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El iniciador político del alcalde Daniel Quintero hace 15 años, a quién este le encomendó la dirección de la joya de la corona, salió de la gerencia de EPM con una declaración de insubsistencia. Decidido a hablar sobre las fracturas que tuvo con el mandatario, atendió ayer a EL COLOMBIANO. Este fue el diálogo que sostuvimos y que puede ver completo en la página web. A propósito de las menciones de Rendón sobre la secretaria Privada de Medellín, María Camila Villamizar, buscamos su respuesta y nos dijo que por ahora no daría su versión para respetar el gobierno corporativo de la empresa.
¿Cómo terminó por fuera de EPM con solo 13 meses de su gestión?
“Todavía no lo he podido procesar, estoy absorto. El año empezó tranquilo, con reconocimientos por la gestión lograda, evaluamos el avance de Hidroituango y el ritmo con 5.000 trabajadores, además de la renovación con los contratistas que hace que tengamos un ambiente muy bueno para llegar a 2022 a generar con dos unidades. Y la llegada al Caribe nos está entregando resultados fabulosos, es un proyecto estratégico. Hicimos inversiones por $700.000 millones en el año, contando las que venía haciendo el Estado, ya hay un 20% menos de suspensión de servicios. Solamente estos ejemplos valieron una referencia generosa, porque estábamos cumpliendo las expectativas que tenía el alcalde.
A renglón seguido me dice que llegó la hora de concluir mi misión en EPM y que quería que fuera cuanto antes. Le dije que me diera una razón porque un gerente de EPM no es un secretario de despacho, mover un gerente significa preparar los mercados porque tiene sensibilidades en el sector financiero. Pero él quería cuanto antes, le cogió un afán impresionante, que tenía ser ya o ya. Lo único explicable, ya un poco especulativo, lo asocio a una reacción desagradable que tuvo el alcalde, cuando el 7 de enero me estuvo llamando la secretaria Privada, María Camila Villamizar, y yo no le contesté porque venía muy molesto con unas intervenciones de ella en la empresa. Me dijo en sus términos, ‘hombre gerente, cuando llama María Camila es el alcalde el que llama’. Le dije que hace mucho tiempo ella estaba pasando líneas peligrosas de autonomía, estaba pasando los procesos internos, se mete en conversaciones privadas y no lo voy a permitir. Le dije que le contestaría cuando aprendiera a construir respeto”.
Eso fue el 7 de enero y nos dice que el alcalde le pidió la renuncia el 14. Pero el 22 de enero desmintió su salida y dijo que estaba haciendo una magnífica labor, ¿qué pasó?
“Lo que siguió fue tensión, presiones, hostigamiento. Me llamaba para decirme que ya necesitaba las vacaciones, que no le fuera a fallar, que era determinante que se la presentara (la renuncia). Ya estaba pasando una línea de respeto preocupante, obviamente lo entendía por ser la autoridad y tener las competencias para nombrar y desnombrar, pero no su urgencia. El 26 de enero me lo puso como ultimátum, me dijo: ‘ese día te quiero con una renuncia o con vacaciones sin retorno’. Cuando llegó el momento de presentarla, le dije a la junta: ‘el alcalde está diciendo que yo voy a renunciar, yo no he renunciado ni voy a salir a vacaciones’. Siguió una reacción y tuve el deber de enviar una carta en la que pido citar a una reunión extraordinaria, porque es un tema sensible y esto tiene líneas de gobierno corporativo”.
¿Y por qué no renunció?
“Por la preparación a la salida, yo puedo salir en cualquier momento y la vida sigue y uno no se aferra a los puestos, pero es pensando en el riesgo de una salida no explicada. Lo veía a él con mucho afán de que cerrara rápido y no se estaba explicando satisfactoriamente. Ese era mi miedo, pero la junta lo acompañó y en una situación que nunca me había pasado en mis cargos, me dijeron que me tenía que hacer a un lado. No era necesaria la insubsistencia, porque ya había anunciado en la junta que me separaba de las funciones. Sorpresivamente me llaman en la noche que estaba listo el decreto. Soy abogado, y no era necesario reforzar una decisión, de pronto con rabia, que no es buena consejera para un alcalde, y obviamente generar unos fenómenos jurídicos que cualquier abogado podría leerlos como una desviación de poder. Nunca me detengo en esos reparos pero está planteada esa posibilidad”.
¿Posibilidad de demandar el decreto de insubsistencia?
“Nunca ha sido mi costumbre, lo tengo descartado, pero no falta quien dice que debe procederse por la responsabilidad de un alcalde que actúa de manera precipitada. Sería una cuestión de legalidad de un acto mal expedido y una situación que está viciada por el consentimiento cuando se muestra esa saña, pero no está en mí, lo que quiero es tomarme vacaciones pero retornar”.
¿Cuál fue la motivación de la carta del domingo?
“Hubo un emisario que me hablaba en nombre del alcalde y me dio un ultimátum, que para el domingo a las 12 del día debía estar la carta de renuncia y si no venía el decreto de insubsistencia. El alcalde dice que cuando lo presionan él responde en reversa, vi una presión de ese orden y en lo que pensé fue en un escenario neutral como una junta directiva. Quedé tranquilo de que pasó por el órgano colegiado de la organización”.
¿Quién fue el emisario?
“Prefiero reservar el nombre”.
Háblenos del rol de la secretaria Privada en EPM.
“Ha asistido de forma permanente a las juntas directivas, siempre acompaña al alcalde. Más luego al alcalde le pareció importante que también fuera a los comités de junta a los que ni siquiera asiste el gerente. Ella sí asistía, incluso llevaba más secretarios de despacho, eso lo avaló la misma junta directiva saliente, que le dio el aval para que profundizara su participación. Empezó a sentirse cómoda y fue caminando más en la organización, fue interactuando con los gerentes y vicepresidentes, hasta que me di cuenta que estaba ordenando investigaciones como la de Camargo Correa, sin que yo diera una autorización, muy en la idea de encontrar algo que pudiera comprometerme. Cuando lo supe, puse en conocimiento a la auditoría interna para que investigara mi actuar. Esas cosas lo van cargando a uno y llevaron a decirle al alcalde que no más. Además se metía en mis reuniones privadas, pasó un par de veces, una en especial cuando vino el procurador General a Medellín en diciembre. Suspende una junta que estaba presidiendo para querer saber que hablaba con el procurador. Me mandó a decir con mi asistente que tenía que estar ahí por orden del alcalde. Inadmisible, eso fue el determinante para que el alcalde reaccionara a mi reclamo”.
Explíquenos eso que dijo de que el alcalde pretende que EPM sea una secretaría de despacho.
“Por su comportamiento, a uno le da la impresión que el alcalde no tiene clara esa línea de gobierno corporativo. Pero debo decir que no se ha violado, viví la crisis pasada cuando la comunidad financiera internacional hizo reclamos por la renuncia intempestiva de la junta. Ya sé que es eso, fue muy exigente, y lo superamos para volverlo a vivir ahora por no tomar cuidado, no me parecía, tomé mucha más atención para que episodios así no volvieran a ocurrir”.
¿Qué poder tiene hoy la secretaria Privada en EPM?
“El que le quiera dar el alcalde, pero ella se daba unas licencias de poder profundizar, se hace en una sala alterna, todo el que sale de la oficina es qué habló el gerente. Se inventa cosas para hacerle ruido al alcalde. Por eso mi determinación es no más esta señora en EPM y sin embargo el alcalde la llevó a estas últimas juntas. Valdría la pena repensar el papel de esas personas que no deben interferir en los procesos activos de EPM. Espero que la gerente encargada, que sé que tiene una relación estrecha con Camila Villamizar, le plantee de una vez la definición de la autonomía”.
¿Cómo pasa usted de ser el mentor e iniciador de Quintero en la vida política, de ocupar el principal puesto en la empresa insignia del Municipio, a ser declarado insubsistente?
“Lo he lamentado mucho, para serle sincero, se lo he dejado saber a mis personas más cercanas, el Daniel que gobierna la ciudad no es el Daniel amigo que acompañé por 15 años. Ese Daniel era coloquial, alegre, divertido, muy inteligente, estudioso, tiene metodología, pero hoy ojalá se pusiera el traje de amigo y estoy seguro que luciría demasiado. Lo tenía en campaña seguramente porque logró tantos votos, y él tiene esa manera de conectar con las personas, pero lo siento hoy en plan de dar muchas batallas en muchos frentes al mismo tiempo.
Se lo digo como una crítica sana y una invitación sentida, apelando al Daniel amigo: ‘estás a tiempo de reaccionar, Daniel, llevas un año, tienes ejecutorias para mostrar y tienes un vínculo y una base que sabe de tus capacidades. Solo es abrirse a oír, se gobierna oyendo. No puede aislarse y tener excesiva confianza para construir esas decisiones”.
¿Qué tanto influyó el nombramiento de Blanca Liliana Ruiz como gerente de Afinia?
“Sin duda no fue del gusto del alcalde. Desde el principio le dije que a Caribe se lleva el ADN de EPM, es lo que esperan seis millones de usuarios. Blanca Liliana lleva 25 años siendo directora de regulación y es una autoridad en el país”.
¿Qué planes tenía el alcalde para esa gerencia?
“Seguramente era posible encontrarlo en grandes personas del medio, de los gremios. Pero rápidamente llené ese vacío y le dije que iba el ADN e iba ella encargada un año”.
¿Por qué la investigación por la filial de Camargo Correa?
“Obviamente estaban buscando algo para incomodarme, que fuera determinante para quitarme valor moral. Así lo entiendo porque el documento sale para el alcalde. Tengo la tranquilidad de que no es una situación que tenga compromiso de responsabilidad porque se actuó de buena fe”.
¿Pero qué fue lo que pasó?
“Camargo Correa hace parte del consorcio constructor de Hidroituango. En 2018, antes de la contingencia, las empresas que hacen parte del consorcio empezaron a reestructurarse. Camargo Correa dividió la razón jurídica en dos: Infraproyectos e Infraconstructores. Le mandó el mensaje a EPM para que le autorizara esa operación. EPM nunca respondió, llegó la contingencia y eso se congeló. Ahora que se estaba firmando la prórroga de los contratos, volvió a jugar otra vez el consorcio y su composición. Resulta que el vicepresidente de Proyectos, al que está delegada la responsabilidad de la firma y al equipo jurídico, tuvieron una omisión que es justificable a mi juicio, y es que no fueron a verificar en la oficina de registro de Brasil si estaban al día o si había ocurrido algún movimiento en la integración de sus empresas. Se confiaron y lo llevaron al acta de modificación bilateral sin verificar ese requisito. El hallazgo ocurrió, la junta se tuvo que reunir dos veces para estudiarlo, pero finalmente los abogados dijeron que se resolvía con una nota aclaratoria. Es cuestión de que Camargo Correa acepte que EPM nunca aceptó esa propuesta. Ese fue el documento que se preparó y espero que se esté firmando hoy (ayer). No veo mala intención”.
¿Usted fue víctima del juego que ayudó a propiciar cuando la junta renunció y se formó un cisma?
“Tengo que reconocer que la iniciativa estaba bajo mi responsabilidad y obviamente del vicepresidente jurídico de la empresa. Me esfuerzo en hacer pedagogía de lo que pasó allí. Las partes terminaron entendiendo, pero ante la opinión pública quedó la sensación de que se había demandado de manera afrentosa, que se estaban persiguiendo empresarios. La junta pasada tenía una estrategia de que esto se resolvía solo llamando a conciliación a Integral y a la compañía Suramericana, por $5,5 billones. Mi posición es que me parece bien la conciliación, pero llamar a todas las partes por su nombre, y que sea un juez quien decida la responsabilidad. Los $9,9 billones salieron de una constatación con el área financiera por el lucro cesante, más los daños en el proyecto. Mapfre ratificó que reconocía el siniestro. Tuvo buen ambiente, pero otros actores de la ciudad lo vieron como fracaso”.
Pero más allá de la explicación técnica, le pregunto por los errores de procedimiento que generaron una ruptura con la junta anterior y una crisis sin precedentes en EPM.
“Como ser humano reconozco errores todos los días porque estamos llenos de imperfecciones, lo importante es que sean de buena fe y pensados cuidadosamente. Ya queda en un escenario de interpretaciones. Hay quien dice que no era el momento para demandar, pero no era una opción sino una obligación. Si solo demandamos a Integral caduca la acción para llamar a todos”.
Permítame le reitero, ¿usted fue víctima de esa inestabilidad institucional que se generó bajo su mando?
“Yo creo que sí porque nadie hubiera deseado vivir la crisis o esa turbulencia que se generó, porque los que se fueron son prestantes empresarios de la ciudad. Cuando se presenta algo tan repentino, se generó un momento muy complejo que me tocó vivir. Mis reflexiones las hice todos los días. Puede ser con error desde la perspectiva de quien me esté escuchando, pero mantengo mi tesis, había que hacerlo. Mi afán era que las partes me entendieran el discurso, porque no se resistieron a la conciliación, no se opusieron a la demanda y no fue obstáculo para renovar los contratos”.
¿Qué tan transparente es hoy la contratación en EPM y qué tan politizada está?
“Todos los procesos de contratación deben ser examinados periódicamente. En una construcción de poder es probable que ya tengan gente que está defendiendo los mismos proveedores, sin que se apueste a la corrupción. Hay que reaccionar y por eso propuse aplicar la ley que estableció el pliego único para proyectos. Eso lo tenía como política para decretarlo en estos días. La otra era la compra eficiente que nos corrige la contratación de los vicepresidentes para abajo. La organización tiene niveles de exposición alto porque solo hay controles para los gastos del gerente general, pero los vicepresidentes pueden ordenar gasto hasta por 5.000 salarios mínimos sin más formalidades ($4.542 millones). En la sumatoria de 20 vicepresidentes y 250 gerentes eso compromete casi el 70 % del presupuesto. Sí resulta importante poner más ojos”.
¿Qué consecuencias tendrá ahora su salida?
“Es el tema más ruidoso de mi salida, lo hubieran podido evitar. Es muy sensible, lo viví en esa turbulencia, un trino del alcalde impactaba inmediatamente y me llamaban en la noche, ‘es que el alcalde sigue trinando’. Les decía, ‘vengan, soy un gerente que le está colocando estas murallas para que no se meta la construcción política de la ciudad aquí. Es muy exótico para el mundo financiero que EPM tenga este tamaño con un comportamiento exitoso, entonces cuando ven un agente político que es el dueño de la empresa, se estresan y empiezan a preguntar por qué el alcalde trata así a los constructores del proyecto. Les dije una vez que no me pusieran a responder por lo que no podía controlar. Si el alcalde es el líder de la ciudad, tiene sus contradictores, pero si no tenían reparo conmigo, de qué estábamos hablando”.
¿Qué contrapesos tiene el alcalde hoy en EPM?
“Por eso me tomé esta tarea de conversar, no estoy en ánimo retaliatorio. Cualquiera podría decir que fue por la insubsistencia, pero yo no trabajo con ese sentido de irresponsabilidad. Le dije al alcalde y a la junta que iba a promover este diálogo con la ciudad, porque si hubo una decisión discrecional al alcalde y no le dieron el tiempo para presentarla adecuadamente con la comunidad financiera, me parecía importante salir con estas comunicaciones dentro del marco corporativo de EPM”
Escanee el código QR y vea la entrevista completa con el exgerente de EPM, Álvaro Guillermo Rendón.