Salvar y rescatar perros abandonados o víctimas de maltrato es pan de cada día en Medellín, pero hay casos que rebasan los límites de lo posible y este es el de Drako, un ejemplar Bull Terrier que fue salvado de la muerte por una joven rescatista que, en solo 40 días, convirtió el canino que estaba prácticamente en los huesos en un ejemplar fuerte y casi listo para llevar una vida normal, dentro lo posible, claro, pues carece de algo fundamental en estos animales: los dientes.
El caso tiene conmovidos a varios grupos de la comunidad internacional protectora de esta raza, de los que la rescatista, Manuela Hincapié, hace parte, aunque para la capital antioqueña, tan ocupada en las celebraciones decembrinas, el caso pasó prácticamente desapercibido.
Todo empezó el 3 de diciembre, cuando a Manuela la etiquetaron en su cuenta de Facebook en una denuncia que hablaba de un canino encerrado en una pieza en un predio abandonado del corregimiento San Antonio de Prado.
Manuela, conocida por su carácter bondadoso hacia los animales, no dudó en acudir al rescate del ejemplar.
“El 3 de diciembre, así loca como siempre, sin pensarlo, sin haber recogido dinero y sin haber averiguado qué pasaba ni cuál era la situación, me fui a rescatar a este príncipe. Ha sido uno de los mayores retos que he tenido, pues es el primer perro que tengo con problemas de comportamiento con humanos (aparte de los tantísimos problemas de salud)”, escribió la activista en su cuenta de Facebook.
Para EL COLOMBIANO, Manuela relató que el estado que presentaba el animal fue mucho más deprimente de lo que esperaba hallar, pues tras tres años continuos de dedicarse a esta labor, nunca había visto un cuadro de dolor y abandono.
“El perrito pesaba diez kilos, estaba literalmente en los huesos, tenía heridas en la nalga, estaba mueco y se veía que llevaba muchos días abandonado a su suerte, encerrado con llave y sin alimentos”, relata. Dice que hubo que derribar la puerta para ingresar.
Lo que vino luego fue una odisea. Lo primero fue llevarlo a una veterinaria, donde se iniciaron todos los procesos para su recuperación. Estando allí, lo visitó una odontóloga que corroboró que Drako, como lo bautizó, tenía las 42 raíces dentales podridas, con fístulas en la boca y todos los dientes limados, seguramente consecuencia de su lucha por intentar salir del encierro y por masticar elementos duros para alimentarse, como plásticos, papel y otros.
“Una ecografía mostró que tenía muchos objetos extraños en su abdomen, se los tuvieron que sacar, pero le dejaron úlceras en el estomago, que ya se las trataron y lo recuperaron, pero le dio diarrea y tenía parasitosis”, cuenta Manuela, que cada que Drako logra un avance, lo publica en su cuenta de Facebook para la comunidad que la sigue interesada en conocer la evolución del animal.
Drako, en todo el proceso de atención y recuperación, pasó un mes en el centro médico veterinario. Los costos se elevaron a $4 millones, que ella pagó con donaciones especialmente de sus amigos del exterior, que son su brazo de apoyo para todas las campañas salvadoras de animales maltratados y en riesgo que adelanta de manera continua.
El pasado seis de enero, Drako, ya con un peso de 25 kilos, fue llevado a un campus canino en El Carmen de Viboral, donde será tratado por un conductista animal con el objetivo de quitarle su agresividad hacia los humanos, la cual adquirió seguramente como consecuencia del maltrato al que fue sometido antes del rescate.