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En abril de 2020, en plena cuarentena, Medellín sufrió la última gran contingencia en cuanto a la calidad del aire. Para entonces, la ciudad tardó 36 días para volver a tener niveles aceptables de contaminación. Entonces, ante la turbiedad de los cielos, un grupo de estudiantes de la Universidad EIA se dio a la tarea de diseñar un aparato que pudiera contribuir para mejorar el aire. Y el trabajo ya dio frutos: recibieron el premio Ingeniería del Futuro, en Francia, siendo los primeros extranjeros en ganarlo.
Juan José Jaramillo, ingeniero mecatrónico y biomédico, cuenta que la idea del aparato se le ocurrió a Juan Pablo Henao, uno de los cuatro investigadores que desarrollaron el equipo. Se sentaron a ver cómo, desde sus profesiones, podían ayudar a mejorar la calidad del aire. A Henao, que es ingeniero ambiental, se le ocurrió que con microalgas podrían conseguir ese fin.
Utilizaron Scenedesmus, una especie de microalga endémica del Valle de Aburrá. Resulta que estas pequeñas plantas se alimentan de partículas PM 2.5 y CO2. Las PM 2.5 son las más dañinas para la salud humana y su presencia es la que prende las alarmas de las autoridades ambientales.
Cuando hacen la fotosíntesis, las microalgas se alimentan del CO2 y de las PM 2.5. Un tanque con ellas, que a la larga es el invento que llevó a Francia a los ingenieros, reduce el 60% del material contaminante dentro de un espacio cerrado. “Es un aporte vital a la salud en la ciudad. Las personas pasan la mayoría del tiempo en espacios cerrados. Nosotros lo hemos instalado en nuestras casas y notamos cómo respiramos un aire mucho más sano”, explica el ingeniero.
Por ahora, la idea es que el aparato sea utilizado en edificios públicos, aunque aún no se ha hecho contacto con las alcaldías. En este momento, los cuatro inventores están desarrollando un segundo prototipo que participará en el premio internacional Challenge Make the City.
La idea es que el aparato salga a la venta el otro año para que la gente lo pueda ubicar en su casa, con un costo estimado de $150.000. Los inventores están buscando que el mantenimiento necesario sea mínimo