Antonio Suárez saca el gordísimo talonario de hojas de resultados y números disponibles y mientras su cliente se gasta los ojos buscando algún número ganador, su hijo, un pelao con pinta de basquetbolista, le voltea los ojos y le repite algo que parece haberle dicho un montón de veces: que qué perdedera de tiempo, que si lo que quiere es apostar plata, él, con gusto, lo “pone a ganar” con sus aplicación de apuestas deportivas.
El hombre no se da por enterado. Cuando termina de revisar los números sin éxito renueva su suerte con otras tres fracciones de la Cruz Roja, Boyacá y la Medellín. “Y nos vemos mañana pa´cobrar”, le dice mientras se despide del lotero.
A un costado de la Iglesia de la Candelaria, en Parque Berrío, hay un pequeño oasis en el que sobrevive la tradición de la lotería. Son mal contados 25 loteros y miles de fracciones, billetes y números esperando a hacerle un guiño de suerte a los apostadores.
Al igual que el resto de sus colegas, Antonio tiene bien definido el perfil de apostador que sigue llegando a sus puesto: mayores de 45 años, comerciantes, estrato tres y pensionados.
Pero si el comprador de lotería se quedó detenido en el tiempo, a los loteros les pasó igual. Hace unos años Fedelco lanzó una estrategia para conquistar universitarios que renovaran el oficio del lotero en el país, pero no prosperó.
La Universidad de Antioquia hizo un informe sobre loteros en Parque Berrío y arrojó que el 82% son jefes de hogar, mayores de 45 años, y que los recursos de subsistencia propio y de sus familias dependen de lo que ganen vendiendo lotería.
Según Antonio, cuando llegó al oficio hace dos décadas ya la edad de oro de la lotería había quedado atrás y con ello los tiempos en los que vender suerte era un buen negocio digno de heredarse a los hijos.
“Pero de algo hay que vivir”, dice. Y las cifras respaldan su resignación. Según el informe de la U. de A. el 50 % de los loteros vende en promedio entre 5 y 10 billetes diarios o su equivalente en fracciones (cada billete trae tres fracciones).
Un vendedor de lotería se queda con el 20% de las ventas. Aunque los precios varían, un billete está alrededor de los $15.000 y la fracción a $5.000. De manera que si aspira a hacerse, por lo menos, $30.000 diarios para acercarse a un salario mínimo mensual, debe vender poco más de $150.000 diarios. Es una cifra difícil, concuerdan, los loteros.
La Medellín sigue fuerte
De 25 loterías que llegaron a existir en Colombia apenas sobreviven 15. Con un sector de las apuestas y el azar cada vez más saturado, el gremio le apuesta a conquistar nuevas generaciones y para lograrlo, según ha planteado Rocío Acosta Jiménez, presidenta de Fedelco, deben llegar a las plataformas digitales. Y lo han hecho: Desde 2020 las ventas de billetes de lotería por internet, que antes no pasaban del 5% de las ventas totales, se dispararon y hoy el 15 %.
Pero según Claudia Wilches, gerente de la Lotería de Medellín, la verdadera llave del futuro del negocio sigue siendo la fidelización y la confianza, en medio de la atosigante oferta de apuestas que tienen los colombianos y particularmente la población joven.
La lotería paisa, que cumplió 91 años, ha sabido jugársela. En 2021, entregó $52.395 millones a los apostadores. Esto quiere decir, según cálculos de Coljuegos y el Consejo Nacional de Juegos de Suerte y Azar, que quien compró el año pasado la lotería antioqueña tuvo 19,53% de posibilidad de ganarse algún premio. Ninguna otra lotería ofrece tal garantía.
Y eso lo ha logrado con un plan de premios robusto. Precisamente hace una semana anunciaron el premio del Sorteo Extraordinario decembrino con un gordo de $20.000 millones, un plan de premios de $52.000 millones, además de raspa y gana para dos camionetas, televisores de 60 pulgadas y bonos.
Según Wilches este año la Medellín ha entregado cerca de $60.000 millones a la salud y proyectan que con la venta del Extra aumenten un 5% más para las transferencias, esto sería $3.000 millones más para la salud.
En lo que va del cuatrenio van $230.000 millones transferidos al sector salud del departamento, es decir, para financiar a los pacientes del régimen subsidiado que acceden al plan de servicios de Savia Salud.
Más del 90% de esa plata que se mueve en Antioquia, no solo para la salud, sino para el deporte y obras sociales, son fruto de las horas de trabajo bajo el sol y el agua del menguado pero tenaz ejército de loteros.
A Antonio, que asegura que desde que empezó a vender lotería ha escuchado sobre estrategias y planes que no pelechan para conquistar a los menores de 30 años, no le parece preocuparle mucho lo de la renovación de la clientela. Tampoco le inquieta mucho que la venta de billetes por internet siga al alza.
Explica, con la soltura de quien maneja un tema al dedillo, que detrás de la compra de lotería hay una especie de tradición, de rito, que no tiene ninguna otra forma de azar con las que compiten las loterías y por ello todavía hay una fracción importante de población para la cual esta es una actividad imprescindible.
“El negocio de la lotería tiene algo que otros negocios sueñan: una clientela fiel y un gremio comprometido. Yo, por ejemplo, aunque a veces me siento agotado no estoy dispuesto a jubilarme del oficio hasta no darle por tercera vez la suerte a alguien con el premio mayor”.
82%
de los loteros en la ciudad son jefes de hogares con más de cuatro integrantes.