La vida de una biblioteca puede contarse a través del rastro que han dejado los lectores entre los anaqueles, los sellos que se acumulan en las fichas de préstamo o las marcas que quedan en las páginas y carátulas de los libros.
Desde 1952, la Biblioteca Pública Piloto, en el barrio Carlos E. de Medellín, ha contado su relato y ha sido hogar de generaciones de escritores, investigadores, fotógrafos, niños, padres y conversadores que crecieron en sus pasillos.
Mañana, tras dos años de cierre por obras de remodelación, la sede principal de este centro cultural abre de nuevo sus espacios para los ciudadanos y, de acuerdo con Shirley Milena Zuluaga Cosme, su directora, cada uno de los nuevos salones está diseñado para todos los públicos, para que cada quien encuentre su lugar.
Con la intervención del edificio, la biblioteca pasó de una sola planta a tener tres niveles, que incluyen una zona pública y de lectura bajo techo, la librería del Fondo de Cultura Económica, salas de exposiciones y de experimentación.
Zuluaga Cosme agrega que el costo total de la obra fue de 15.000 millones de pesos y que ya están terminados los trabajos complementarios y la instalación de todas las redes de la edificación (voz, datos, vigilancia, contraincendios, hidrosanitaria y eléctrica).
Algunas cajas de libros aún se acumulan entre los estantes y salones y, en ese sentido, la directora explica que, aunque faltan algunos detalles, el traslado del material bibliográfico ya está en un 90 %.
Sobre los retrasos en la obra, prevista para ser entregada en julio de 2018 y luego en septiembre, la funcionaria dice estar tranquila: “Entregamos una biblioteca de espacios renovados que no perdió su vocación y que, para 2019, quiere convertirse en el lugar al que puedan llegar las viejas generaciones que crecieron con la Piloto, pero también los jóvenes que comienzan a hacer su propia historia”.