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  • El alza en los precios genera el uso de papeles de baja calidad para el mercado. FOTO Getty
    El alza en los precios genera el uso de papeles de baja calidad para el mercado. FOTO Getty
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    El alza en los precios genera el uso de papeles de baja calidad para el mercado. FOTO Getty
Etcétera | PUBLICADO EL 14 marzo 2023

El sobrecosto del papel se la pone difícil a los libros

El encarecimiento de la materia prima de los libros mantiene en la incertidumbre al mundo editorial.

Kirvin Larios

En los últimos dos años varias editoriales independientes han tenido que replantear sus proyectos a causa de un aumento cercano al 30 % en el costo del papel. Es una variación radical que provoca que retrasen las impresiones, reduzcan o planeen reducir los proyectos que tienen en mente y que incluso modifiquen, muy a su pesar, el formato de los libros de años anteriores.

El material, que no puede ser papel reciclado ya que exige condiciones particulares por su delicadeza, ha venido subiendo “hasta alcanzar el costo de papeles especiales”, dice Juan Pablo Serna Parra, director de producción de la editorial antioqueña Tragaluz. Conseguir la materia prima se ha complicado al punto en el que proveedores no ofrecen garantías de cuándo y a cuánto llegará el papel, ocasionando que no se puedan establecer fechas concretas para una publicación y que los compradores se disputen lo que hay.

La llamada crisis del papel responde al aumento en los precios de toda la cadena productiva: “Los insumos, los fletes y también el valor en bolsa de la tonelada de cartón corrugado o de papel”, enumera algunas de las causas Ana Cecilia Calle, de Himpar Editores, a quienes imprimir un libro ahora les cuesta un 29 % más que el año pasado.

En febrero pasado, Calle alertó sobre este asunto en sus redes sociales. “Los precios para imprimir libros nos van a obligar a hacer muchos menos títulos al año, un poco como está pasando en la Argentina. Casi cuatro veces más caro que hace dos años”, escribió en Twitter. Y aunque las imprentas les han dicho que el aumento se debe a la escasez mundial de papel, ella nombra varios factores que hay detrás del sobrecosto: “El aumento en el combustible, la guerra de Ucrania, la pandemia, el aumento de la demanda por papel higiénico en China, una huelga enorme en un molino de papel en Finlandia... Todo ha hecho que los precios enloquezcan”.

“El problema de base es que los molinos de papel producen menos papel para libros porque hay mayor demanda de cartón, lo cual hace más escaso el papel que usamos. El papel para libros y revistas, en la mayoría de casos no puede provenir de papel reciclado, porque tiene unas condiciones especiales, es un papel delicado, y su proceso es un poco más caro que el del cartón”.

Serna Parra recuerda que al principio de la pandemia ya se hablaba de una crisis de contenedores y de que algunos molinos productores de papel habían cerrado o dejado de producir el que se usa normalmente para los libros. Estos mismos cambiaron su modelo de producción a uno más rentable ya que a raíz de la pandemia hubo alta demanda de cartón para empaques de productos a raíz de las compras por internet y el envío a domicilio.

Farides Lugo, de la editorial barranquillera Mackandal, fundada en 2019, cuenta que con su impresor recibían al inicio “buenos precios” y un “trato justo” a pesar de ser “”pequeños” y no imprimir grandes tirajes de libros. Una de sus apuestas como editorial es, o era, imprimir en pasta dura, cosa que hicieron hasta mayo de 2021. En ese año pagaron $4.000.000 aproximadamente por imprimir un tiraje de 300, con un precio de 13.470 por unidad.

En 2022, una edición económica y sin pasta dura de un libro de la Biblioteca de Escritoras Colombianas les salió 7.000 pesos el ejemplar, y se imprimieron un total de 300 a $2.300.000. Ese mismo año, con una de sus novedades, intentaron regresar al formato pasta dura. “Fue imposible y tuvimos que renunciar a esa apuesta que hacía parte de nuestra identidad editorial”, dice. La misma cantidad de 300 ejemplares les costaba $6.577.000, con un valor unitario de $22.000. Al final imprimieron en pasta blanda pagando $17.000 por libro, mucho más alto que el de $13.470 del 2021.

Su conclusión, aunque en 2023 no ha hecho cotizaciones, es la misma: en dos años ha habido un “incremento brutal”.

Efecto dominó

Calle dice que de la escasa producción de papel han debatido los gremios de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, y están de acuerdo en que “el declive en la producción de pulpa para papel viene desde antes de la pandemia y solo se agudizó ahora”.

Lo que se ve actualmente en Colombia y Latinoamérica no es más que un “efecto dominó” de la crisis, que ha llevado a que en Estados Unidos utilicen “papeles poco aptos” para el mercado literario con el fin de cumplir con los planes anuales.

Desde Himpar tienen la idea de sacar adelante todo su plan editorial de 2023, “pero en el escenario más sombrío” tendrían que dejar en remojo un 30 % de su operación. Por el momento es como si estuvieran atados de brazos, ya que la crisis obedece a una “mezcla de mercado local con global” y “afecta por igual a casi todo el mundo”. Calle sostiene que en un escenario ideal los molinos de papel, al percatarse de la demanda, deberían aumentar la producción para lograr estabilidad. Pero “los impactos en precios y la cadena de suministro pueden demorarse hasta doce semanas en verse en el mercado”.

¿Soluciones?

En Tragaluz ya han tenido que “aplazar un par de proyectos de reimpresión de libros” cuya primera edición se realizó con unos materiales que por su costo actual resultan inviables de producir hoy. Este problema, dice Serna Parra, implica ahora desarrollar un “trabajo más cuidado en la edición”, inclinarse por “tirajes más pequeños” e incluso “revisar alternativas como la impresión bajo demanda”.

Lugo dice que el poco papel “es casi que peleado a arañazos y los precios se inflan”. No ve “ninguna solución a corto plazo”, ya que “por lo general los precios cuando suben no vuelven a bajar”.

En Tragaluz, Parra Serna contempla “como sector editorial y gráfico nacional”, una “unión de esfuerzos” que les permita realizar importaciones conjuntas de papel que otorgue una disponibilidad de materia prima que todos puedan usar normalmente y que les permita “un mayor control sobre los costos del papel”.

A Calle le preocupa que la crisis impacte “en los bolsillos y las ganas de leer”. De todas maneras, un asunto del que se han dado cuenta o se darán cuenta los compradores y lectores es que “leer libros nacionales”, como los de estas editoriales, “será más barato que leer libros importados, que están medio imposibles estos días”.

Kirvin Larios

Periodista cultural de EL COLOMBIANO. Autor de “Por eso yo me quedo en mi casa”. Es el gemelo zurdo.

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