Para Eugenio Prieto Soto, director del Área Metropolitana, la premisa conjunta con las 10 localidades que conforman la entidad en el norte y el sur del Aburrá fue trabajar en proyectos que les permitieran seguir integrando el territorio.
En ese propósito, la autoridad ambiental y de movilidad se enfocó en obras claves como los intercambios viales de Induamérica, La Ayurá y la vía Distribuidora.
Desde la entidad también hubo que hacerle frente a una nueva contingencia ambiental por la calidad del aire, que sigue alertando a las autoridades locales cada año. Hubo nuevas fortalezas, como el Plan Siembra, que hoy suma más de un millón de árboles plantados en todo el Aburrá.
En entrevista con EL COLOMBIANO, Prieto evalúa estos últimos cuatro años a la cabeza del AMVA, con retos como la llegada de Envigado a la Junta Metropolitana, áreas protegidas y las nuevas estaciones de Encicla.
¿Cuál es el hecho más importante que ocurrió para el Área Metropolitana en los últimos cuatro años?
“El tema de calidad del aire, dejar un modelo sistémico, con una política pública territorial, con diagnóstico, conocimiento científico, un sistema de vigilancia en salud ambiental, biodiversidad y ordenamiento territorial, comunicación pública para la ciencia y un sistema de monitoreo y seguimiento (Siata).
Con esto logramos la disminución del 30 % de las concentraciones de material particulado 2.5, conseguimos que todos los actores se integren en el propósito de mitigar la contaminación y dejamos instrumentos para enfrentar la problemática a mediano y largo plazo: el Pacto por la calidad del aire, el Pigeca y el Poeca, este último que garantiza el estado de prevención, para no atender contingencias sino prevenirlas”.
Pese a esto, durante los cuatro años no hubo uno solo en el que no se presentara una contingencia por calidad del aire, ¿es inevitable tener una crisis?
“Parte de lo que vivimos fue un aprendizaje, y eso va de la mano con dos temporadas en el año que son el paso de tiempo seco a lluvias. Son dos momentos complejos porque la nubosidad impide la dispersión de los contaminantes y se ven agravados si hay Fenómeno del Niño. Así ocurrió en 2016, cuando declaramos la primera contingencia histórica, y así pasó este año.
Sin embargo, gracias al estado de prevención, hemos logrado disminuciones de contaminación significativas, al menos desde 2018 que lo empezamos a implementar. Si no hubiera sido así los resultados habrían sido gravísimos.
Debemos poder evitar las dos contingencias del año, hacer una transición energética y ecológica, migrando en el modelo productivo que está generando demasiada contaminación. Descarbonizar la economía, no esperar que colapse el territorio”.
¿Qué significó poder trabajar con Envigado dentro del Área Metropolitana?
“Es como cuando uno arma un rompecabezas y le queda algún hueco en el medio. Para la planeación del territorio era muy complejo que Envigado no estuviera dentro de esta figura asociativa. Lo primero que hice al llegar al Área fue trabajar en ese norte, hicimos una campaña de cinco meses y logramos la entrada del municipio.
El resultado ha sido beneficioso para Envigado y para el resto de municipios de la región. Hemos iniciado proyectos para desembotellar al municipio, que junto a algunos barrios de Medellín es la zona donde más se concentran los vehículos en el Aburrá. Era una meta y es satisfactorio dejar a los 10 municipios integrados en su planificación”.
¿Qué avances hubo para integrar el transporte público en el Valle de Aburrá?
“Es uno de los mayores avances que tenemos. Nos falta la cuenca 5, que está en Envigado y este municipio no hacía parte del Área en ese momento, pero los transportadores de esta parte ya presentaron propuesta. Trabajamos con la llegada de cuencas donde antes había empresas que eran competencia y se unen en un proyecto, ampliando las frecuencias, la cobertura, que incluyen el cambio de vehículos por nuevos con tecnologías más limpias.
Hemos logrado, de la mano de los empresarios, inversiones de alrededor de $350.000 millones. A través de convenios unos 1.185 buses se han transformado, 410 buses con tecnología obsoleta han salido. De Caldas a Barbosa ya se hace recaudo con la Tarjeta Cívica en los integrados del metro. Ahora contamos con un sistema de tráfico y control de flota en el que se monitorean las rutas metropolitanas y las de Medellín”.
Pero no se logró articular todas la secretarías de Movilidad, solo se unen cuando se decreta pico y placa ambiental, ¿deberían funcionar como una sola?
“Somos autoridad de transporte, otra cosa es el tránsito que es parte de la autonomía de cada municipio. Nuestro papel es el diálogo con las 10 secretarías y creo que se ha hecho bien, pero sin duda nos falta más.
Con más voluntad se podrían llegar a acuerdos y hablar, por ejemplo, del tema de los taxis, que no lo estamos resolviendo, y eso debería implicar que exista autoridad de transporte metropolitana como ocurre con los buses. También el tema de la carga, que lo asumimos desde lo ambiental, pero no desde la movilidad, para hablar de la logística de distribución urbana. No podemos esperar que se tomen decisiones desde el Gobierno”.
¿Con cuántas áreas protegidas queda el territorio al finalizar estos cuatro años?
“En 2016 teníamos cuatro áreas protegidas: La Asomadera, Piamonte, Volador y Nutibara. Unidas son casi 200 hectáreas. Nosotros tenemos hoy Trianón y La Heliodora en Envigado y Ditaires en Itagüí, que son 35 hectáreas nuevas, ya declaradas, con todos los estudios. Los empresarios y los alcaldes hacen un regalo enorme: 53 hectáreas del Club El Rodeo que fueron declaradas por el Ministerio de Ambiente como reserva natural.
Junto a la Alcaldía de Medellín acabamos de comprar el cerro de las Tres Cruces, que son 107 hectáreas. Es tan grande como el cerro El Volador. Duplicamos la capacidad que había en áreas urbanas protegidas”.
Encicla pretendía llegar a 150 estaciones; es decir, cerca de 100 paradas más de las que había al finalizar 2015, pero ahora solo afirman que llegarán a 130. ¿Fue demasiado grande la meta planteada?
“Hubo dificultades, como en el caso de las ciclorrutas, con las oficinas de Planeación. Incluso hemos tenido dificultades con demoras del contratista, pero vamos bien y para llegar a las 150, las que queden faltando en este año quedan completamente financiadas e, incluso, se tendrán que construir muchas más.
Ya entregamos completas las estaciones en Envigado y estamos instalando paradas en Itagüí y Sabaneta. Estudiamos bien donde ubicarlas, de acuerdo al sistema de transporte masivo Metro, cercanía a colegios, escenarios culturales, entre otros. Encicla cuenta con 3.200 bicicletas, algunas no están en las calles, pero irán saliendo cuando se entreguen las nuevas estaciones”.
¿Cómo termina la controversia del Túnel Verde?
“Somos respetuosos de la expresión ciudadana, pero también tenemos que responder como autoridad ambiental. El Consejo de Estado fue claro en decir que no era una licencia sino que era un permiso. En ese orden de ideas, aquí ganaron los ciudadanos muchísimo porque los cambios que se solicitaron desde la autoridad ambiental a ese proyecto son enormes. Ahora está en manos de Metroplús y de Envigado. Nosotros cumplimos con la responsabilidad que nos encomendaron, tanto de expedir el permiso, y respondimos con el más profundo de los respetos y con todo el soporte técnico”.
¿Cuál es la dirección a la que debe apuntar el área metropolitana y cuál es esa frustración que le queda en la transformación que se quería hacer de la entidad?
“El mayor logro es haber articulado a los actores del territorio alrededor de propósitos. Cuando hacíamos el plan de gestión, pensábamos que el problema era ambiental, de planeación o de transporte. Y era de articulación alrededor de lo público, privado y académico. Para nosotros el territorio debe seguir dialogando, conversando, porque es alrededor de esos acuerdos como se dan las transformaciones.
Hay veces que nos quedamos esperando la norma nacional, el cambio, y no gestionamos, cuando hay que tener es voluntad. Lo que ha demostrado el Área Metropolitana es que es el mejor esquema asociativo territorial de Colombia.
La gran frustración es el tema del catastro multipropósito, y la verdad es que no logramos el acuerdo con el gobierno departamental y ahora estamos buscando las rutas con la Nación porque es lo que nos entregó la norma, la 1753, porque el territorio necesita que sea más claro y más oportuno, más ágil”.
¿Y frente a la transformación de la entidad para alcanzar otros objetivos?
“Logramos cambiar el modo de pensar de una entidad que era más funcional a una que es más próspera en desarrollo sostenible. Teníamos problemas en la sistematización, o en los trámites de la data, hemos avanzado pero falta mucho. Hay una capacidad instalada enorme. Esta es una organización supremamente bella en su modelo de esquema asociativo territorial y en el patrimonio profesional, técnico que tiene. Hay una capacidad enorme que sin duda ha sido clave en estos logros”.
¿Cuál fue la obra más importante?
“Le respondo en dos, como buen contador público que soy. Desde la parte de infraestructura física: toda la parte del corredor oriental del río, donde se hace desde la vía distribuidora, el intercambio vial de la Ayurá, luego en Medellín me voy desde el Jardín Botánico por Carabobo y luego me sigo en el lado oriental por Bello. Es una obra monumental. Y si miramos desde lo cualitativo: haber logrado poner en modo gobernanza a los actores del territorio y a la institucionalidad”.
Con lo que se hace en el norte y sur con infraestructura, ¿para cuándo estaría lista?
“El próximo año el norte queda listo, tanto la fase dos como la tres que es el puente, y Copacabana que es la fase cuatro. Este año, terminando, entregamos un tramo de la vía Distribuidora y en el primer trimestre o cuatrimestre, el resto. Prácticamente queda terminado. Y el intercambio vial de La Ayurá que sí es más complejo, para el 2021, primer semestre”.
¿Qué sigue para usted? ¿Por qué no se presentó a la Alcaldía?
“(Risas) Pues yo lo estaba esperando, pero cuando llegó la hora de tomar decisiones, que se acercaba octubre de 2018, me dije a mí mismo: no es justo que dejemos todos estos procesos a mitad de camino. Consideré que no era prudente y por responsabilidad con el territorio había que continuar. Hoy siento más tranquilidad conmigo mismo, con la satisfacción del deber cumplido, si Dios nos permite, en alguna oportunidad estaremos. Si no, estoy tranquilo.
Acabo de inscribirme en la Universidad Politécnica de Cataluña a un doctorado en sostenibilidad, estoy enamorado del tema porque creo que sin eso no hay largo plazo. Muchas cosas que desarrollamos acá posiblemente las lleve a un trabajo de investigación. Vamos a ver qué más me trae el camino. Por ahora me voy a estudiar y a sacar adelante ese doctorado que espero poner al servicio del territorio”.