Supongamos que usted compró recientemente un apartamento y lo financió con un crédito hipotecario que un banco le otorgó por un plazo determinado y una tasa efectiva anual del 16%. Está cancelando sus cuotas mensuales, pero le cuesta cumplir este compromiso porque sus ingresos disminuyeron hace poco. En esas, recibe una llamada de otra entidad financiera que le ofrece una compra de cartera para prestarle el total de su deuda, con una tasa de interés más baja y la promesa de bajar el valor de sus cuotas. ¿Le conviene aceptarla?
Si se identifica con este ejemplo que expone la Superintendencia Financiera de Colombia para explicar en qué consiste esta alternativa, pero no está seguro de aceptar, Jaime Jaramillo, creador de Finanzas Emocionales, explica que el beneficio de esta opción depende de la tasa que tenga el crédito original y la tasa vigente en el mercado hoy. Si se disminuye la tasa con el nuevo crédito, los ahorros del costo se justificarán, dependiendo del monto y el plazo restante.
Hagamos un ejercicio con un crédito de $100 millones, al cual le faltan 15 años (180 cuotas) y a una tasa del 1,2 % mensual. Ese crédito, dice Jaramillo, tendrá una cuota aproximada de $1.350.000 al mes, es decir, un pago total por el resto del crédito de unos $245 millones. “Si hacemos la venta de la cartera a una tasa del 1%, la nueva cuota a los mismos 180 meses será de $1.200.000, para un total de $216 millones, lo que le ahorrará al deudor cerca de $30 millones en intereses. Mientras más baja sea la tasa, mayor será el ahorro”, concluye.
Además, agrega que la compra de cartera no afecta los beneficios tributarios de un crédito hipotecario, pues el nuevo préstamo los conservará. En su concepto, esta opción es conveniente cuando las tasas de mercado estén más bajas que las del crédito original, o si desea cambiar de modalidad de crédito, sobre todo de UVR a tasa fija. “Esto es recomendable cuando haya expectativas de aceleración de la inflación”.
