Cuando tenía 17 años, el sueño de Fredy Londoño era manejar un bus, y para alcanzarlo empezó como todos los muchachos de los barrios: logró que algunos buseros lo llevaran de acompañante, les ayudaba a cobrar los pasajes y hasta les decía a los pasajeros que por favor se corrieran hacia atrás para que cupiera más gente, pero luego de 27 años de conducir ya poco quiere saber del oficio.
Si bien los primeros años lo disfrutó, los tiempos cambiaron y ahora, tras sus largas jornadas de trabajo, lo único que acumula es cansancio, estrés y secuelas de su labor: “antes manejar bus era distinto, ahora los viajes demoran mucho, las calles son muy estrechas y los carros parqueados no dejan pasar, es todo complicado”, cuenta Fredy (de 47 años), que trabaja para la empresa Cootransmallat, que presta servicio en los barrios Boston, Enciso, Golondrinas y otros de la comuna 8.
El gerente de esta empresa, Carlos Muñoz, es consciente de estas problemáticas, que considera similares en toda la región, donde el servicio público colectivo está pagando las consecuencias de una movilidad colapsada y una planificación que siente inadecuada para garantizar un tráfico fluido para 900.000 motos y 800.500 vehículos que ruedan por el Valle de Aburrá, según cifras del Area Metropolitana del Valle de Aburrá, Amva.
Dos temas básicos lo desvelan: la falta de controles al mal parqueo en los barrios y un pico y placa que se volvió insuficiente para mermar el tráfico en las vías. “Lo más grave que estamos sufriendo es el mal parqueo en las calles. Las personas se están tomando un carril completo para parquear sus vehículos y los buses se ven impedidos para pasar, porque son vías estrechas, empinadas, toca hacer pare y siga y todo eso se refleja en una demora en los viajes”, advierte Muñoz, cuya empresa cuenta con 40 buses y microbuses que benefician a cerca de 40 mil personas.
Según el directivo, la situación es tan caótica, que entre estos barrios y el centro de la ciudad la distancia si acaso llega a los 4,5 kilómetros, pero para hacer los recorridos los conductores tardan entre 1 hora y 20 minutos, cuando antes los hacían en 35 y 40.
“Lo malo es que esta situación no afecta solo a los conductores sino también a la comunidad, que en su mayoría tiene como principal opción de movilidad el transporte público colectivo”.
Adicional, el gremio considera que el pico y placa de un solo dígito es insuficiente, pues siente que el impacto en disminución de las congestiones es muy poco. Según la Secretaría de Movilidad, con el pico y placa se redujo entre 7 y 10% el parque automotor en las vías. Muñoz dice que es tan grave el problema, que ya se acabaron las horas valle: “antes había horas pico en la mañana y entre la tarde y la noche, pero ahora los tacos son todo el día”, expone.