Tras dos años y nueve meses de repartir alimentos a los migrantes venezolanos en el corregimiento de La Parada, a 30 minutos de Cúcuta, la semana pasada cerró sus puertas la casa la Divina Providencia, un hogar de paso para migrantes administrado por la Diócesis de Cúcuta y que entregó durante estos años 3.500.000 raciones de desayunos y de almuerzos. La razón del cierre temporal: la prohibición de realizar conglomeraciones de más de 500 personas para frenar el coronavirus en el país. La consecuencia: cientos de venezolanos deambulando por las calles de la capital nortesantanderana sin refugio y sin comida.
Con la decisión de cerrar el comedor, aunque es entendible, explicó el obispo de Cúcuta, monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, se agudizará la crisis fronteriza debido a que los migrantes no tendrán ni siquiera una porción diaria de comida. Por eso, desde Cúcuta, le hace un llamado al Gobierno Nacional para que se establezca un canal humanitario.
¿Cómo está viviendo la frontera la pandemia del coronavirus?
“Es muy complejo. Nos enfrentamos cada día a una población flotante de 50 mil personas, casi 100 mil los fines de semana, de migrantes que vienen a Cúcuta a buscar medicamentos o alimentos. La situación de Venezuela ha venido empeorando mucho. Ahora bien, la ciudad ha crecido y hoy en día es un municipio que puede llegar al millón de personas y eso nos está creando dificultades. El mismo hospital Erasmo Meoz está en una situación muy compleja porque tiene que atender en estos momentos a colombianos y venezolanos”.
¿Cómo vio usted el cierre de la frontera?
“Es necesario hacerlo, pero tienen que abrirse espacios humanitarios. Estamos tratando de que las autoridades entiendan que se hace necesario un canal humanitario. La entidades sanitarias locales han estado atentas, sabemos que es un fenómeno que desborda cualquier institución y más en un contexto como el nuestro”.
¿Qué tan real es ese cierre de frontera? ¿Las trochas siguen abiertas?
“Las trochas están funcionando. Hay un cierto control de parte de la Policía Nacional. Se ha hecho un trabajo juicioso por cuidar la frontera, pero son más de 200 trochas en el espacio de 20 kilómetros. Entonces, cuando cierran una, se abre otra. Es un tema bien complejo. La frontera no existe. Es una afirmación muy dolorosa, pero, le insisto, no existe, se dice que son cuatro puentes. Eso muy débil. Las medidas del Gobierno venezolano de crear un acuartelamiento sanitario nos indica que sí hay crisis. El riesgo es muy grande en la zona, no es para crear alarma, pero los casos de coronavirus se pueden multiplicar”.
¿Qué ha pasado con los comedores humanitarios que la iglesia tenía en La parada y en Cúcuta, en general?
“Los cerramos. Estábamos repartiendo unas 13 mil raciones diarias: 6.500 en La Parada y otras 6.500 en ocho parroquias. Por las normas de aglomeración que el Gobierno promulgó con las que no es posible juntar a más de 500 personas, recibimos una anotación del Servicio de Salud de Norte de Santander y hemos tenido que cerrar. El riesgo era muy grande. Hemos buscado otras formas de atención como la entrega directa en los barrios a algunas familias puntuales”