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Antioquia perdió casi 500.000 hectáreas de bosque en 20 años

Quiere decir que cada año fueron arrasadas 24.600 hectáreas, dos veces el área del Valle de Aburrá.

  • Los suelos del Bajo Cauca sufren degradación extrema por la minería y la ganadería. En un megaplán por restaurar 10.000 hectáreas, la Gobernación ya restauró 460. FOTO julio césar herrera
    Los suelos del Bajo Cauca sufren degradación extrema por la minería y la ganadería. En un megaplán por restaurar 10.000 hectáreas, la Gobernación ya restauró 460. FOTO julio césar herrera
Antioquia perdió casi 500.000 hectáreas de bosque en 20 años
09 de abril de 2022
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Entre 2000 y 2019 fueron arrasadas en Antioquia 492.000 hectáreas de bosque. El departamento es uno de los cinco donde se concentra el 70% de la deforestación en Colombia, junto con Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo. Para revisar el comportamiento de la deforestación en las últimas dos décadas, el Observatorio de Bosques de Antioquia –OBA– publicó un informe en el que explora detalle de las causas.

El primer renglón entre los principales motores de deforestación se lo lleva la ganadería, responsable de más del 70% de las zonas arrasadas en el departamento. En cinco subregiones: Nordeste, Magdalena Medio, Occidente, Oriente y Norte la huella ganadera ha sido implacable transformando enormes extensiones de bosque para pasto.

En Bajo Cauca, según la investigadora del Observatorio, Jénnifer Calderón Caro, la ganadería entra en sinergia con la minería, copando áreas de bosque destruidas por la extracción minera y ampliando los focos de deforestación.

En Urabá y Suroeste la extensión de la frontera agrícola es la principal amenaza contra la riqueza forestal. Y en cuanto al Valle del Aburrá, la extracción forestal y la infraestructura cobran el 36% y el 10% del área boscosa respectivamente.

La soluciones al problema

De acuerdo con el informe del OBA, la deforestación alcanzó su pico más crítico en Antioquia en 2017 con 48.341 hectáreas taladas. En los años posteriores hubo una disminución progresiva, pero nuevamente el departamento sufrió un revés en el reporte del Ideam del primer trimestre de 2021 respecto al periodo anterior, en el que arrojó una pérdida de 12.645 hectáreas, un aumento del 9,5% que, según el secretario de Ambiente, Carlos Ignacio Uribe, se debió a que la reactivación de los mercados locales intensificó la presión de la ganadería y la agricultura sobre áreas de bosque.

Pero Uribe asegura que el departamento pasa por un momento histórico en la lucha contra la deforestación. El plan que adelanta la Gobernación tiene dos frentes. En reforestación, el secretario destaca que llegaron a 17 millones de árboles sembrados en una meta de 40 millones planteada a diciembre de 2023.

Esta cifra hace parte de una meta nacional planteada por el gobierno de Iván Duque de completar 180 millones de árboles sembrados a agosto próximo cuando entregue el cargo. Esta estrategia, sin embargo, ha estado provista de reparos del sector ambiental que señala falta de eficacia y viabilidad técnica del programa.

Pero Uribe dice que la estrategia de siembra masiva avanza sobre ruedas en Antioquia y que ha cumplido con los requerimientos de trazabilidad y georeferenciación, centrándose en la reforestación de cuencas hídricas abastecedoras de acueductos municipales y en reconversión de suelos de agrícola a forestal.

El otro gran frente de trabajo es la restauración de 10.000 hectáreas degradadas por la minería en el Bajo Cauca, en un esfuerzo conjunto entre el Gobierno Nacional, departamental, Usaid, autoridades ambientales, gremios y organizaciones civiles.

Restaurar este territorio es una de las mayores empresas que enfrenta Antioquia en materia ambiental, porque implica reconfigurar el paisaje: recuperar conectividad ecológica y garantizar que nunca más esas hectáreas restauradas caigan en manos de la explotación ilegal.

El liderazgo técnico de los programas de reforestación y restauración está en cabeza de la RIA, la única reforestadora pública del país.

Según apunta el secretario de Ambiente, a diciembre 31 de 2021 alcanzaron la restauración de 460 hectáreas. La meta –dice– es llegar a 1.300 en agosto. Restaurar cada hectárea cuesta $10 millones.

Uribe apunta que el éxito de todos estos proyectos depende de la participación de las comunidades. De hecho, cuenta que en el Bajo Cauca, madres cabeza de familia conforman la red de viveros que abastece en un 60% la restauración.

Y complementa que en el departamento 420.000 hectáreas de bosque se encuentran protegidas bajo algún esquema de conservación: guardabosques y pagos por servicios ambientales a campesinos y comunidades afro e indígenas.

La investigadora asegura que si bien el incentivo económico es importante, para asestarle un golpe decisivo a la deforestación son necesarios cambios de fondo como la transformación de los usos y las relaciones con la tierra.

Uribe reconoce que para acabar con la huella de la ganadería sobre la riqueza forestal del departamento es obligatorio migrar de la destinación de grandes áreas para convertirlas en prados hacia sistemas silvopastoriles en los que el ganado convive con los árboles en una dinámica de mutuo beneficio, que garantiza la riqueza vegetal. En Nordeste, Bajo Cauca y Urabá ya hay fincas con este modelo.

La Gobernación espera que el reporte anual del Ideam arroje una disminución del 20% o 25% de la deforestación. Lograrlo significaría que el departamento da un paso fundamental para cumplir los objetivos que trazó el 18 de febrero de 2020 cuando declaró la emergencia climática y prometió liderar la lucha contra la crisis climática que arrecia

Infográfico

Entre 2000 y 2019 fueron arrasadas en Antioquia 492.000 hectáreas de bosque. El departamento es uno de los cinco donde se concentra el 70% de la deforestación en Colombia, junto con Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo. Para revisar el comportamiento de la deforestación en las últimas dos décadas, el Observatorio de Bosques de Antioquia –OBA– publicó un informe en el que explora detalle de las causas.

El primer renglón entre los principales motores de deforestación se lo lleva la ganadería, responsable de más del 70% de las zonas arrasadas en el departamento. En cinco subregiones: Nordeste, Magdalena Medio, Occidente, Oriente y Norte la huella ganadera ha sido implacable transformando enormes extensiones de bosque para pasto.

En Bajo Cauca, según la investigadora del Observatorio, Jénnifer Calderón Caro, la ganadería entra en sinergia con la minería, copando áreas de bosque destruidas por la extracción minera y ampliando los focos de deforestación.

En Urabá y Suroeste la extensión de la frontera agrícola es la principal amenaza contra la riqueza forestal. Y en cuanto al Valle del Aburrá, la extracción forestal y la infraestructura cobran el 36% y el 10% del área boscosa respectivamente.

La soluciones al problema

De acuerdo con el informe del OBA, la deforestación alcanzó su pico más crítico en Antioquia en 2017 con 48.341 hectáreas taladas. En los años posteriores hubo una disminución progresiva, pero nuevamente el departamento sufrió un revés en el reporte del Ideam del primer trimestre de 2021 respecto al periodo anterior, en el que arrojó una pérdida de 12.645 hectáreas, un aumento del 9,5% que, según el secretario de Ambiente, Carlos Ignacio Uribe, se debió a que la reactivación de los mercados locales intensificó la presión de la ganadería y la agricultura sobre áreas de bosque.

Pero Uribe asegura que el departamento pasa por un momento histórico en la lucha contra la deforestación. El plan que adelanta la Gobernación tiene dos frentes. En reforestación, el secretario destaca que llegaron a 17 millones de árboles sembrados en una meta de 40 millones planteada a diciembre de 2023.

Esta cifra hace parte de una meta nacional planteada por el gobierno de Iván Duque de completar 180 millones de árboles sembrados a agosto próximo cuando entregue el cargo. Esta estrategia, sin embargo, ha estado provista de reparos del sector ambiental que señala falta de eficacia y viabilidad técnica del programa.

Pero Uribe dice que la estrategia de siembra masiva avanza sobre ruedas en Antioquia y que ha cumplido con los requerimientos de trazabilidad y georreferenciación, centrándose en la reforestación de cuencas hídricas abastecedoras de acueductos municipales y en reconversión de suelos de agrícola a forestal.

El otro gran frente de trabajo es la restauración de 10.000 hectáreas degradadas por la minería en el Bajo Cauca, en un esfuerzo conjunto entre el Gobierno Nacional, departamental, Usaid, autoridades ambientales, gremios y organizaciones civiles.

Restaurar este territorio es una de las mayores empresas que enfrenta Antioquia en materia ambiental, porque implica reconfigurar el paisaje: recuperar conectividad ecológica y garantizar que nunca más esas hectáreas restauradas caigan en manos de la explotación ilegal.

El liderazgo técnico de los programas de reforestación y restauración está en cabeza de la RIA, la única reforestadora pública del país.

Según apunta el secretario de Ambiente, a diciembre 31 de 2021 alcanzaron la restauración de 460 hectáreas. La meta –dice– es llegar a 1.300 en agosto. Restaurar cada hectárea cuesta $10 millones.

Uribe apunta que el éxito de todos estos proyectos depende de la participación de las comunidades. De hecho, cuenta que en el Bajo Cauca, madres cabeza de familia conforman la red de viveros que abastece en un 60% la restauración.

Y complementa que en el departamento 420.000 hectáreas de bosque se encuentran protegidas bajo algún esquema de conservación: guardabosques y pagos por servicios ambientales a campesinos y comunidades afro e indígenas.

La investigadora asegura que si bien el incentivo económico es importante, para asestarle un golpe decisivo a la deforestación son necesarios cambios de fondo como la transformación de los usos y las relaciones con la tierra.

Uribe reconoce que para acabar con la huella de la ganadería sobre la riqueza forestal del departamento es obligatorio migrar de la destinación de grandes áreas para convertirlas en prados hacia sistemas silvopastoriles en los que el ganado convive con los árboles en una dinámica de mutuo beneficio, que garantiza la riqueza vegetal. En Nordeste, Bajo Cauca y Urabá ya hay fincas con este modelo.

La Gobernación espera que el reporte anual del Ideam arroje una disminución del 20% o 25% de la deforestación. Lograrlo significaría que el departamento da un paso fundamental para cumplir los objetivos que trazó el 18 de febrero de 2020 cuando declaró la emergencia climática y prometió liderar la lucha contra la crisis climática que arrecia.

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