El asunto cambió, en parte, cuando el presidente Iván Duque anunció que la cuarentena se extendería otros 14 días. Ayer en la tarde, García publicó un comunicado en el que señaló que la plenaria del lunes será virtual debido al incremento de contagiados, a las disposiciones vigentes y a las imputaciones que ha hecho la Fiscalía a quienes incumplen la cuarentena.
El martes, un día después de la noticia de la cuarentena, la Cámara de Representantes publicó la resolución en la que definía cómo se realizarían las sesiones virtuales a partir del 13 de abril.
“Se permite que todas y cada una de las funciones que les corresponden a los representantes a la Cámara puedan realizarse a través de medios virtuales, digitales o de cualquier otro medio tecnológico”, dice la resolución.
Pero la discusión está lejos de ser zanjada. Son varios los parlamentarios, como Angélica Lozano, que consideran que hace varias semanas debería estar funcionando. Y a ese debate se suma un palo en la rueda mayor: cómo votar para aprobar proyectos de ley.
Las posibilidades
Una de las primeras colectividades en pronunciarse en conjunto sobre lo que debía hacerse fue el Polo Democrático. A través de un comunicado, sus siete congresistas (cinco senadores y dos representantes) manifestaron que “si el Congreso no se reúne presencialmente para cumplir con sus deberes y trabajos de ley no es porque no pueda sino porque no lo quieren reunir”. Sin embargo, esto ya quedó descartado, pero permite que el senador Jorge Robledo, de 70 años, sí pueda estar.
Un punto medio lo plantea Roy Barreras, senador del Partido de La U, quien le dijo a EL COLOMBIANO que, para él, la solución está en las sesiones mixtas. Es decir, que tanto bancadas como comisiones sigan reuniéndose virtualmente, ya de manera formal, y que, para votar, cada colectividad designe a unos voceros que “voten respetando las medidas de aislamiento y sin necesidad de la congestión de las plenarias”.
Sin embargo, la senadora uribista Paola Holguín señala que, aunque han seguido trabajando teniendo “dos o tres reuniones cada día”, hay dos problemas: primero, el jurídico, al no existir un concepto de ninguna autoridad que avale las sesiones virtuales y, segundo, el tecnológico pues no hay garantía de seguridad en las votaciones virtuales, a diferencia de las presenciales que se certifican con la huella de cada congresista.
Cuestión de adaptarse
Más crítica es la postura de Angélica Lozano, senadora de la Alianza Verde: “hemos debido sesionar desde el principio, con mayor razón desde que salió el decreto. El Congreso no está a la altura por sus presidentes. Sería atípico y absurdo que los congresos de España o Estados Unidos dijeran ‘no, no podemos sesionar’. No, todos se han adaptado y nadie tenía en su reglamento cómo era en pandemia”.
Rodrigo Lara, senador de Cambio Radical, plantea que el lunes en el recinto del Congreso estén 28 senadores y 46 representantes para instalar las sesiones y que, luego, se vuelquen al mundo virtual.
Con suspicacia, el senador añade que “si yo fuera el Gobierno Nacional, no me inclinaría hacia el funcionamiento presencial, pues siempre será más fácil funcionar sin el control político”.
De momento, la discusión se puede dar por terminada, al menos en lo más inmediato. El lunes, y tras las críticas de distintos sectores, las plenarias Senado y Cámara se reunirán por primera vez en 2020 y lo harán como nunca antes: de forma virtual. No obstante, queda la estela de dudas de lo que pasará en su futuro, con un mes de retraso en la agenda.