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Sin aire, como un paciente grave de covid, están los hospitales públicos de Antioquia. En el departamento hay 123 hospitales de este tipo y todos, en mayor o menor medida, han sentido la crisis provocada por la pandemia. Pero no solo el virus los azota: las entidades prestadoras de salud (EPS), junto con el Estado, les adeudan $1,1 billones. Así, con ese hueco financiero, muchas veces con el bolsillo roto, han tenido que enfrentar al coronavirus. Esta es la situación que viven.
La Asociación de Empresas Sociales del Estado de Antioquia (Aesa) lanzó el 10 de junio un grito de alerta. Fue, en realidad, un documento en el que se expuso la grave situación que atraviesan los hospitales públicos del departamento. Luis Alberto Martínez, director ejecutivo de esa entidad, la puso de relieve: “Las consecuencias de esa deuda de $1,1 billones son muy grandes. Como no se les paga a los hospitales, estos no logran cubrir los costos de operación. Esto ha desencadenado en muchos problemas con los proveedores y el mismo personal de la salud”.
Martínez detalló que los hospitales públicos deben $600.000 millones a sus proveedores, en especial a aquellos que venden medicamentos. Pero, como la plata es escasa, ni siquiera alcanza para cubrir a los propios trabajadores. Según las cuentas de Aesa, a ellos se les deben $300.000 millones.
“Algunos centros de salud deben vacaciones, primas y horas extras. También se les debe a contratistas. Esto lo que genera es un efecto inflacionario. Como los proveedores saben que los hospitales no pagan a tiempo, inflan los precios de los medicamentos o de los materiales quirúrgicos. Es una cadena muy negativa”, precisó.
El director de la Aesa señaló que esa cadena de sucesos que provocan las deudas se ha sentido con fuerza en las subregiones. En el Suroeste, Magdalena Medio y Nordeste hay hospitales con graves problemas financieros. El personal, al ver que no logran pagarles lo que merecen, decide migrar hacia el área metropolitana, en donde hay más oportunidades.
Martínez no quiso revelar los hospitales ni los pueblos en los que esta situación está sucediendo. “Es mejor no hacerlo público porque esto llevaría a que la gente no quiera ir a trabajar a ellos”, dijo. Lo que sí precisó es que en Antioquia hay 45 hospitales en programas de saneamiento fiscal y financiero. Estos fueron definidos por el Ministerio de Salud.
“Están en un programa de ajustes, donde tienen que reducir sus costos y los gastos y aumentar el recaudo. Si esto se logra, en teoría, se gana un excedente para pagar los pasivos. Eso es en el papel, pero en la práctica se están liquidando EPS y eso impide que se pueda salir avante”, puntualizó.
Todo lo anterior ha provocado que los trabajadores de la salud estén agotados. Y no lo están solo por luchar contra la covid, sino por el detrimento de sus condiciones laborales: “Tenemos un personal muy cansado física y mentalmente. La situación no motiva nada a los trabajadores, que se han sentido en soledad, abandonados por el resto de la sociedad”.
Carlos Valdivieso, presidente del Colegio Médico de Antioquia, señaló que “están muy preocupados por la situación. Lo que está pasando es una muestra sintomática de los problemas de nuestro sistema de salud. El asunto es que los recursos van a unos intermediarios que, muchas veces, no los giran a los hospitales. Es por eso que una reforma a la salud se hace imperativa. Las organizaciones médicas estamos trabajando en ideas para un proyecto de reforma”.
En cuanto a la pandemia, Valdivieso consideró que las deudas han afectado la atención de los pacientes. “Es en medio de esta emergencia sanitaria que necesitamos que a los hospitales se les paguen las deudas. Si esto no sucede, no hay forma de prestar un servicio a la población”, dijo.
Pero hay otra afectación de la pandemia que no se ha tenido muy en cuenta. Morales, desde Aesa, argumentó que los procedimientos que más generan ganancias, como las cirugías ambulatorias, se han cancelado durante las alertas rojas hospitalarias declaradas por la Gobernación. “Eso genera que los espacios para las cirugías dejen de utilizarse y, en cambio, los costos aumenten. Al final, los hospitales saldrán muy golpeados de esta situación”, concluyó Martínez al respecto.
Luis Gonzalo Morales es el gerente de Savia Salud desde mayo de 2020. Consultado por la deuda a los hospitales del departamento, el gerente respondió que esta ha venido disminuyendo en los últimos años. A finales de 2019, por ejemplo, ascendía a $525.000 millones. “La perspectiva financiera de la entidad ha venido mejorando. En 2020, por la pandemia, tuvimos menos demanda de servicios de salud y eso le permitió a la entidad tener utilidades por $185.000 millones. Se destinaron en su totalidad a pagarles a los hospitales. No nos quedamos con ningún peso”, dijo el gerente de Savia.
Morales resaltó como positivo que el 75 % de esos pasivos sean corrientes, es decir, que tienen menos de 150 días. Según sus cálculos, se están demorando 58 días, en promedio, para pagar a los hospitales. “Estamos pagando cumplidos, lo que pasa es que teníamos unas deudas viejas, que se acumularon desde 2014 y, en especial, entre 2017 y 2018. Las vamos a pagar”, declaró el gerente.
Para sanear la empresa se tiene un plan. La compañía quiere capitalizarse, es decir, vender un 25 % de sus acciones. Los compradores serían hospitales públicos y privados. Ya se hizo un invitación a esas entidades, aunque el gerente dijo que no podía revelar cuáles de ellas manifestaron interés en las acciones.
Los cálculos apuntan a que, con la venta de acciones, en tres años podrían pagarse las deudas a los hospitales: “Es cuestión de matemáticas, todo está calculado. Yo sé cuánto debo y cuánto voy a capitalizar. En cuatro años habremos pagado todas las deudas. Estamos solicitando a la Superintendencia de Salud un plazo de ocho años para sanearnos por completo. En los primeros pagamos a los hospitales y en los segundos cuatro generamos unas reservas que la empresa nunca ha constituido. Debe ser por $250.000 millones y solo tenemos $40.000”.
Debajo de Savia aparecen otras EPS con deudas también millonarias. Nueva EPS, por ejemplo, debe $114.000 millones; la de Coomeva EPS está por $69.970 millones. Nos pusimos en contacto con ellas para conocer sus versiones, pero, hasta el cierre de esta edición, no recibimos respuesta.
El año pasado, el Gobierno Nacional instauró la política de Acuerdo de punto final, con la que se pretende “sanear las diferencias y deudas históricas que existen entre los agentes del sector, garantizando el nacimiento del sistema de salud y generando mayor liquidez”, según el propio Ministerio de Salud.
En primer lugar, se hizo un análisis de las entidades que más deudas tenían. Según los cálculos del Gobierno, en el régimen subsidiado se pagarán deudas por $1,5 billones. Para Valdivieso, la aplicación de la política no ha sido suficiente: “La estrategia se ha cumplido de manera parcial. Todavía hay deudas por pagar con los hospitales y los profesionales de la salud”.
Morales, el gerente de Savia Salud, es más optimista frente al acuerdo. Mencionó que gracias a este acuerdo recibieron cerca de $110.000 millones que utilizaron en pagar las deudas con los hospitales. Una de las novedades de la política es que el pago se hace desde el nivel central y no territorial.
Para Jaime Gañán, profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, el problema del sistema de salud colombiano radica en la multiplicidad de actores por los que pasan los recursos. “Pensamos que el acuerdo final iba a ser una salida definitiva, pero no ha sido así. Si bien los recursos llegan, se han quedado en algunos sectores y se ha generado un embudo”, dijo el académico.
En cuanto a la afectación de estas deudas, consideró que se ve reflejada en los problemas de acceso al sistema de salud.
Para conocer los alcances del acuerdo de punto final consultamos al Ministerio de Salud, sin embargo, no se recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.
En lo que concuerdan todos los consultados para este artículo es que los hospitales, que venían mal antes de la pandemia, tendrán que hacer un esfuerzo sobrehumano para recuperarse después de ella