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Críticos | PUBLICADO EL 04 septiembre 2022

Roblox y NFTs

Federico Rivera López y Daniel Rivera Marín

Estamos sentados en la misma mesa. Mientras yo reviso algunas cosas de trabajo en el computador, Federico juega con una Nintendo Switch. De repente él quiere jugar el mismo juego, pero en una tableta porque en ella tiene configurada otra cuenta donde sus resultados son distintos, ni mejores ni peores: distintos. El capricho me saca de quicio; esa lógica no me convence y recuerdo inmediatamente una frase que leí en una columna del escritor argentino Fabián Casas: “Cuando era joven, entre la mañana y la noche podían pasar varios meses. Ahora la noche llega enseguida”. La conversación continúa.

—Papi, uno de mis juegos favoritos es Roblox.

No tengo ni idea de qué es Roblox y él lo sabe, porque los hijos advierten la ignorancia de sus padres a kilómetros.

—Es un juego donde tienes varios juegos, así que es diferente a los demás porque puedes crear tu propio personaje. Unos son de mundo abierto y otros no. Algunos se parecen a Minecraft, pero son gratuitos.

Lo vemos rápidamente. Juega uno donde el personaje principal es Goku, el héroe de Dragon Ball Z, pero este Goku es extraño: no hay buenos gráficos, el rostro no tiene ninguna definición, parece un órgano enfermo; los músculos son una sucesión de píxeles extraños, como si lo hubieran dibujado a mano alzada en Paint. Mientras los desarrolladores profesionales se encargan de que sus creaciones sean más realistas o, por lo menos, que se acerquen a la belleza, en Roblox lo que importa —como en los restaurantes caros— es la experiencia: el mundo hiperconectado desde la pantalla, es decir: el mundo encerrado.

Roblox es una plataforma que permite a los usuarios crear sus propios mundos virtuales. Un desarrollador —de los 5 millones que tiene— creó, por ejemplo, un videojuego en el que un camionero recorre la vía entre Medellín y Guatapé. En efecto: ahí están en píxeles grandes la ciudad y la piedra del Peñol. Fede me pide que vayamos un día a la piedra; su petición me muestra que la pantalla no es suficiente. Rápidamente cambia de juego dentro de la misma plataforma.

Dicen que Roblox pone a prueba el metaverso, que es el inicio del metaverso: los mundos distintos, la vida virtual, la creación de personajes que son un avatar de tus deseos, la posibilidad de ser otros, muchos, legión.

—Papi —me dirá tiempo después —: ¿Tú tendrías una NFT?

Me sorprende la pregunta porque no tengo muy claro que es una NFT; sé que es un activo digital, pero me parece en general que es el nuevo engaño de los que venden criptomonedas y el aire de Medellín metido en una botella. Le pregunto a Fede, que sí sabe qué son las NFT, si le gustan.

—Me parece que son una bobada. Un youtuber dice en un video que lo importante de las NFT, digamos que por ejemplo es una imagen muy bonita, es tener el certificado de que la imagen que yo tengo guardada en mi computador es la original. O sea, papi, lo importante no es la NFT, porque cualquiera podría tener la misma en una versión pirata.

Nunca el mundo fue tan claro entre nosotros dos. Inmediatamente vuelve a abrir Roblox.

*Daniel es periodista, autor de Volver para qué (Fondo Editorial Eafit 2014) y editor general de El Colombiano. Federico es su hijo, un niño de 7 años.

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