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Generación es la revista cultural de EL COLOMBIANO. El cambio es el tema de este mes, el hilo conductor para celebrar que regresamos renovados.

  • El ensayista y sacerdote Pablo d’Ors escribió Biografía del Silencio. Foto: cortesía Hay Festival-Amaya Aznar.
    El ensayista y sacerdote Pablo d’Ors escribió Biografía del Silencio. Foto: cortesía Hay Festival-Amaya Aznar.
  • “El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs
  • “El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs
  • El ensayista y sacerdote Pablo d’Ors escribió Biografía del Silencio. Foto: cortesía Hay Festival-Amaya Aznar.
    El ensayista y sacerdote Pablo d’Ors escribió Biografía del Silencio. Foto: cortesía Hay Festival-Amaya Aznar.
  • “El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs
  • “El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs
Edición del mes | PUBLICADO EL 15 enero 2023

“El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs

El ensayista y sacerdote católico Pablo D’Ors saltó a las listas de los libros más vendidos con Biografía del Silencio, un libro que se lee en una sentada pero deja muchas ganas de volver a él.

Ángel Castaño Guzmán

En su breve Biografía del Silencio, el escritor y sacerdote Pablo d’Ors desliza ideas que pueden ir en contra del sentido común o de las narrativas neoliberales. Dice, muy orondo: “Vivir demasiadas experiencias suele ser perjudicial (...) Ahora diría incluso que cualquier experiencia, aun la de apariencia más inocente, suele ser demasiado vertiginosa para el alma humana”. Y así, de un plumazo, cuestiona de soslayo el frenesí acumulativo del capitalismo que se traduce en el apremio de subir fotos al Instagram o de hacer del consumo el norte de la vida. El libro no tiene un tono urgente ni de homilía. Se trata del relato de las experiencias de d’Ors en su camino meditativo. No hay jalones de orejas ni un tonillo de superioridad se desprende de las páginas. Hay bofetadas, pero a la manera zen. Otra: “La verdadera vida está detrás de lo que nosotros llamamos vida. No viajar, no leer, no hablar...”.

D’Ors ha escrito novelas y ensayos. Hace parte de esa tradición de curas españoles que vinieron a América Latina a evangelizar y a fundar instituciones culturales. Ahora, en el clero secular, da conferencias y asiste a encuentros de escritores. En cierto momento, ante el micrófono de la BBC, reconoció la ironía de su destino: “Desde que escribí un libro sobre el silencio no paro de hablar”.

Pertenece a una familia de intelectuales y humanistas. ¿Cómo descubrió su vocación sacerdotal y literaria?

“Cuando en conferencias o congresos me preguntan qué deben poner tras mi nombre, de modo que el auditorio sepa a quién está escuchando, suelo decir ‘escritor y sacerdote’, y por ese orden, es decir, primero la vocación literaria o artística y solo luego la religiosa o sacerdotal. No es porque dé más importancia a una que a otra, pues hoy sé que son la misma, sino por razones estrictamente cronológicas: quise ser escritor desde los doce años; la idea del sacerdocio, en cambio, no se me presentó hasta los diecinueve. Resumiendo mucho podría decir que mi vocación a la escritura la descubrí leyendo; la llamada al sacerdocio, en cambio, rezando”.

¿Qué cosas de la infancia le mostraron ese camino?

“Mi familia no era particularmente religiosa, de modo que mis aspiraciones espirituales surgieron no solo fuera del ámbito familiar, sino como forma de afirmación personal frente al mismo. Por otra parte, mi abuelo, Eugenio d´Ors, fue un famoso pensador y crítico de arte que, evidentemente, dejó en mi padre, y él en todos sus hijos, yo entre ellos, una marca indeleble”.

¿Por qué dentro del amplio abanico de las órdenes religiosas escogió a los claretianos?

“No fue una elección, fue un encuentro. Los claretianos eran los sacerdotes de la parroquia de mi barrio. Los conocí, me gustaron y, sencillamente, quise ser misionero como ellos. Años después, sin embargo, pasé al clero secular, que por estilo de vida coinciden más con mi talante personal”.

Antes de Biografía del silencio y de su primera novela escribió la tesis Teopoética. Teología de la experiencia literaria. ¿De qué maneras se han ajustado sus ejercicios literarios a los análisis críticos hechos en la academia?

“Desde que defendí mi tesis, hace ya más de 25 años, hasta hace pocos meses, he pensado que se trataba de una obra vanidosa, ambiciosa y fallida. Ahora, sin embargo, que por circunstancias he vuelto a leer algunas de sus páginas, pienso que ya ahí se contenían, y no tan desafortunadamente, los grandes temas que han acompañado mi vida. Me interesa la literatura de ideas, que aporte una reflexión, evidentemente desde la ficción, sobre la condición humana. Pero soy más un narrador que un pensador, pese a que mi público prefiere mis ensayos a mis novelas. En todo caso, la academia nunca me ha interesado demasiado”.

¿Es la teología una forma de crítica literaria y viceversa?

“La teología es literatura. Así se titula, precisamente, uno de los ensayos de Elmar Salmann, uno de mis maestros, un benedictino genial. También la literatura es, en cierto sentido, teología, en cuanto que contiene, directa o implícitamente, una reflexión sobre el misterio de la vida”.

¿Qué le puede aportar la crítica literaria a la comprensión de la figura de Jesús?

“A la figura de Jesucristo se puede acceder por la vía cognitiva y por la contemplativa. Yo procuro explorar las dos. Mi último libro, Biografía de la luz, es, precisamente, un acercamiento a este personaje, pero no desde la tan manida clave histórico-crítica; tampoco desde la propiamente confesional o teológica, sino desde la mística o sapiencial: Cristo como arquetipo del Yo profundo. Esto coloca mi reflexión en un contexto culturalmente cristiano, sí, pero no por fuerza confesionalmente cristiano”.

“El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs

Biografía del silencio registra su itinerario de meditación. ¿Toda meditación viene acompañada de una ascesis? ¿De un camino para vencer el yo?

Biografía del silencio, mi libro más celebrado, es, efectivamente, un breve ensayo, de carácter testimonial, sobre la práctica del silenciamiento interior. Esta práctica consiste en —aunque suene esotérico para quienes no la conocen— integrar y trascender el cuerpo y la mente, es decir, dejar de identificarse tanto con la base material o con lo que llamamos personalidad, para así acceder a una dimensión más profunda y radical que podríamos llamar consciencia. Se trata de un camino escarpado y radical, imprescindible para el autoconocimiento. Y algo así —es evidente— no puede realizarse sin ascesis. Pero no una ascesis mayor a la de cualquier deportista de élite”.

Un trozo de su libro me recordó el pasaje en el que David Foster Wallace les habla a unos estudiantes universitarios del objetivo de la educación: llegar a los cincuenta “sin querer dispararse a sí mismo en la cabeza”. Y luego habla de la consciencia “de lo que es real y esencial, tan escondido a simple vista alrededor de nosotros”. ¿Se puede convertir la meditación en una práctica que prescinda de la religiosidad?

“Es la primera vez que relacionan mi obra con la de Foster Wallace. Es cierto que, en cierto sentido, hablamos de lo mismo, pues ambos apostamos por un yo que debe desaparecer. Ahora bien, su camino fue evidentemente destructivo, y el mío, por contrapartida, aunque todavía por culminar, pretende construir y elevar a la persona a su máxima dignidad, no aniquilarla. La consciencia es el gran tema de nuestro siglo y la meditación, su puesta en práctica fundamental. Todos los que hablamos de este asunto, incluidos Foster Wallace y yo mismo, somos unos pioneros. Debo aclarar que la meditación ha surgido y se ha desarrollado siempre en un contexto religioso; solo en las últimas décadas hay corrientes que la practican prescindiendo de esta vinculación. En cualquier caso, el silencio interior tiene siempre una dimensión terapéutica y otra mística. Sea por vía religiosa o por vía laica, esto es lo que es más interesante del asunto”.

También habla en el libro de la escritura para ser más consciente de sí. Esto se emparenta en algo con los estoicos. ¿Qué le aporta la escritura a la búsqueda de sí mismo?

“Muchísimo. No sabríamos prácticamente nada de nosotros mismos si no se hubiera escrito. La escritura es para mí un ejercicio espiritual, es decir, una práctica, un arte, un oficio, como queramos llamarlo, que se formula la gran pregunta: ¿Qué soy yo? No quién, sino qué. Lo hermoso de la literatura es que, contrariamente a la filosofía o a la teología, no busca certezas, sino que ahonda en la sabiduría de la incertidumbre”.

En el sistema capitalista centrado en el consumo, su idea de “La verdadera vida está detrás de lo que nosotros llamamos vida” puede tener un fuerte contenido político. ¿Cómo se armonizan las exigencias de la búsqueda de la luz con un mundo sometido a las injusticias y las opresiones?

“Hasta ahora, y eso es la Modernidad, hemos pensado que había un problema ahí afuera y que teníamos que resolverlo. Ahora en cambio, y esa es la Postmodernidad, nos hemos dado cuenta de que el problema lo tenemos dentro. Que el observador influye necesariamente en lo observado. Y que la única manera de construir la paz en el mundo es empezando por casa, es decir, con la paz en el propio corazón. Toda acción social que no vaya acompañada de una transformación espiritual y personal está condenada al fracaso”.

“El ser humano necesita de pan y de palabra”: Pablo d’ORs

En cierta medida se puede emprender un camino espiritual si se tienen resueltas las condiciones mínimas de vida. ¿Es la espiritualidad, la meditación también un privilegio de clase? Es difícil concentrarse en sí, con el estómago vacío.

“La espiritualidad es cultura, cultivo de sí. Y cualquier acto cultural (leer, escribir, pintar, meditar...) es sencillamente inviable si se tiene hambre. El ser humano necesita de pan y de palabra, como dice el evangelio. Si solo hay pan, degeneramos en materialismo; si sólo hay palabra, degeneramos en espiritualismo. El cristianismo que profeso propone una sana vía media, pues uno sin el otro traiciona la condición humana”.

Ángel Castaño Guzmán

Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.

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