En mayo de 2020 recibimos las primeras noticias sobre el inicio de labores de Discos Pacífico. Lo que en principio parecía ser el advenimiento de una casa disquera independiente dedicada a la difusión de las manifestaciones sonoras provenientes de aquel “otro” litoral —cosa que, por otra parte, ya estaría bastante mejor que bien, considerando además que la apuesta se lanzaba en el momento más incierto de la pandemia —, en realidad se fue perfilando, tal cual ha sido su intención, como un laboratorio creativo de inclusión y asombros; un centro de posibilidades en el que tanto representantes tradicionales como herederos de las nuevas tendencias del currulao y demás géneros de nuestra costa Pacífica han logrado que su producción se vea amplificada para el mundo entero, como ha debido ser desde siempre, dada la valía enorme de sus tesoros escondidos.

Han sido dos años de no cejar, de compartir sorpresas y de revisar el estado del arte de los sonidos del Pacífico para solaz del melómano del mundo entero. Con la experiencia que el sello Llorona Records, semilla del asunto, ha mostrado en su relación con los sonidos independientes de Colombia, en alianza con el programa Territorios de Oportunidad de la agencia Usaid y sumado ello al entusiasmo y a la experticia de un productor con las credenciales de Iván Benavides, Discos Pacífico ha entregado hasta ahora 31 proyectos sonoros, entre discos físicos y música creada, producida y puesta a circular en plataformas virtuales.

Representantes del orden más raizal posible como el colectivo Semblanzas del Río Guapi y algunos otros que siguen su huella milenaria como Agrupación Changó y el grupo Bejuco, comparten catálogo con los más jóvenes del redil, los que han visto vasos comunicantes entre el currulao y el funk, el jazz, el hip hop y la salsa choke en busca de lenguajes y públicos novedosos; caso de formaciones como Plu Con Pla, Afro Legends y ZooMusic. Adicionalmente, el sello ha ofrecido remezclas de varios de sus lanzamientos, con miras a su posicionamiento en la escena de las pistas de baile y del worldbeat. Recomendar una sola pieza de Discos Pacífico puede resultar injusto e insuficiente, aunque efectivo, esperamos, tratándose de dar entrada al maravilloso mundo de estas sonoridades.

Después de un cierto apogeo de la chirimía chocoana y de la música de marimba de las costas de Cauca y el Valle del Cauca, Discos Pacífico ha recalado en territorios nariñenses. La matrona Ruth Elena Cabezas, oriunda de la población de Barbacoas, es la fundadora de los legendarios Alegres de Telembí, y más recientemente del Quinde de Barbacoas. Con dicha formación mixta de once integrantes que suman voces, marimba de chonta, cununos y guasá, viajó Ruca, como es conocida cariñosamente la cantante, lideresa y compositora de más de mil canciones, hasta los estudios de la Universidad Icesi de Cali, para grabar las 14 piezas que conforman ¡Dale duro al bombo!, su primera producción sonora, que incluye composiciones en clave de currulao, juga, bunde, bambuco viejo, chigualo y los estilos locales del caramba y la tambarria. El disco fue mezclado en Llorona Records, en Bogotá, y masterizado en Carvery Studios, de Inglaterra.

El resultado es una conjunción de piezas que hablan de lo cotidiano, la fiesta, las precarias condiciones sociales de las poblaciones ribereñas y la necesidad de la paz, más un par de creaciones de orden devocional, de aquellas que se estilan en las ceremonias de bautizos y despedidas en la tradición del Triángulo de Telembí, una subregión golpeada como pocas por la guerra y la crisis humanitaria. Pero más allá, esta producción, sumada a las tantas que nos ha ofrecido en tan poco tiempo Discos Pacífico, da cuenta de esa buena nueva que es la redención de una tradición magnífica, invisibilizada por el centralismo y el desinterés.

El catálogo completo de Discos Pacífico puede ser revisado y disfrutado en el https://discospacifico.bandcamp.com/

* Periodista especializado en música y cultura, actualmente jefe musical de la Radio Nacional de Colombia