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Buzo rescatado sigue esperando a Vanessa y Carlos, sus compañeros

Jorge Iván, uno de los sobrevivientes, regresó a su casa, en Sabaneta, la tarde del martes, pero su mente sigue en el mar.

  • Aunque Jorge cumple su tercer día en casa, aún no tiene la calma del sobreviviente. Faltan sus amigos. FOTO Julio César Herrera
    Aunque Jorge cumple su tercer día en casa, aún no tiene la calma del sobreviviente. Faltan sus amigos. FOTO Julio César Herrera
08 de septiembre de 2016
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“A uno lo preparan para bucear, pero no para sobrevivir en la superficie”, dice Jorge Iván Morales, cinco días después de haber sido rescatado del mar Pacífico, donde había naufragado, junto a otros cuatro buzos, en la tarde del miércoles 30 de agosto.

Sentado en un sofá de su casa en Sabaneta, sin sacarse de la mente a Vanessa Díaz y Carlos Jiménez, que siguen desaparecidos, Jorge Iván, que fue rescatado la tarde del viernes junto a su compañero de odisea Hernán Darío Rodríguez, descubre sus piernas para descansar del roce con el pantalón, pues tiene ronchas enconadas que le dejaron las aletas en el tiempo que estuvo en el océano.

No sabe aún qué enseñanza le dejó su estadía y sobrevivencia como náufrago más de 48 horas, donde todo el tiempo estuvo latente la posibilidad de no haber sido rescatado y de un desenlace fatal.

“En lo emocional no sé todavía. Pero sí tengo claro que antes de emprender cada aventura, uno debe tener un plan a, plan b y plan c, estar preparado para los riesgos”.

Sostiene que a los buzos los capacitan para bucear y para ser preventivos, mas no para encarar una situación de riesgo como la que les tocó vivir a él y sus compañeros.

A veces calcula cada palabra. Recuerda que al principio de su naufragio ni siquiera era consciente del riesgo que vivían, pues veían la isla de Malpelo a menos de 300 metros, el barco que los llevaría a la isla a 500, el zodiac que los conduciría al barco, a cien metros, y él y sus cuatro compañeros en un radio de no más de un metro de distancia entre cada uno. En suma, una situación que veían manejable.

Pero lo peor del episodio se desató cuando Vanessa entró en una especie de pánico porque observó un cardumen de tiburones. Entonces, Jorge Iván, Hernán y Peter Morse se sumergieron a jugar con los animales para darle calma. Tras esa inmersión, que sería la última, se sucedieron varios oleajes que terminaron por irlos separando y en un lapso de minutos, ya el grupo estaba totalmente fragmentado.

Peter se había ido nadando hacia la roca, Vanessa y Carlos se dejaron llevar por la corriente y Jorge y Hernán decidieron nadar primero hacia el barco y luego hacia la isla. Cuando ya no se veían ni barco, ni zodiac ni isla ni Peter ni Vanessa ni Carlos, entonces entendieron que ahí empezaba la odisea de la supervivencia y la espera de un rescate.

Nace una amistad

“Era un chip difícil de entender, saber hacia dónde nadar, entonces nos amarramos y decidimos iniciar juntos la lucha por sobrevivir. Cuando empezó a oscurecer, ahí entendimos que ya nos tocaría pasar la noche en el mar, expuestos a las aguasmalas, a estar tragando agua y esperar que al otro día nos pudieran rescatar”, narra Jorge Iván, que apenas llevaba unos días de conocer a quien sería, en adelante su mejor amigo: Hernán.

Pero mientras la oscuridad, el frío y la incertidumbre lo agobiaba en el océano, en la casa de Sabaneta su familia rezaba y ponía toda su fe en que fuera rescatado vivo.

“Yo tengo dos hijos, a él y a Sabrina, y ya enterré a mis padres y mi esposo, y le decía a Dios: no me vayas a dejar enterrar a un hijo, yo sé que lo vas a sacar vivo, si no, entonces llévame con él”, recuerda Margarita Arbeláez, madre de Jorge, empresario y padre de dos hijos de 18 y 22 años.

Jorge, hoy, es un cúmulo de emociones. Tiene la convicción de que Vanessa y Carlos están vivos, pero mientras no los reporten como rescatados, no tendrá tranquilidad ni disfrutará la libertad que da el haber salido vivo de altamar.

“Cuando fui rescatado lo primero que pedí fue agua, nunca sentí hambre, lo más duro fue el frío de las noches y pensar en mis compañeros y mi familia...”, dice Jorge, con un rostro que refleja el dolor por sus amigos aún extraviados en el mar....

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