Casi la mitad de los jóvenes que llegan a la educación superior en Medellín (45 por ciento en registros) retrasa la terminación de sus estudios y —algo todavía más grave— alrededor de un 10 por ciento de ellos desisten de los programas académicos sin llegar a graduarse.
Las cifras describen una situación que preocupa a la Agencia de Educación Superior de Medellín (Sapiencia). El director de la entidad, Miguel Silva Moyano, considera que el problema no se debe solo a la falta de recursos económicos, aunque las becas e incentivos ofrecidos en la ciudad ayudan a mejorar la permanencia de los estudiantes en los programas de educación superior.
Para Silva Moyano, hay razones para que los estudios superiores no se completen en el tiempo estimado o no se completen de manera definitiva que tienen que ver con el encuentro de la vocación, puesto que muchas veces los estudiantes no conocen toda la oferta de carreras y terminan desertando cuando no se identifican con el currículo.
“Por ejemplo: hay un programa de Diseño de entretenimiento digital –algo diferente a las carreras tradicionales– y si los estudiantes no saben que existe, puede que les interese, pero terminen metidos en otros programas”, anota. También considera las razones académicas. Señala que muchas veces los estudiantes alcanzan a superar los exámenes de admisión en las instituciones de educación superior, pero no tienen una buena formación desde el colegio y no rinden cuando se enfrentan a un mayor nivel de exigencia.
“Es clave que haya una verdadera orientación vocacional, no solo encuestas y estudios de perfil”, sostiene.
Agrega que se les debe mostrar toda la oferta académica a los jóvenes de grados 10 y 11; y en el rendimiento académico, Sapiencia trabaja en un sistema de medición por competencias, que permita identificar las falencias que generan mal desempeño en asignaturas como matemáticas y lenguaje.
Felipe Aramburo, coordinador del programa de formación de maestros Ser + Maestro, coincide con Silva en que el problema tiene mucho que ver con el nivel académico que los jóvenes traen de la educación media, que no es bueno; además del desconocimiento de la oferta académica.
“Llegan a la universidad poco preparados; no solo en los temas sino en competencias básicas como argumentación, expresión oral, lectura y solución de problemas”, señala. Reconoce también que a veces son las condiciones económicas las que obligan a los jóvenes a trabajar y abandonan sus estudios.
Cada año, Sapiencia y la Alcaldía de Medellín dedican alrededor de 55.000 millones de pesos para la educación de 4.000 estudiantes beneficiados por becas del fondo EPM y Presupuesto Participativo. El registro histórico de estudiantes apoyados por estos programas es de 35.000, de los cuales ya se han graduado 7.000. El apoyo es a través de créditos condonables, que exigen graduarse y prestar una labor social de 80 horas por semestre. La deserción entre beneficiarios es menor al 10 por ciento según Silva Moyano.