Las apariciones de “bodegas digitales”, término con el que se le conoce a la estrategia para defender y atacar a figuras públicas como los políticos, vislumbran que este también será un año electoral cargado de ellas.
De esta práctica hay varios antecedentes, desde las famosas bodegas uribistas y la bodeguita de Petro –que ambos políticos han dicho no promover–, hasta la estrategia que usó Donald Trump en 2016 para llegar a la Presidencia de Estados Unidos.
Esa vez, el norteamericano le apostó a la interacción en Twitter y Facebook para provocar a opositores y atacar con mensajes salidos de tono a su opositora Hillary Clinton. Eso terminó en el Cambridge Analytica, escándalo en el que se utilizaron datos de Facebook para manipular a la gente e influir positivamente en la imagen de Trump.
En lo que compete al país, en estos días han salido con mayor fuerza estos comentarios en redes. Con ellos se ha buscado ofender a candidatos al Congreso y a aspirantes a la Presidencia. Y aunque algunos les han hecho caso omiso, como la candidata y atleta Caterine Ibargüen, otros han alertado la creciente.
“Faltan tres meses para las elecciones y las bodegas de varios candidatos ya están a toda marcha. Es lamentable que un proceso electoral esté marcado por sentimientos de odio y no de esperanza”, escribió en Twitter Fernando Posada, quien aspira a la Cámara.
Estas prácticas, que son monitoreadas por el Centro Cibernético Policial, en la arena política han servido de tira y afloje entre distintos seguidores de políticos, e incluso por gente a la que no le interesan los debates pero puede recibir dinero por solo publicar.
La ola de odio
Esta la vivió con fuerza Ibargüen –doble medallista olímpica– cuando anunció su aspiración al Senado con el respaldo del Partido de la U. Que ella sea cabeza de lista le ha costado una serie de improperios a los que no estaba acostumbrada, con ataques por pensamiento, género y hasta raza.
“Pensamos que eras más inteligente, ¿o no sabes la corrupción de ese partido?, le escribió el usuario @cristiancrm, mientras que @elesgar1985 le dijo “Negra hermosa, no se deje untar de ese mierdero en ese partido”.
Caterine, en cambio, destaca que la mayoría de los mensajes que recibe son de apoyo y prefiere alejarse del clima negativo: “Cuando los mensajes son respetuosos los escucho, porque creo en la diferencia de opiniones, pero cuando son agresivos y groseros los ignoro”, le dijo la candidata a EL COLOMBIANO.
Susana Gómez, conocida como Susana Boreal, quien aspira a la Cámara por el Pacto Histórico, evidenció un aumento en los seguidores anónimos en sus redes sociales y ataques especialmente enfocados en que es una mujer.
“Hay una constante en los comentarios que me atacan, son misóginos, me descalifican diciéndome ‘Susanita’, ‘niña’, que soy muy joven para estar en la política”.
La profesional de la música que se dio a conocer por dirigir una orquesta de 400 músicos en el Parque de los Deseos de Medellín durante las protestas del paro nacional, dice que incluso ha recibido ataques machistas de asesores de concejales de la ciudad.
Uno con un poco más de “callo” es el representante del Centro Democrático, Gabriel Santos, quien aspira a repetir en la Cámara. Él dice que durante el anterior periodo recibió ataques en sus redes, pero que hace un mes evidenció el aumento en seguidores anónimos y con perfiles creados recientemente en las ‘apps’.
“Unos me dicen que soy guerrillero, otros que soy un delfín. Pero creería que no son bodegas, me atrevería a decir que esos ataques vienen de las mismas colectividades políticas”, expresó el congresista que tiene claro el impacto digital en la campaña, y por eso destinará el 90 % del presupuesto a la estrategia virtual.
Vale resaltar que comentarios que agredan a una persona por Internet están tipificados en el Código Penal en los delitos de injuria y calumnia, este último da hasta seis años de cárcel.
Por otra parte, Claudia Duque, consultora en estrategias digitales, señala que el uso de bodegas o influenciadores no es nuevo, pero lo que está en juego es la ética: muchos de esos perfiles e influenciadores no están ni interesados en política, pero responden a esos mensajes porque les han pagado. A eso se suman herramientas digitales que tienen “bots” muy desarrollados para disparar mensajes en redes.
Además, otros analistas alertan que el fervor digital no siempre se traduce en votos, pues en las elecciones legislativas es cuando más se pone en juego el poder de maquinarias, versus el voto de opinión, que predomina en la votación a la Presidencia.
Por ende, al ritmo del avance de campañas vendrán mensajes de odio para desestabilizar a candidatos a punta de discusiones en redes, con las que buscan que algunos terminen “pelando el cobre”.
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de enero vence plazo para inscribir la cédula para las elecciones al Congreso.