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  • Fotograma del documental. FOTO Cortesía
    Fotograma del documental. FOTO Cortesía
  • Balada para niños muertos: un documental con los guiones de terror que escribió Andrés Caicedo
  • El afiche del documental se inspiró en ‘La noche de los muertos vivientes’, de George A. Romero. FOTO Cortesía
    El afiche del documental se inspiró en ‘La noche de los muertos vivientes’, de George A. Romero. FOTO Cortesía
  • Fotograma del documental. FOTO Cortesía
    Fotograma del documental. FOTO Cortesía
  • Balada para niños muertos: un documental con los guiones de terror que escribió Andrés Caicedo
  • El afiche del documental se inspiró en ‘La noche de los muertos vivientes’, de George A. Romero. FOTO Cortesía
    El afiche del documental se inspiró en ‘La noche de los muertos vivientes’, de George A. Romero. FOTO Cortesía
Etcétera | PUBLICADO EL 04 abril 2023

Balada para niños muertos: un documental con los guiones de terror que escribió Andrés Caicedo

Dirigido por Jorge Navas, explora la mirada del autor caleño sobre la muerte, el terror y la violencia. El próximo 14 de abril se estrena en Medellín.

Kirvin Larios

Una de las versiones de ¡Qué viva la música!, la novela de Andrés Caicedo que cumple 46 años este mes, iba a terminar con una declaración que podría leerse como la antesala de una noche de fiesta: “Enrúmbate ahora y después derrúmbate. En mí ya no queda ni luz ni alegría...”.

Ese final fue sacado parcialmente de la voz de su protagonista, la “rubísima” María del Carmen Huerta, que en la edición publicada dice:

Tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de tu confusión. Ahora me voy, dejando un reguero de tinta sobre este manuscrito...

El borrador de esa novela, que Caicedo recibió el mismo día de su suicidio el 4 de marzo de 1977 —tenía 25 años, la edad en la que desde adolescente anunció que moriría—, es mostrado por su hermana Rosario Caicedo en el documental Balada de niños muertos, del director caleño Jorge Navas.

El título, que el autor deseaba para un volumen de cuentos, no es solamente un guiño al cine de terror del que Caicedo escribió tanto en sus críticas en la revista Ojo al cine como en su correspondencia epistolar, sino que obedece a la exploración central de la cinta de Navas: la de una vida y una obra en la que confluyen lo monstruoso de la vida, el desconcierto de la muerte.

A los personajes del autor de Noche sin fortuna los acosa el fantasma de una diversión mezclada con el desastre. En el desenfreno del baile, las drogas y la fiesta brava se construye su desolación, el pantano en el que danzan como angelitos enturbiados y felices.

Quienes lo han leído tienen de seguro presente el relato de sus canibalismos, peleas, recuentos de muertes y “descuartizojeramientos”. En ellos la circunstancias familiares, institucionales y afectivas, antes que aliviar o prevenir la caída la impulsan, en una deriva de autodestrucción que parece ser el destino en el que se enlazan lo colectivo y lo individual.

<i>Balada para niños muertos</i>: un documental con los guiones de terror que escribió Andrés Caicedo

Primer acercamiento

A Navas, que tenía 4 años cuando Caicedo murió, este fue un asunto que le llamó la atención. De hecho, su acercamiento al autor de Angelitos empantanados llegó de una forma que ilustra las lecturas que se han hecho alrededor de su obra.

A los 15 años “una señora religiosa, muy fanática” le dio a leer, a él y un grupo de amigos, un ejemplar de ¡Qué viva la música! para que vieran cómo la música y las drogas podrían acabarlos. “Lo que supuestamente era para asustarnos se volvió una pasión y el encuentro con un alma gemela”, dice el cineasta.

El documental lo presenta 25 años después de Calicalabozo, una producción experimental también inspirada en la obra del escritor caleño. “Me asombra lo vital que sigue siendo su obra”, dice Navas. “Tantos años después de publicada, y con todo lo que pasa en el mundo, sigue siendo de vanguardia y estando muy presente”, dice sobre Caicedo, a quien considera un referente de la juventud, la salsa, el rock, la psicodelia y la música de los años setenta en Cali.

Baladas para niños muertos recoge testimonios de amigos, material de archivo, fragmentos de diarios, ficciones y guiones cinematográficos. El conjunto dialoga con el pasado y el presente de un autor que en los últimos años, con películas, exposiciones y reediciones de su obra, parece haber dejado de ocupar un lugar de nicho, trascendiendo su mito para revelar capas y facetas menos condescendientes con la fascinación que despierta su muerte joven.

Un guión de terror

Nellie Estela, la madre de Andrés, iba profusamente al cine cuando estaba embarazada. La mujer que lo sobreprotegió y con quien tenía “peleas aterradoras”, como dice Rosario, le pagaría una de sus pocas publicaciones en vida, la del cuento El atravesado en Ediciones Piratas de Calidad.

El niño Andrés vivió la muerte de uno de sus hermanos, un bebé que había nacido con hidrocefalia, y también pudo contemplar llorando momentos de terror durante unas explosiones que dejaron un reguero de cadáveres que pasaban transportados en camiones por las calles de Cali.

Esas imágenes son traídas con testimonios y lecturas sobre el autor a cargo de Navas y Sandro Romero Rey, uno de los mayores difusores de su obra junto con Luis Ospina, que abordó su vida, obra y tiempo en el documental Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos (1986).

Ospina entrega los testimonios más contundentes junto con amigos y las hermanas del autor, involucradas en una serie de tensiones editoriales y familiares que no vienen a cuento en el largometraje de Navas, pero que durante años impidieron la publicación de las obras completas de su hermano.

“El error de la literatura colombiana con la obra de Andrés fue creer que era un fenómeno local”, dice Ospina mientras desempolva ediciones en francés e italiano de su obra en las que se lo llama “El Kurt Cobain de la literatura colombiana”.

“Ya es un hecho de que su obra ha trascendido. Son libros sobre el problema de la adolescencia, que son los mismos siempre”, agrega el director, fallecido en 2019, en el documental.

Con Ospina y otros cineastas y cinéfilos Caicedo conformó el Cine Club de Cali, hecho que lo convirtió en el “padre” del cineclubismo, como dice Navas, al igual que un referente singular de la crítica cinematográfica, la gestión cultural y la literatura urbana.

Como muestra el documental, su literatura ha sido etiquetada dentro del llamado “gótico tropical”, un género o subgénero literario vinculado a la violencia, el terror y la literatura gótica. Según Navas, en libros como Noche sin fortuna y en cuentos como Calibanismo eso resulta evidente.

Pero es en los guiones de proyectos cinematográficos en los que Caicedo muestra su mayor obsesión por los vampiros, el cine B y de terror, que veían en las salas de cine y de cuya naturaleza y tratamiento escribía en sus críticas. Lector de H. P. Lovecraft, el maestro del terror, a Caicedo el mundo adulto y el orden social se le reveló en aquellos guiones, como en sus demás textos literarios, como otra porción del horror.

Sobre esos escritos cinematográficos, Navas comenta que no están elaborados “con los códigos de guión” vigentes. Tal vez requieran “adaptaciones” si se van a llevar a un proyecto cinematográfico, pues hay momentos “en que se vuelven muy literarios y muy abstractos”. Pero “en general las historias que cuentan son muy interesantes y sería interesantísimo” pensarlos como proyectos audiovisuales.

La mayor parte del archivo de la película es de Rosario Caicedo, que es “la representante de Andrés en este planeta y se ha encargado de cuidar su obra, de protegerla, restaurarla, acoplarla, archivarla y conservar su memoria”, dice el director. El rodaje tuvo lugar Los Ángeles, en Nueva York, en Connecticut, que es donde vive Rosario, y en Cali, Bogotá, Popayán y Silvia, Cauca.

Todos esos lugares tienen algo que decir sobre Caicedo, y especial el mar, a quien el escritor consideraba un lugar de vida y de muerte, y frente al cual, en Estados Unidos, soñó con vender guiones de películas que su hermana le hacía el favor de traducir con un diccionario que sobrevivió despedazado.

El eterno joven que describen como melancólico, poco sonriente, de escasos amigos, siempre con afán de irse a hacer otra cosa y renuente a socializar (“Y me entra a mí qué angustia. La misma que me da siempre después de cada saludo”, escribió en Noche sin fortuna); ese joven o “niño grande adolorido y feliz” (como lo llama Patricia Restrepo, su última novia) se mató con barbitúricos luego de dos intentos fallidos y de decir muchas veces que lo haría y que esa era la única forma de vencer la muerte. Andrés Caicedo como personaje de un cuento o guión de terror escrito por él mismo, dejando un reguero de tinta que nos salpica hasta hoy.

El afiche del documental se inspiró en ‘La noche de los muertos vivientes’, de George A. Romero. FOTO Cortesía
El afiche del documental se inspiró en ‘La noche de los muertos vivientes’, de George A. Romero. FOTO Cortesía

Estrenos

En el Ficci de Cartagena, en 2020, el documental tuvo un primer estreno discreto frente al mar, en el Teatro Heredia. Ese año uno de los invitados estelares era el estadounidense Roger Corman, director y productor famoso por hacer películas de bajo presupuesto, a quien Caicedo intentó venderle uno de sus guiones en su paso por Los Ángeles en 1973. De ese viaje que le trajo rechazo y frustración, Caicedo regresó a Colombia transformado para siempre, según su hermana Rosario. “No hay ángeles en Los Ángeles, Rosarito”, le dijo.

Más de tres años después, la presentación de la película en Medellín será el próximo 14 de abril a las 6:30 p.m. en el Museo de Arte Moderno, y acto seguido habrá un conversatorio ese mismo día con Rosario Caicedo y Jorge Navas moderado por Víctor Gaviria y Cristóbal Peláez. El 13 de abril tendrá una premier en la Cinemateca de Bogotá y después de Medellín irá, el 22 de abril, a Cali, donde se estrenará en el Museo La Tertulia.

Kirvin Larios

Periodista cultural de EL COLOMBIANO. Autor de “Por eso yo me quedo en mi casa”. Es el gemelo zurdo.

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