El Gobierno de Gustavo Petro tendrá que hacer unas cuentas tan apretadas en el Congreso para tramitar sus reformas sociales que los votos que consiga tendrá que sumarlos, prácticamente, con una calculadora cuenta huevos para saber si sus proyectos de ley pasan o no.
La legislatura que inicia este 20 de julio es clave para saber si la gran reformatón del presidente será o no realidad y para concretarla el mandatario necesita una bancada de Gobierno sólida, que es precisamente lo que le faltó en su primer año en el poder.
La matemática habla por sí sola. En el Senado hay 108 curules y de estas solo las del Pacto Histórico, la Coalición Alianza Verde Centro Esperanza y los minoritarios están firmes en su coalición, lo que le da apenas 40 votos fijos para los trámites legislativos.
Si bien el Liberal sigue declarado como partido progobierno, en sus filas hay una división entre quienes apelan por seguir en el proyecto del petrismo y los que reclaman pasar a la independencia o, incluso, a la oposición. Por eso sus 13 escaños no son una certeza para el Ejecutivo.
El Conservador (15) y el Partido de la U (10) están en la independencia y la duda sobre sus posturas, sumada a la incertidumbre sobre qué posición tomarán los liberales, completa un paquete de 38 curules que no están ni con el Gobierno ni en contra de este.
Los opositores son minoría con los 28 escaños de Cambio Radical y el Centro Democrático. Tanto ellos como los del Gobierno pueden arañar votos de los independientes para inclinar la balanza en las discusiones, para las que ya se anunció la conformación de una coalición antirreformas en la que estarían Cambio Radical, el Centro Democrático y el Liberal.
La definición de la Presidencia del Senado será un factor que determinará hacía qué sector se inclinará la báscula del poder en el Congreso. Lo que está claro es que ese puesto le corresponderá a algún senador de la Coalición Alianza Verde Centro Esperanza, pero los verdes no se pusieron de acuerdo sobre a quién elegir.
Entonces, este jueves el asiento más poderoso del recinto se definirá entre la senadora Angélica Lozano –quien ha tenido discordias con el Gobierno, pero lo respalda– y el senador Iván Name, quien ha sido crítico del presidente Petro y tiene el guiño de los partidos tradicionales que ya le prometieron votar por él.
El que gane la puja de ellos dos se echará al hombro el futuro de las reformas sociales.
Matemática política en Cámara
Las cuentas en la Cámara de Representantes son similares. Solo 69 de los 188 asientos están repartidos entre los congresistas afines al Gobierno, un número insuficiente para aprobar los proyectos.
La oposición es minoría con 38 representantes, número que subió este año cuando Cambio Radical se declaró en oposición al Ejecutivo. La mayoría real son los 81 representantes independientes (contando los liberales que aún no se definen) y las bancadas tendrán que entrar a negociar los apoyos a cada proyecto.
Para suerte del Gobierno, lo más probable es que en la Presidencia de esa corporación sea elegido un representante afín al pensamiento del presidente Petro, lo que le haría más sencillos los trámites legislativos.
Se trata del liberal Andrés Calle, quien fue el coordinador de la campaña de Petro a la Presidencia en Córdoba durante 2022 y quien esta semana sostuvo reuniones con la bancada del Pacto Histórico y con el saliente presidente de la Cámara, el legislador del Pacto David Racero.
Tan cercano es Calle a Petro que el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, confirmó que al Gobierno le gustaría que él presida ese recinto en una entrevista con El Espectador. El terreno para el cordobés ya está abonado porque el expresidente y jefe del Partido Liberal, César Gaviria, aceptó que se respete el acuerdo de designarlo a él como presidente de la Cámara. Entonces, Petro tendría una ficha suya en esa corporación. ¿Le será suficiente para salvar las reformas sociales?
Reformas se pueden caer
La representante a la Cámara de la Alianza Verde, Catherine Juvinao, es clara con su descripción de los ánimos del recinto: “Terminamos la legislatura con una relación quebrada entre el Legislativo y el Ejecutivo, con el presidente culpando al Congreso de que no pasaran las reformas”.
Y es que hace apenas semanas se cayeron la reforma laboral y la política, mientras que los articulados de las reformas a la salud y pensional solo lograron su aprobación en primer debate, pese a que habían sido anunciadas desde que Petro llegó a la Casa de Nariño.
Los congresistas dicen que el Gobierno tiene dos caminos: el de recomponer las relaciones en las primeras semanas de la legislatura, o el de mantener el mismo tono que lo caracterizó al cierre del primer año legislativo, lo que terminaría atrincherando a los partidos.
El Gobierno no será mayoría, tampoco la oposición, por lo que los votos dependerán de los temas que se debatan. Las cuentas de los congresistas vaticinan que es probable que no haya votos para aprobar la reforma laboral, tampoco para la reforma a la salud, pero sí podría haberlos para la reforma pensional y para algunos proyectos de orden público.
El llamado en el que coinciden los legisladores de varios partidos es que el Gobierno tiene que sentarse a conciliar las reformas y llegar a puntos medios, en lugar de imponerlas.
El senador de Cambio Radical, David Luna, sostuvo que “el Gobierno debe sentarse a conciliar, pero claramente no quiere hacerlo. Si el Presidente Petro no deja de lado el ego y la soberbia, seguramente verá cómo se hunden de nuevo sus reformas porque en el Congreso es clave entender que desde el disenso siempre se construye el consenso”.
En pleno periodo de elecciones regionales, los acuerdos que consiga el Gobierno pueden ser el trampolín o el talón de Aquiles para unos trámites legislativos que desde ya vaticinan una resolución por voto finish.