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Ella es Alba Rocío, la primera vacunada en Medellín

Alba Rocío Montoya recibió su vacuna contra la covid-19 en el Hospital General de Medellín.

  • Alba Rocío Montoya tiene 58 años y lleva 28 trabajando en el Hospital General de Medellín. Foto Manuel Saldarriaga
    Alba Rocío Montoya tiene 58 años y lleva 28 trabajando en el Hospital General de Medellín. Foto Manuel Saldarriaga
  • Así salió Alba Rocío tras pasar media hora en observación después de recibir su vacuna. FOTO Manuel Saldarriaga
    Así salió Alba Rocío tras pasar media hora en observación después de recibir su vacuna. FOTO Manuel Saldarriaga
18 de febrero de 2021
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A Alba Rocío Montoya no le dicen Alba en el Hospital General de Medellín (HGM). A la primera persona vacunada en la ciudad contra covid-19, enfermera de profesión y quien ha estado en la primera línea de lucha contra la pandemia, la llaman “Pecas”.

Lo cuenta con orgullo y una larga carcajada que se escucha, pero no se ve por el tapabocas. “Ayer, cuando mis compañeros se enteraron de que sería la primera se armó el alboroto, me pedían fotos, Pecas por aquí, Pecas por allá, “venga para la foto que usted ya es famosa”, me decían. Todo se supo en las redes y hasta mi familia me llamó a avisarme que yo sería la primera”.

Montoya, desde marzo, cuando se declaró a la covid-19 pandemia, no ha parado de trabajar, quizá por eso cuando le confirmaron la noticia de la vacuna “ni me rogaron”, dijo, “eso fue de una. Mis compañeros me preguntaban que si no me daba miedo y no, por qué, yo sé que me tengo que vacunar”, y a pesar del alboroto supo que el del jueves sería un gran día. “Y dormí bien”.

El día llegó

Muy temprano estaba arreglada y maquillada para la ocasión. Sombra azul en los ojos y moño del mismo color en el pelo, para hacerle juego a su uniforme de trabajo, azul intenso. También se puso labial, aunque dice que con el tapabocas no se le ve.

Alba Rocío Montoya salió a las afueras del hospital a las 6:30 de la mañana rodeada de sus compañeros de trabajo y de las autoridades locales para mostrar que estaba lista (hasta llevaba en la mano el consentimiento informado, ese que cada persona que se vacune debe firmar para constar que lo hace de manera autónoma y voluntaria).

Siete minutos después llegaron las vacunas y hubo tiempo de unas palabras antes de la inyección: “Nos tenemos que vacunar, me tengo que vacunar por mí, por mi familia, por todo Medellín”, dijo.

Entró luego al puesto de vacunación del HGM, puso su brazo, el izquierdo, y a eso de las 7:15 de la mañana la imagen quedó registrada. “No me dolió y no me dio susto porque también soy donante de plaquetas, entonces estoy acostumbrada a las agujas, sí le sube a uno un calorcito en todo el cuerpo y se le queda en el brazo, pero me fue muy bien”, explicó luego de esperar media hora tras la aplicación del biológico. Ese tiempo es el que una persona debe permanecer tras ponerse la vacuna, para evaluar y verificar que no haya ningún efecto adverso. “Le dolió más al alcalde porque me apretaba la mano (risas). A mi no me dolió. No sentí miedo, soy sindicalista y los sindicalistas no somos miedosos”, insistió.

Así salió Alba Rocío tras pasar media hora en observación después de recibir su vacuna. FOTO Manuel Saldarriaga
Así salió Alba Rocío tras pasar media hora en observación después de recibir su vacuna. FOTO Manuel Saldarriaga

Una vida de vocación

Alba Rocío es una enfermera apasionada por su trabajo, ella llama al HGM “mi hospital” y hace un recuento de lo que ha vivido en 28 años de labores en esta institución: “Soy auxiliar de enfermería del Sena, trabajo en el Hospital General de Medellín hace 28 años. Entré al servicio de pediatría, luego en obstetricia donde vi nacer los hijos de mis amigos y compañeros e inclusive mi hijo menor nació aquí”.

Detalla que después la enviaron al servicio de urgencias y tras empezar a trabajar con adultos estudió gerontología, “por eso amo profundamente a los niños y a los ancianos”. Pero su carrera ha tenido otros cambios, “luego me ofrecieron irme a cuidados intensivos, hice subespecialización en cuidados intensivos adultos y pediátricos y aquí estoy, felizmente, amo mi hospital”.

El covid-19

La pandemia llegó con adrenalina, ella trabajaba en ese momento en el servicio de urgencias. “Ahí uno aprende que hay momentos muy difíciles que tenemos que solventar y que el paciente tiene que salir”. Ya en las UCI el trabajo era mucho más intenso y hasta emocional. Pasó nueve meses sin ver a su familia mientras atendía a los pacientes que tampoco podían ver a la suya. “Era muy complicado ver a las familias angustiadas por fuera y sin uno poderles decir en qué condiciones está su ser querido, pero luego se dio la idea de hablar en videollamada y esto fue importante”.

Alba hacía todo lo posible por poner esas videollamadas así los pacientes estuvieran sedados, “es que ellos escuchan cuando la familia les habla y hacen gestos, se mueven, entonces uno aprende a generar ese vínculo con ellos”. Ella ha vivido de todo en estos meses en UCI, “a muchos pacientes los acompañamos para que se fueran, pero también a muchos para que salieran bien de la covid”.

Recuerda que lo más doloroso fue ver partir a una enfermera de su área, Johanna Gómez, de 32 años, y quien falleció por complicaciones que le dejó la enfermedad (un mes después de que le dio covid): “Ella no tenía ninguna patología, verla deteriorarse y morirse fue muy difícil y aún lloramos. La acompañé desde el día en que la hospitalizaron hasta el día que falleció, eso me impactó a mí y a mis compañeros muchísimo y nos dejó a todos con la certeza de que nos teníamos que cuidar intensamente para cuidar a nuestros pacientes”.

También vivió momentos de frustración. “Imagínese qué triste, yo madrugar, venir a trabajar a diario y que me roben”. Dos veces fue atracada en el camino hacia el hospital, “no hay derecho, yo salir, en medio de la soledad a cuidar a la gente y que me atraquen”. Pero no fue la única desilusión.

Para cuidar a los suyos, Alba Rocío cumplió con el distanciamiento con su propia familia, todos los encuentros del año se dieron por llamada o video. Los cumpleaños de sus hermanos, eventos importantes, todo se hizo así para cuidarlos a ellos. “Y cuando veía gente haciendo fiestas solo pensaba en mis compañeros y yo, 24 horas en pie, todo el personal de salud trabajando, cansados, sin vacaciones ni compensatorios y la gente enfiestada: no hay derecho”. Ella recuerda cómo en el transcurso de la pandemia se ha dado de todo hacia el personal médico, “fuimos héroes, después maltratados, pero bueno, aquí seguimos en la lucha en bien de los pacientes”.

La primera enfermera vacunada contra covid en Medellín insiste en que esta vacunación es el comienzo de un renacer, “la esperanza de que en Antioquia y en Colombia no se muera más gente de covid. Tenemos que vacunarnos, obvio, todos tenemos que vacunarnos y que lleguen vacunas para todos en Colombia y en Antioquia”. Ese es su sueño.

Alba Rocío para el mundo, “Pecas” para sus amigos, termina la jornada atendiendo entrevistas. “Me siento como una estrella, ha sido emocionante, de verdad que sí”, confiesa y no quiere irse sin la oportunidad de hablarle a la ciudad, recordando la importancia de que a pesar de la vacuna hay que seguir usando el tapabocas y lavarse las manos.

El 18 de marzo será el día de su segunda dosis. Mientras tanto seguirá atendiendo a sus pacientes y esperando que llegue el día en que los infectados por covid y en UCI sean cada vez menos. “Aquí estaremos, para seguir liderando y atender la salud de todos”.

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