Que por pleno casco urbano de Gómez Plata, la quebrada Hojas Anchas pase cristalina, transparente y desde la altura de un puente se pueda ver su fondo, no es fruto de un milagro sino la consecuencia del trabajo de un colectivo ambiental que lleva seis años cuidando su caudal, sus riberas, su espejo de agua y cuya labor está articulada a la administración municipal y a sus unidades de Gestión del Riesgo y de Servicios Públicos.
Son cerca de 12 personas que hacen mediciones del caudal, toman muestras del líquido para análisis de laboratorio y, como si fuera poco, hacen pedagogía con el resto de la comunidad para que esta aprenda a reconocer la importancia del recurso agua para sus vidas y sus territorios.
Se denominan piragüeros, los “soldados” de Piragua (Programa Integral Red Agua), un ejército de 3.084 personas dispersas en 80 municipios de la jurisdicción de Corantioquia que, coordinadas por esta corporación ambiental, dedican gran parte de su tiempo a velar por el mejor estado de los afluentes. Su motivación: aman el agua y la naturaleza.
-Es que el agua es vida o muerte. Es vida, porque nos provee lo necesario para los alimentos, para el disfrute. Pero es muerte cuando, por no conocerla ni saberla cuidar ni respetarla, nos genera riesgos-, dice Lina María Medina, zootecnista y líder de la unidad de gestión de riesgo de Gómez Plata, integrante de la Mesa Ambiental local y quien hace cuatro años se integró a los piragüeros al reconocer que desde este colectivo podía canalizar mejor sus energías para hacer un aporte real a la sostenibilidad del planeta y, sobre todo, a las comunidades de su territorio.
Una medición
La mañana fría y los anuncios de lluvia no le restan ánimos al grupo de piragüeros de Gómez Plata para desplazarse hacia la zona rural, a la que se dirigen con una misión clara: medir la calidad del agua.
Hay que caminar un breve trayecto para llegar hasta el afluente de Hojas Anchas y el grupo, integrado por personas de la tercera edad, profesionales, jóvenes estudiantes y varios niños, lleva carpas azules con el distintivo de piragüeros. Como no llovió, el caudal baja manso y la profundidad no supera los 30 centímetros. No hay obstáculos para que la tarea pueda ejecutarse.
Lina, la líder, introduce en el agua un pequeño frasco de color transparente. Está tapado, pero no le quita la tapa hasta que no lo sumerge totalmente en el agua.
-Es para que no le entre el oxígeno del ambiente-, dice. Si el frasco se destapa antes de que entre al agua, el oxígeno del líquido se mezclará con el del aire y la medición no será exacta. Al agua extraída, con el frasco semitapado, se le adicionan 20 gotas exactas de sulfato de manganeso.
-Si el agua se pone café significa que hay concentración de oxígeno. Entre más oscura quede, es porque hay más oxígeno-, explica Andrés Felipe Gómez, estudiante de ingeniería ambiental de la Universidad Nacional y quien hace parte del colectivo piragüero.
Como en efecto el agua se tornó café, en el grupo hay tranquilidad. Las aguas tienen vida. Otra prueba se hace adicionándole al líquido 20 gotas de azida de sodio, que dependiendo de la cantidad de oxígeno del agua, esta se convertirá en una masa espesa, casi como un gel.
Las muestras recogidas se las lleva el personal de Corantioquia para estudios de laboratorio que determinarán, en porcentajes, los estados físicoquímico e hidrobiológico del agua. También se recogen muestras para detectar la presencia de invertebrados, otro indicador de calidad, todo apuntando a un objetivo: que las autoridades locales conozcan la calidad de la fuente abastecedora para tomar decisiones de planificación tanto de sus actividades agrícolas como de sus acueductos.
-El trabajo de los piragüeros es de gran utilidad e impacto, porque nos suministra indicadores fisicoquímico y microbiológico de la calidad del agua y eso nos permite hacer ajustes en nuestra planta de tratamiento para saber si se necesita añadir o disminuir químicos con miras a entregarles a los usuarios un agua en perfectas condiciones-, dice Jonhatan Vélez Cardona, director de la Unidad de Servicios Públicos Domiciliarios.
La gobernanza del agua
Los piragüeros también miden el nivel de las lluvias. En sus casas tienen pluviómetros que les indican, en milímetros, cómo están las precipitaciones, y así las autoridades pueden establecer niveles de alerta y activar planes de evacuación en caso de ser necesario. Esta labor la hacen tanto el grupo de Gómez Plata como los 120 grupos piragüeros de los 80 municipios, que son capacitados por personal de Corantioquia y de las universidades de Antioquia y Medellín para que las mediciones sean confiables.
-Hacemos procesos de sensibilización y capacitación y tenemos equipos automáticos que permiten validar los datos que ellos reportan. Y con los equipos técnicos de las universidades, que son personas expertas con formación en hidrología, se cotejan los datos estadísticos-, indica Juan David Ramírez, nuevo director de Corantioquia. Gracias a esa confiabilidad, los municipios salvan vidas.
-Su trabajo está articulado con la administración municipal y el Comité de Riesgo, y gracias a esas alertas tempranas, en 2018, que hubo tantas lluvias, pudimos tomar decisiones que ayudaron a preservar las vidas de las comunidades-, admite el mandatario local, Luis Guillermo Pérez.
Piragua nació en 2011 en 4 municipios: Belmira, Angelópolis, Santa Rosa de Osos y Liborina. En 2013, ya estaba en 49 localidades y hoy tiene grupos en los 80 municipios.
Ramírez explica que Piragua nace en el marco de la política nacional de protección del agua, permitiendo la participación de las comunidades en procesos de gobernanza para su conocimiento, administración, planificación y gestión del riesgo.
Ese protagonismo hace que los líderes se empoderen y sientan que hacen un aporte real y no de papel al proceso de conservación del planeta y al mejoramiento de la calidad de vida de sus comunidades.
-Soy técnica profesional agropecuaria y me interesa la conservación del medio ambiente, aportar algo para que el planeta mejore. Con Piragua me fortalecí, adquirí herramientas que sola no habría obtenido-, expresa Alejandra Martínez, líder del grupo.
Medida de caudales
Pero además de medir la calidad del líquido y la cantidad de lluvias en tiempo real, los piragüeros también observan los caudales de quebradas y ríos. El monitoreo lo hacen a través de limnígrafos, que son especies de reglas que se introducen en los afluentes o se pintan en las coberturas y que señalan, con colores, el nivel de riesgo: en la parte inferior está el verde, luego el amarillo, después el naranja y en la parte superior el rojo. En un mismo afluente se ubican varios limnígrafos en diferentes puntos, buscando que queden en las partes más altas y más bajas, para poder determinar a tiempo las alertas.
-Cuando en la parte alta de la montaña el nivel está en verde, en la parte baja es amarillo, y cuando arriba es amarillo, abajo es naranja, con la idea de que si se viene una avalancha, se pueda activar una alerta de evacuación-, señala Lina María Medina.
Actualmente, hay instalados 98 pluviógrafos y 31 limnígrafos, lo que abarca casi el 100 % de los afluentes de los territorios de Corantioquia. La labor de los piragüeros impacta en beneficio del 78,65% de la población de Antioquia.
-Hay que reconocer el hídrico como un recurso para el desarrollo sostenible de los territorios y en esto es fundamental el aporte de los campesinos, hay que agradecerles su compromiso-, concluye el director de Corantioquia.
La huella de su labor está en las corrientes de agua que bajan por quebradas y ríos. Y en las fuentes que bebemos cuando abrimos los grifos. Y a veces ni lo sabemos....