Salir de la Tierra es el reto físico más grandes al que se ha enfrentado un humano: es incómodo, solitario y desorientador. Esto porque el cuerpo es un complejo de huesos, tejidos y células que evolucionó para encajar en el ambiente terrestre.
En el espacio el cuerpo percibe rápidamente que no hay que lidiar con gravedad, los huesos pierden densidad ósea hasta 2% cada mes, la masa muscular hasta 5%. Esto se sabe porque en los últimos 21 años los astronautas han pasado mucho más tiempo en la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) que lo que Yuri Gagarin, el primer hombre en salir de la Tierra. Por eso es que la ISS está equipada para que sus habitantes hagan ejercicio con frecuencia e incluso usan cintas elásticas para minimizar la compresión de la gravedad en sus cuerpos mientras se ejercitan en una de sus caminadoras.
La microgravedad también puede poner más presión en la parte de atrás de los ojos y oprimir sus nervios ópticos. Varias estrategias se han implementado para minimizar algunos de los daños más severos de la falta de gravedad pero los viajes espaciales tienen otros impactos físicos y mentales dice Ángela Lorena Criales Vargas, especialista en Medicina Aeroespacial de la Universidad Nacional de Colombia, miembro de la Aerospace Medical Association y actual Secretaria de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Medicina Aeroespacial. Estos son: periodos irregulares de luz solar y oscuridad que perturban ciclos de sueño y una exposición a bombardeos con elevados niveles de radiación y partículas subatómicas llamadas rayos cósmicos. En la estación espacial, los astronautas reciben más de diez veces la radiación que lo que ocurre naturalmente en la Tierra.
El aislamiento los afecta y el sistema inmunológico de los astronautas se pone en alerta máxima, tanto al ir al espacio como al regresar a la Tierra. Su cuerpo actuaba como si estuviera bajo ataque.
A los viajes más largos se suman riesgos de estrés o depresión, cuenta Diego Urbina colombo-italiano con un master of science en estudios espaciales de la International Space University en Francia y quien pasó 520 días aislado como parte del proyecto Mars500, que buscaba recopilar datos, conocimientos y experiencia para ayudar a prepararse para una misión real a Marte.
Más allá de la salud física, a menudo hay un componente de salud mental para la recuperación. Estar en un espacio reducido con unos pocos miembros de la tripulación durante meses puede causar aislamiento, sentimientos de confinamiento e incluso depresión, explica el sitio web de la agencia espacial estadounidense.