Arriesgan sus vidas para salvar otras: las de los animales. En Antioquia los traslados de especies salvajes de gran tamaño, que parecían exclusivos de países del primer mundo en África o Australia, ya son frecuentes y desarrollados por hombres y mujeres, con experticia y despliegue de recursos.
El más reciente movimiento desplegado fue el del caimán aguja, el viernes pasado en Puerto Berrío, un operativo en el que participaron 85 personas, entre policías, biólogos y veterinarios, y que se desarrolló con éxito en 5 horas.
No obstante la complejidad del traslado de esa especie de 200 kilos de peso y 3,41 metros de medida, otros operativos similares ya se han realizado en Antioquia, con destreza e igual éxito.
En el Magdalena Medio, por ejemplo, entre 2010 y 2011 dos hipopótamos fugados de la Hacienda Nápoles estaban poniendo en riesgo las vidas de los moradores de poblaciones aledañas, que casi estaban conviviendo con los animales. Fueron capturados y reubicados de urgencia.
David Echeverri, biólogo de la autoridad ambiental Cornare, encargada del procedimiento, recuerda que hubo seguimiento por más de tres meses. Luego se capturaron, lo más complejo y costoso.
“La logística de un traslado es difícil: hay que informarle a la comunidad lo que se va hacer, que haya disponibilidad de guacales y transporte. Con un hipopótamo, por ejemplo, hay que establecer perímetros de seguridad y monitoreo por 15 días, pues el animal se mueve mucho. Lo más dispendioso es capturarlo”, señala.