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Contaminación por ruido, una amenaza en el Valle de Aburrá

El 9,1 % de la población en la región está afectado; a 2030 subiría al 80 %. El Área actualizó mapa del fenómeno.

  • El 9,1 % de la población en la región está afectado; a 2030 subiría al 80 %. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
    El 9,1 % de la población en la región está afectado; a 2030 subiría al 80 %. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
17 de octubre de 2019
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Infográfico
El ruido, por encima de los límites en el Aburrá

Puede que el número no parezca tan alto: el 9,1 % de la población del Valle de Aburrá está expuesta a un ruido superior al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). No obstante, ese porcentaje representa a 337.900 personas, que es como si juntáramos todos los habitantes de Itagüí y La Estrella. Entonces, se vuelve una cifra alarmante.

Estos indicadores los entregó el Área Metropolitana (Amva) que, como entidad ambiental, por ley debe actualizar cada cuatro años el mapa de ruido de la región. Durante el año pasado efectuó 132 mediciones en 33 puntos y, por primera vez, publicó una radiografía de la contaminación auditiva que incluye a los 10 municipios que la conforman.

La OMS recomienda que una ciudad no debe superar los 65 decibeles, pero en zonas de Medellín como los alrededores del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, donde está uno de los siete radares sonoros del Sistema de Alerta Temprana (Siata), todos los días de septiembre se rebasó ese máximo (el nivel más alto diurno fue 72,6 y el nocturno de 71,6).

Lo mismo ocurre en Girardota, donde hay otro sensor. Aunque la tolerancia en horas nocturnas baja hasta 55 decibeles, este municipio superó ese nivel durante el mes pasado. Sabaneta e Itagüí oscilan por días en los indicadores de ruido, pero también fueron señalados como dos municipios con alto grado de contaminación auditiva.

Lo grave, según el Amva, es que de no implementarse un plan de acción, a 2030 la población afectada no será el 9,1 %, sino el 80,2 %. Las principales fuentes de ruido, además del tráfico vehicular en toda la malla vial, el cual ocupa el primer lugar, son la industria, el comercio, el metro y el aeropuerto Olaya Herrera.

Efectos del ruido en la salud

Gabriel Jaime Maya Vasco, magíster en Epidemiología y docente de la Universidad de Medellín, explicó que esta problemática está relacionada con la aparición de enfermedades en las personas. Indicó que hay estudios internacionales que demuestran que el ruido puede causar problemas cardiacos, hipertensión, afecciones cerebrovasculares, estrés, depresión, trastornos del sueño, pérdida de la audición, tinitus (zumbido en los oídos), entre otros.

Estos efectos en la salud no son muy conocidos por la sociedad, indicó Luis Eduardo Tafur, director del proyecto de Mapas de Ruido del Valle de Aburrá, que el Amva desarrolló en conjunto con la Universidad San Buenaventura. El investigador manifestó que con los datos obtenidos se puede entrar a mitigar las consecuencias de la contaminación auditiva, que puede generar cambios en los comportamientos o la convivencia de los habitantes de una zona afectada.

Por su parte, la profesora del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, Miryam Gómez Marín, señaló que hay que prestarle cuidado a las horas nocturnas, pues con los resultados del estudio del Amva se pudo establecer que el promedio de decibeles oscila entre los 58 y los 62 decibeles, cuando debería estar por debajo de los 55.

La docente ha participado desde 1998 en la creación de todos los mapas de ruido del Aburrá; no obstante, explicó, hasta el 2005 se hacían de manera manual, sin la tecnología ni las proyecciones que permiten los nuevos desarrollos que serán vitales en la implementación de políticas para enfrentar el problema.

¿Qué harán con los datos?

Eugenio Prieto, director del Amva, destacó que, aunque la Resolución 627 de 2006 (Ministerio de Ambiente) solo obliga a medir la contaminación sonora en municipios con más de 100.000 habitantes, la entidad decidió hacerlo con todas las localidades para no tener discontinuidad en la información.

Agregó que con el mapa se creará una plataforma para que, al igual que como sucede con el tema de la calidad del aire y los radares del Siata, la ciudadanía pueda acceder a los datos y analizar qué está pasando con el ruido en su barrio y en toda la ciudad.

También expresó que “el monitoreo debe ser permanente” y no solo cada cuatro años, por lo cual la directriz es robustecer la red (siete sensores) con la que se cuenta.

En este sentido, el director del Siata, Carlos David Hoyos, señaló que dentro del plan integral que se está formulando también se incluye la tercera fase de Ciudadanos Científicos, una estrategia en la que voluntarios acceden a prestar sus casas u oficinas para instalar sensores que miden variables como la contaminación del aire.

A los 300 puntos que tiene esta iniciativa les acondicionarán medidores de ruido que aportarán información en tiempo real.

Prieto observó que al reforzar el sistema para identificar los focos específicos del problema será más fácil implementar acciones. La meta del Amva, en lo que llama Plan de Acción para la Prevención y Control del Ruido, es evitar que a 2030 se llegue al 80,2 % de la población afectada y, por el contrario, reducir la cifra actual de 9,1 % a 7,7 %.

El director adelantó que las medidas que serán consignadas en un acuerdo metropolitano estarán enfocadas, por ejemplo, en la revisión de la calidad de las construcciones. “Hay que ver con qué materiales se edifica, porque es común que en un apartamento se escuche lo que hacen los vecinos”, expresó.

La movilidad también es otro punto clave, indicó Prieto, y en este tema Medellín avanza en la migración hacia un ecosistema de vehículos eléctricos, que generan menos ruido que los de combustión.

Dentro del plan también se contempla fomentar más campañas educativas, la formulación de planes de ordenamiento territoriales sostenibles, reducción de ruido en obras civiles y operaciones aeroportuarias, la creación de sistemas de vigilancia para identificar los efectos del ruido en la salud, entre otros.

El docente Gabriel Jaime Maya Vasco subrayó que lo importante, además de las políticas antes mencionadas, será que la gente adquiera consciencia de respeto hacia los otros desde sus hogares, pues las quejas por ruido surgen tradicionalmente entre familias.

Luego, propuso, el Amva podría estudiar la semaforización, porque paradas cada 50 metros crean congestión y, los vehículos encendidos, una fuerte contaminación sonora.

El caso es que el Valle de Aburrá aún puede reaccionar a tiempo y evitar que las 3.730.489 que viven en la región tengan que soportar un hábitat ensordecedor.

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