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El Cambio

Generación es la revista cultural de EL COLOMBIANO. El cambio es el tema de este mes, el hilo conductor para celebrar que regresamos renovados.

  • Ilustración Don Repollo.
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Etcétera | PUBLICADO EL 03 julio 2022

¿El lenguaje incluyente cambia la sociedad?

El lenguaje incluyente o esa pregunta por si el cómo hablamos sí es igual a un cambio en la sociedad, en los actos. Del dicho al hecho.

Valeria Mira

La gramática del poder

Elio Antonio de Nebrija escribió en 1492 la Gramática de la lengua castellana. En el prólogo presentó los motivos de su obra a la reina Isabel:

Cuando bien comigo pienso, mui esclarecida Reina, i pongo delante los ojos el antigiiedad de todas las cosas, que para nuestra recordación y memoria quedaron escriptas, una cosa hállo y: saco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio; y de tal manera lo siguió, que junta mente començaron, crecieron y florecieron, y después junta fue la caida de entrambos.

La gramática como elemento fundamental en la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, terminada el año de la expulsión de los judíos y la derrota del reino nazarí de Granada —último bastión musulmán en la península— fue, además, instrumental en la conquista de América que empezaría también en 1492. El autor constata el carácter político de su obra porque entiende la lengua como una extensión del yugo que somete al pueblo a la voluntad de su soberana: una forma en que las personas pueden darle sentido al poder que las gobierna. La sociedad contemporánea no está organizada como el reino de Castilla, pero los agentes del poder también necesitan que la lengua esté a su servicio pues es el instrumento para describir y para prescribir: para nombrar las cosas y, además, para ponerlas en un sitio. La lengua es el vehículo de las normas y guardarla es, sobre todo, guardar un orden.

ExI por que mi pensamiento y gana siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación, y dar a los ombres de mi lengua obras en que mejor puedan emplear su ocio, que agora lo gastan leiendo novelas o istorias embueltas en mil mentiras y errores, acordé ante todas las otras cosas reduzir en artificio este nuestro lenguaje castellano, para que lo que agora y de aquí adelante en él se escriviere pueda quedar en un tenor, y estender se en toda la duración de los tiempos que están por venir. Como vemos que se a hecho en la lengua griega y latina, las cuales por aver estado debaxo de arte, aun que sobre ellas an passado muchos siglos, toda vía quedan en una uniformidad.

Parte del proyecto político de Nebrija era otorgarle un estatus a la lengua castellana: sustraerla de la categoría de vulgar, sacarla de la calle que es el lugar de la conversación, para ponerla en los libros y ratificar la posibilidad de utilizarla como medio de transmisión de conocimiento escrito. Poder enseñar el castellano era fundamental para el propósito imperial y expugnarlo de “artificios” una manera de controlar los relatos y de conjurar posibles desafíos al poder.

La declinación patriarcal

Las lenguas son códigos compartidos para nombrar lo que se encuentra en el espacio común y se crean a partir de convenciones. Nombrar el mundo requiere de acuerdos que permitan una comprensión compartida de lo que se describe y, en ese proceso, es necesario distinguir: separar las cosas y las personas en tipos y clases. Si se acepta la relación entre reglas gramaticales, normas y orden es posible entender la declinación lingüística también como una taxonomía social.

En una sociedad patriarcal el género es el criterio dominante para la clasificación de las personas porque es la idea que justifica que las mujeres y lo femenino ocupen un lugar de subordinación respecto de los hombres y lo masculino. Caroline Criado Pérez cuenta que el 80 % de los varones se imaginan a otro varón cuando piensan en la palabra “persona” y, algunos análisis de los algoritmos utilizados en los sistemas de traducción automatizada concluyen que estos reproducen sesgos sexistas. Por ejemplo, hasta 2018 Google traducía por defecto los nombres de las profesiones asociadas a trabajos del cuidado que en el idioma original no tienen género, como nurse o baby sitter, a su forma femenina en idiomas que tienen género.

Las autoridades que velan por la integridad de la lengua velan también por la integridad de las clasificaciones y jerarquías que se crean con el lenguaje. Frente a los desdoblamientos para referirse, por ejemplo, a los ciudadanos y las ciudadanas, la Real Academia dice que “son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico”. Rechazar estos “artificios” resulta, además, bastante conveniente para mantener el orden social patriarcal que niega la ciudadanía plena de las mujeres.

Pero, muy a pesar de la RAE, el lugar de la lengua es la conversación y es la calle donde las convenciones se desbordan y las autoridades se diluyen. Las personas que se escapan a las rígidas reglas del género y de la corrección lingüística quieren salir de la estrechez de las palabras autorizadas porque no encuentran ahí un lugar para ellas: ¿podría ser ajeno a la lengua el tan humano deseo de pertenecer?

Si la gramática ha guardado las formas que el género ha impuesto a la humanidad es normal que el deseo emancipatorio se traslade de la calle a la lengua para romper, allí también, las jaulas en las que el poder patriarcal ha pretendido encerrar la experiencia individual. Entonces, trocar una letra para decir todes, alargar una oración para decir los niños y las niñas, cruzar una x en la mitad de una palabra para invitar a lxs amigxs a una fiesta o atravesarle una diagonal a un artículo definido para hablar de los/as lectores/as puede ayudar a instalar la idea de vastedad que parece negarse si se cumplen al pie de la letra las normas de la gramática.

Sin embargo, las nuevas y viejas declinaciones adolecen de un mal común: tratan de contener lo que no tiene orillas. En uno de sus ensayos Borges dice que las de Chesterton son las palabras más lúcidas que se han escrito sobre el lenguaje: “el hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes, más innumerables y más anónimos que los colores de una selva otoñal... cree, sin embargo, que esos tintes, en todas sus fusiones y conversiones, son representables con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y chillidos. Cree que del interior de una bolsita salen realmente ruidos que significan todos los misterios de la memoria y todas la agonías del anhelo”.

No es necesario intervenir el texto original para entender que esta es una reflexión que convoca a la humanidad entera.

*Ciudadana y lectora.

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