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El pasado jueves, sin previo aviso, un grupo de personas entró a la Universidad de Antioquia. Se apostó en el bloque 9 y, desde entonces, permanece allí acampando. La respuesta de la institución universitaria fue categórica. En un comunicado de prensa, solicitó a quienes “ingresaron de manera abrupta al Campus central que desistan de permanecer allí, especialmente con el ánimo de cuidar su propia salud”. Pese al llamado, al cierre de esta edición, el campamento seguía ahí.
La presencia del grupo no solo pone en riesgo la salud propia, como asegura la universidad, por la pandemia. Según la misma institución, con ellos adentro sería necesario reprogramar los exámenes de admisión, previstos para este 7, 8 y 9 de julio. “La universidad ha hecho público su desacuerdo con ese ingreso no autorizado, que no atendió los procesos debidos de bioseguridad. Hemos enfatizado que esto pone en riesgo el examen de admisión de los próximos días. Tendremos que estar analizando la situación para tomar una decisión al respecto”, indicó William Fredy Pérez, secretario General de la Universidad de Antioquia.
El funcionario recordó que la prueba de admisión ya se había reprogramado una vez. Estaba planeada para el 3 de mayo pero, por consecuencia del tercer pico de la pandemia que azotó al país fuertemente, fue aplazada para esta semana. “Sería lamentable que se tomara una decisión adversa relacionada por la situación del campus. Invitamos a la responsabilidad y madurez de los estudiantes y colectivos, a que reflexionen y ponderen una posible reprogramación del examen”, complementó Pérez.
La prueba de ingreso, según la U. de A., será presentada por 26.279 personas, 19.291 de ellas en Medellín. El secretario advirtió que, de aplazarse por el campamento, en las subregiones no habría problema en realizarla.
Por otro lado, la universidad ha reiterado que no conoce quiénes son las personas que desde el jueves pernoctan dentro del campus. Hasta ahora, se ha limitado a pedir que salgan del lugar para que su presencia, en palabras del secretario general, “no entorpezca las actividades administrativas”.
Esteban Guzmán, estudiante de Historia de la U. de A., y quien cursa primer semestre, es el vocero del grupo que hoy acampa en la institución. Frente a quienes lo acompañan expuso que, en su mayoría, son estudiantes de la universidad y otras instituciones públicas. “Es una movilización tranquila, en la que también hay obreros y comunidad indígena. Estamos haciendo actividades culturales y hacemos un llamado al diálogo con las directivas”, reveló el vocero.
En total, son 35 personas las que han pasado la noche en el campus. En el día llegan algunos a pasar el rato, según el líder.
La principal causa por la que decidieron entrar al campus, agregó, tiene que ver con la apertura de la universidad. Lo explicó: “Si los bares están abiertos, ¿por qué no lo está la institución? La universidad debe abrirse, generar un espacio de diálogo en esta problemática social que estamos viviendo como país. Ese cierre ha limitado los procesos de movilización”.
Frente a este tema, el secretario general de la U. de A. expresó que el campus no está cerrado. Dijo que hay estudiantes de prácticas y laboratorios que desde hace tiempo ingresan a la universidad: “Nos hemos mantenido activos (...) está la ilusión de que pronto se amplíe hasta el tope posible las actividades presenciales”.
El líder del campamento, sin embargo, negó que una de sus pretensiones fuera entorpecer los exámenes de admisión. Incluso, dijo que están prestos a ayudar en la aplicación de protocolos de bioseguridad para esos días: “Lo único que queremos es que la universidad, desde la pedagogía y la formación, pueda aportar en la movilización social. En cuanto a la prueba, nos ubicaremos en un sitio alejado durante esos días para no interrumpir el proceso. De hecho, nos ofrecimos para hacer de guías o colaborar en puntos de desinfección”.
Hasta el momento no ha habido ningún acercamiento entre las partes. Para la universidad, la entrada al campus fue intempestiva y no contó con ninguna autorización.
Los protestantes, en cabeza de Guzmán, esperan entablar un diálogo para “que la universidad se integre a la ciudad”. El líder fue enfático en que el campamento no tiene fecha para ser levantado