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El ingeniero Lucio Chiquito Caicedo es uno de esos patriarcas que cada sociedad evoca cuando quiere darle abolengo a su pasado. Y no es solo porque acaba de recibir el Escudo de Oro de Antioquia como reconocimiento a su carrera, sino porque en sus 107 años ha sido un personaje influyente de la ingeniería colombiana, socio fundador del gigante EPM y de empresas como Integral, Sedic, Camacol y la Escuela de Ingeniería de Antioquia. Apenas hace tres años había culminado su tesis para optar al título de Doctor de la Universidad de Manchester.
Nació en Cali el 22 de mayo de 1916, de madre valluna y padre paisa, de Quinchía, Risaralda. Becado por la Gobernación del Valle, decidió estudiar ingeniería civil en Medellín, luego de constatar que no había mejor lugar para hacerlo que la Facultad de Minas de la Universidad Nacional. Se graduó en 1941 y después de ver un aviso en este periódico se postuló a una beca del British Council para hacer una maestría en la Universidad de Manchester.
Durante años trabajó en su investigación sobre hidráulica y se graduó en noviembre de 1947. Los diplomas en inglés siguieron con títulos en las universidades de Colorado y Texas, además de una pasantía de un año en el Bureau of Reclamation of United States, en Denver, la entidad que regula y administra las grandes obras de ingeniería energética de los 17 estados del occidente de Estados Unidos.
Chiquito regresó al país a trabajar en una central en construcción en el Valle. Medellín en los 50 era una ciudad que pegaba el estirón para convertirse en urbe industrial. Por allá en 1942 se habían echado a rodar tres empresas municipales, una de energía; otra encargada del acueducto, la telefonía y el tranvía; y una tercera de empresas varias encargadas de recoger basuras, fabricar tubos para el alcantarillado y había hasta una planta pasteurizadora.
Resulta que Juan Guillermo Restrepo Jaramillo, el gerente de la segunda sección de las empresas públicas, la del acueducto, se trajo a Chiquito para que estudiara la construcción de la represa de Piedras Blancas y se garantizara el suministro de agua a esa urbe en crecimiento. Chiquito no solo se echó al hombro ese proyecto, sino que como ingeniero jefe impulsó la fundación de EPM en 1955. “EPM ha sido el factótum de Antioquia. Factótum es la persona que hace todo por otra. O por otras. La sacó del atraso. Nuestros antepasados eran inteligentes. Se preguntaron qué se necesitaba para vivir bien, sanos, alegres, productivos. La respuesta fue simple y contundente: servicios públicos. Y se pusieron a trabajar para lograr esa meta”, ha contado el ingeniero Chiquito.
Después fue socio fundador de compañías como Integral S.A. en 1955, Sedic S.A. en 1971, Camacol en 1958, la Escuela de Ingeniería de Antioquia en 1978, del Club Rotario de Medellín y también es miembro fundador de Kudos, una sociedad científica impulsada por la Institución de Ingenieros Civiles que tiene su sede en Londres.
“Yo no dejo de pensar, incluso sigo pensando hasta dormido. En sueños resuelvo problemas de geometría, y lo resuelvo bien. Para la memoria, entonces, nada de cigarrillo, nada de licor”, contó Chiquito en el libro conmemorativo por los 60 años de EPM.
“No tuve zapatos hasta los 8 años, pero eso no fue impedimento para salir adelante, me refugié en la disciplina, la constancia y el estudio para cumplir mis sueños. Que bueno poder inspirar y dejar un legado a las futuras generaciones. Aprovechen el tiempo y luchen por los sueños, que todo es posible sin importar la edad. No sé si me quedan pocos o muchos años, solo sé que los que me queden viviré solo el presente, con ilusión, esperanza, humildad y sobre todo mucha gratitud”.
Esta semana, al entregarle el Escudo de Oro de Antioquia, el gobernador Aníbal Gaviria lo destacó como un símbolo de excelencia en la ingeniería y un faro de conocimiento. “Es un reconocimiento a una mente brillante que ha hecho historia en la ciencia y ha creado las más emblemáticas instituciones”, dijo.
Y no es para menos, porque Lucio Chiquito Caicedo es uno de los personajes más influyentes de la ingeniería colombiana durante el siglo XX. No faltaba diploma ni medalla, pero ahora está certificado que es un antioqueño de oro.