El repicar de las campanas de la iglesia Santa Teresita del Niño Jesús anuncia que son las 10:00 a.m. El día claro y despejado es un motivo de felicidad para todos los habitantes del barrio Laureles, muchos salen a trabajar, algunos salen a caminar y otros simplemente pasan el tiempo en los parques del lugar.
Todo parece transcurrir en perfecta calma y tranquilidad, los amplios senderos peatonales, zonas arborizadas y calles amplias caracterizan a esta zona del occidente de la ciudad.
John Montoya, habitante del sector cuenta que “Laureles es un barrio muy tradicional y religioso, acá tenemos la presencia de varias iglesias dentro de las cuales destaca la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús en dónde, entre otras cosas, reposan los restos de los padres del expresidente Álvaro Uribe Vélez”.
Laureles, al igual que otros barrios de Medellín, fue planeado como un espacio habitacional para los obreros, especialmente para aquellos que trabajaban en Tejicóndor, que funcionaba en lo que hoy son dos hipermercados.
Hacia mediados de la década de 1950, la clase alta de la ciudad se desplazó hacia Buenos Aires, Villanueva y Prado Centro, por esta razón fue necesario que la administración de la ciudad contemplara la idea de expandirse también hacia otros lugares y puntos del municipio. Con el trazado de la avenida Bolivariana se realizó el diseño de lo que serían las nuevas casas y avenidas de Laureles y la sede de la Universidad Pontificia Bolivariana.
El maestro Pedro Nel Gómez fue el encargado de diseñar lo que se conocería como el barrio Laureles. Diego Arango, docente de la Universidad de Antioquia, dijo que “la idea original del proyecto era generar un barrio autónomo que rompiera la estructura reticular del trazado español que regía en la ciudad, por eso dentro del planteamiento se contempló la construcción de hospitales y mercados que a la final por diversas razones no fueron construidos”.
El nuevo barrio de los obreros terminó siendo un lugar habitado por la clase media-alta de Medellín. La calidad de los diseños, las amplias calles y las zonas verdes, hicieron de este espacio un fortín para la naciente clase alta de la ciudad.