Divergencias en la jerarquía interna de organización criminal, problemas de intolerancia y delincuencia común, se combinaron para producir un inquietante incremento de homicidios en dos comunas del nororiente de Medellín.
En Manrique (comuna 3) el aumento es de 160 % en el índice de asesinatos, al pasar de cinco casos en 2020 a 13 en lo que va del presente año (con corte a junio 30), según el Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia (Sisc) de la Alcaldía. En Aranjuez (comuna 4) el incremento es del 91 %, con 21 casos, mientras que en el mismo lapso de la anterior anualidad iban 11.
Los hechos se dan en el marco de un leve crecimiento de este indicador negativo en la ciudad. En 2020, a esta fecha, ocurrieron 190 muertes violentas, que subieron a 210 este año, es decir, 10,5 % más.
El secretario de Seguridad, José Acevedo, comentó que era de esperarse un incremento de este tipo, teniendo en cuenta que en 2020 se dieron los confinamientos más severos de la pandemia, mientras que ahora la ciudadanía está retomando su cotidianidad.
Sin embargo, que esta situación se presente en Aranjuez y Manrique es sorpresiva, porque en estas dos comunas hay una hegemonía ilegal de la banda “la Terraza”, que desde hace cuatro décadas ha impuesto una suerte de gobernanza criminal. Esto incluye la regulación de los homicidios, con el propósito de no atraer la atención de las autoridades. ¿Qué está pasando ahora?
Gobernanza criminal
“La Terraza” se dedica al narcotráfico, el sicariato, extorsiones, desplazamientos forzados, desapariciones, secuestros, lavado de activos, pagadiario y cobro de deudas mafiosas, entre otros delitos. La primera generación se formó en Manrique en los 80, y bajo la comandancia de la banda “los Priscos” (de Aranjuez) hizo parte de la coalición del cartel de Medellín.
En 1993, con la desintegración del cartel y de “los Priscos”, se convirtió en la estructura más poderosa de Manrique y Aranjuez, al servicio del capo paramilitar Diego Murillo (“don Berna”) y como mercenaria de las Autodefensas.
En 1999 la ambición por escalar en el mundo del narcotráfico la llevó a una guerra interna con las huestes de “don Berna”, de la cual salió derrotada en 2002. Su cúpula fue aniquilada, dando origen a una segunda generación de cabecillas, asociados a “la Oficina”, la confederación mafiosa que agrupa hoy a la mayoría de combos del Valle de Aburrá.
“La Terraza” tiene redes clandestinas en Villa Hermosa, La Candelaria y Castilla, pero su base de operaciones sigue estando en Manrique y Aranjuez. En total, hay 65 combos a su servicio.
En la última década el índice de homicidios de estas dos comunas venía por debajo del promedio de la ciudad, pues la organización mantenía bajo control los conflictos entre combos, lo que no ocurría en otros sitios como Altavista, San Javier, Robledo o Bello.
Los académicos llaman a esa conducta “gobernanza criminal”. El estudio titulado “La ley de las bandas: entendiendo y contrarrestando la gobernanza criminal” (Gang rule: understanding and countering criminal governance), publicado en febrero de 2021 por las universidades de Chicago y Eafit, toca ese aspecto.
Chris Blattman, uno de los investigadores, le contó a EL COLOMBIANO el 22 de febrero que hay tres razones por las que las bandas hacen ese control social y delictivo: “Como una línea de negocios (ingresos por multas, por ejemplo); porque les gusta el estatus y respeto que eso genera en algunos barrios; y porque eso los protege de la acción del Estado, ya que promover esa especie de orden evita que la Policía esté yendo al vecindario a arreglar problemas”.