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Generación es la revista cultural de EL COLOMBIANO. El cambio es el tema de este mes, el hilo conductor para celebrar que regresamos renovados.

  • El Teatro Pantolocos lleva casi 20 años construyendo una poética. Foto Cortesía
    El Teatro Pantolocos lleva casi 20 años construyendo una poética. Foto Cortesía
  • Historias de teatro desde la periferia
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  • El Teatro Pantolocos lleva casi 20 años construyendo una poética. Foto Cortesía
    El Teatro Pantolocos lleva casi 20 años construyendo una poética. Foto Cortesía
  • Historias de teatro desde la periferia
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Edición del mes | PUBLICADO EL 02 octubre 2022

Historias de teatro desde la periferia

En la ciudad hay muchos grupos conocidos y consolidados, y otros que llevan un trabajo más silencioso, también importante. Miramos a la periferia.

María Antonia Giraldo

Cuando se piensa en el teatro de Medellín, hay nombres que inmediatamente llegan a la cabeza. Leyendas que están desde los inicios de este arte en la ciudad y que han construido una obra propia, casi siempre desde el Centro y sus salas. El Matacandelas, el Pequeño Teatro, el Águila Descalza, por nombrar tres. Sin embargo, el arte se atomiza por todas partes y en las diferentes comunas y corregimientos aparecen iniciativas que también apuestan por construir memoria, buscar la expresión de la subjetividad o abrir caminos. Estas tres compañías son un ejemplo de la variedad de oferta y trabajo en los alrededores.

Teatro Clandestino

Julián Duque y Wend López querían traer el cabaret a Medellín, pero no importar las formas extranjeras, sino hacer una interpretación local porque veían la necesidad de abrir espacios que le dieran paso a la libertad y a la diversidad en la sexualidad, lo que este formato posibilita históricamente. Se trata de “entender que el sexo es diverso, que podemos estar tranquilos, hablarlo de una manera divertida, llegar al público y decirle ‘a quién le importa lo que le guste, cada quien puede ser feliz, vivir y experimentar su sexualidad de una manera sana y tranquila”, explica Duque.

Ambos se conocieron empezando la carrera de Arte Dramático en la Universidad de Antioquia, y aunque siguieron caminos diferentes, les quedó la idea de trabajar juntos, pues compartían los mismos intereses. Con esos puntos en común montaron “Se vino el cabaret”, una obra que les permitió llevar ese mensaje de libertad y eventualmente tener su grupo, para no esperar que otros los llamaran o los invitaran a participar, teniendo que adaptarse a la visión creativa de un colectivo. Historias similares las comparten varios de los estudiantes de esta carrera, el único pregrado en la ciudad, que se encuentran en las aulas y con las clases van creando tanto su visión como las afinidades que les permitirán juntarse para trabajar.

Empezar con un grupo es un reto (ellos iniciaron en 2019), porque demanda conseguir el reconocimiento del público, que toma años en alcanzar. Mientras tanto, se debe arar el camino buscando el apoyo de otros colegas que ya lograron consolidar una base y abren las puertas de sus salas a las nuevas voces, para diversificar su programación.

Historias de teatro desde la periferia

Teatro Musical de Colombia

El teatro musical es de amores y de odios, así como el cine, al que le gusta, le encanta, y al que no, lo odia. Eso lo sabe Laura Duque, una de las fundadoras de esta compañía, y todo el que ha trabajado con musicales. Ella lleva diez años en la compañía que creó junto con Juan José Saldarriaga y Samuel Rojas, aprendiendo esta verdad, y abriendo camino en un género que el público entiende lleno de prejuicios. El primero, que deben ser narraciones alegres y aleccionadoras, cuando todos los temas son posibilidad. La primera obra que montaron es “La tonada siniestra” y está inspirada en las terroríficas narraciones de Edgar Allan Poe.

El segundo prejuicio es que se trata de montajes elaborados, con presupuestos astronómicos, que solo son posibles en Broadway. Tampoco es cierto, aunque el teatro musical está lleno de fantasía y es algo que el Teatro Musical de Colombia sabe hacer para trabajar en proyectos corporativos para fechas especiales, también es cierto que una obra se puede montar con los mismos recursos del teatro convencional. Al fin y al cabo, el público entra a la sala asumiendo el pacto de imaginar, con la ayuda del montaje, el resto de la historia.

En los diez años de recorrido, Teatro Musical de Colombia se ha beneficiado de su enfoque en los negocios, también del aumento de popularidad de su especialidad, lo que los llevó a inaugurar su sede este año, en el barrio La Aguacatala, donde dictan cursos para diferentes públicos que se interesan en actuar y cantar. El reto es constante, por la falta de formación integral para los artistas, la necesidad de crear público y la inestabilidad del consumo cultural, que siempre termina de último en la lista.

Historias de teatro desde la periferia

Pantolocos

Cuando eran apenas unos niños, si acaso en plena adolescencia, Juan Fernando Muñoz, Camilo Baena y Tatiana Muñoz se encontraron en un taller que dio el grupo de Barranquilla Mimos y Clowns, en el Festival Mímame que se organizaba en Medellín. Se enamoraron del arte y empezaron a crear juntos, “a circular por diversos escenarios, a nivel local nos llamaban para todos los eventos comunitarios, posteriormente, fuimos a otros municipios y eso nos encantó, era la posibilidad de viajar, conocer e intercambiar con otros y otras a partir del teatro. Imagínate unos niños conociendo el mundo a través del arte. Desde ese entonces no hemos parado, incluso siendo menores de edad, alquilábamos casas, los vecinos creían en nosotros y, con lo que nos pagaban por nuestras obras, pagábamos el arriendo y fuimos comprando vestuarios, escenografía, utilería. Ahora, después de casi 20 años, estamos ubicados en una casafinca junto al ecoparque La Perla”, cuenta Baena.

Con el tiempo han construido una poética. “Mezclando técnicas del clown, la pantomima y profundizando en el corporal dramático es que hemos encontrado un lenguaje de expresión espiritual. Es como hemos encontrado que nuestro cuerpo puede hacer visible el pensamiento”, explica Camilo.

La evolución del grupo ha sido constante y provechosa, aun así, quieren permanecer en su territorio, donde han construido una buena relación con la comunidad y participan desde el arte de diferentes procesos comunitarios. Les hacen falta mejores ofertas laborales, pues, en eventos como los festivales, se suele privilegiar las necesidades logísticas sobre la remuneración de los participantes, lo que resulta, cuanto menos, paradójico. Si fuera al contrario, no solo mejoraría la calidad de la programación, sino la calidad de vida de los artistas locales.

OTROS GRUPOS

Teatro Ayaneiba. En San Cristóbal, hacen formación en artes.

Corporación Caretas. Desde San Cristóbal.

Barrio Comparsa. Metodología de intervención artística y social desde Villa Hermosa.

Elemental Teatro.

Desde Santa Elena.

Comparsa Luna Sol. Trabajan la danza y el circo, en el Doce de Octubre.

Acrobatic. Desde el Doce de Octubre.

Politriarte. Tienen su sede en Robledo, con escuela y procesos comunitarios.

Corporación Cultural Altavista. Gestan dinámicas comunitarias desde Altavista.

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