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Generación es la revista cultural de EL COLOMBIANO. El cambio es el tema de este mes, el hilo conductor para celebrar que regresamos renovados.

  • Espeletia grandiflora. Este es uno de los 23 dibujos de la Expedición de Mutis que puede ver en la exposición Mutis, la Expedición continúa. Foto: Real Jardín Botánico de Madrid.
    Espeletia grandiflora. Este es uno de los 23 dibujos de la Expedición de Mutis que puede ver en la exposición Mutis, la Expedición continúa. Foto: Real Jardín Botánico de Madrid.
  • Tillandsia biflora
    Tillandsia biflora
  • Kefersteinia graminea
    Kefersteinia graminea
  • Foto del herbario Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Passiflora ligularis.
    Foto del herbario Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Passiflora ligularis.
  • Espeletia grandiflora. Este es uno de los 23 dibujos de la Expedición de Mutis que puede ver en la exposición Mutis, la Expedición continúa. Foto: Real Jardín Botánico de Madrid.
    Espeletia grandiflora. Este es uno de los 23 dibujos de la Expedición de Mutis que puede ver en la exposición Mutis, la Expedición continúa. Foto: Real Jardín Botánico de Madrid.
  • Tillandsia biflora
    Tillandsia biflora
  • Kefersteinia graminea
    Kefersteinia graminea
  • Foto del herbario Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Passiflora ligularis.
    Foto del herbario Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Passiflora ligularis.
Edición del mes | PUBLICADO EL 05 marzo 2023

Maravillas de la Naturaleza: de la mitología a la ciencia

Es la primera vez que los dibujos originales de la Expedición están en Medellín. Una historia llena de detalles, de aprendizajes, de primeras veces.

Juan Luis Mejía

Al promediar el siglo XVIII, con una diferencia de cuatro años, dos mentalidades se cruzan en el Océano Atlántico. Fray Juan de Santa Gertrudis regresa a su natal España luego de vivir once años en las profundas misiones franciscanas del virreinato de la Nueva Granada. En 1760, el galeón que transporta Pedro Mesía de la Cerda, el nuevo virrey, está próximo a arribar al puerto de Cartagena de Indias o Cartagena del poniente como se conocía a la ciudad amurallada. En el séquito del representante del Rey venía un joven gaditano, quien ocupaba el cargo de médico personal del nuevo mandatario.

Al cruzar el mar Caribe, a la cubierta de las dos embarcaciones caen accidentalmente ejemplares del pez volador frecuente en esas aguas. En la descripción que hacen de aquel pez se revela la mentalidad tanto del franciscano como del joven médico. Para el primero el pez volador “es una especie de sardina, que tiene una cuarta y media de largo, y las alas que tiene junto a las agallas son tan largas como el cuerpo, y a proporción de ancho. Así lo proveyó la naturaleza para poder escapar de los taurones. Su volar es como el de las golondrinas cuando menean las alas a toda prisa”.

En el diario que desde entonces escribe el médico gaditano, José Celestino Mutis describe el hallazgo de aquel pez: “Procuré hacer una exacta descripción antes de que se marchitase. Así lo ejecuté, gastando todo el día. Descubiertos sus caracteres, me pareció que era de un género distinto y nuevo a la clase de los abdominales, a que lo reduje... Lo cierto es que no hallo luz en el sistema de Linneus, de su décima impresión, que es el único libro a mano para reducirlo a género conocido”.

Tillandsia biflora
Tillandsia biflora

A España regresaba el último de los cronistas luego de haber visto, o creía haber visto, flores de guayabo que al caer se convertían en mariposas, luciérnagas que le permitan leer el breviario en las noches oscuras, hormigas que en lugar de extraer arena amontonaban pepitas de oro alrededor de la boca de su vivienda, tribus que andaban en cuclillas o tenían los pies al revés de manera que sus huellas despistaban a los enemigos. No en vano su libro de memorias se titula Maravillas de la Naturaleza. El fraile era portador de aquella mentalidad fantástica que había poblado la imaginación de quienes se atrevían a recorrer el nuevo mundo durante los tres siglos anteriores.

Por el contrario, con el médico gaditano arribaba una mentalidad racional, científica, propia de la ilustración española del siglo XVIII. Desde que puso pies en el continente, las maravillas de la naturaleza americana fueron observadas desde la óptica de la ciencia. Era el siglo de la clasificación racional del mundo, la era de las taxonomías. José Celestino se había formado en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz y, como lo exigía la medicina de la época, complementó sus estudios de botánica en el Jardín del Soto de Migas Calientes, antecesor del Real Jardín Botánico de Madrid.

Cuando el Virrey Mesía de la Cerda culminó su mandato, Mutis se negó a regresar a España y decidió permanecer en el país que le ofrecía la oportunidad de realizar sus investigaciones astronómicas, botánicas, zoológicas y minerales. Además, se había contagiado de lo que en adelante se denominaría “el mal de América”. A pesar de que siempre fue leal a su rey, se sentía comprometido con este continente donde todo estaba por descubrir. En efecto, el llamado descubrimiento de América no fue más que un error de cálculo de Colón, dado que un continente se le atravesó en su plan de llegar a Cipango. El verdadero descubrimiento se produce en el siglo XVIII cuando se inicia la descripción científica del mundo americano.

A poco de llegar al Virreinato de la Nueva Granada Mutis comprende que la obra descriptiva era monumental, que superaba la labor de un solo hombre y propuso al Rey la creación de una expedición que realizara la clasificación científica de esta naturaleza inédita. La propuesta no tuvo eco en la corte madrileña ocupada en otros menesteres, entre ellos, contener el motín de Esquilache o la expulsión de los jesuitas. José Celestino se dedica entonces a formar a la juventud granadina en los sistemas de Newton y Copérnico, lo cual lo pone en la mira de Santa Inquisición. Seguramente para evadir el tribunal se hace eclesiástico y, desencantado por el silencio real, abandona la capital del virreinato y se dedica a la explotación de oro en la mina de la Montuosa, en el páramo de Santurbán y luego en la mina del Sapo en el Tolima.

Pasados más de veinte años desde la llegada de Mutis a Cartagena, el entonces arzobispo-Virrey Antonio Caballero y Góngora se entera del posible arribo de una misión botánica auspiciada por el emperador de Austria, y decide, a toda prisa, revivir el proyecto presentado años ha por el médico gaditano. Por medio de la Cédula Real de 1° de noviembre de 1783, el Rey Carlos III da vida a la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada y nombra como director a José Celestino Mutis.

A diferencia de las otras expediciones del continente —La de Ruiz y Pavón en el virreinato del Perú, la de Sessé y Mociño en el virreinato del Perú, la de Boldó en Cuba o la de Malaspina alrededor del mundo — la del virreinato de la Nueva Granada no tuvo necesidad de hacer grandes desplazamientos. En efecto, Mutis escogió como epicentro de la expedición a la población de Mariquita, asentada entre las feraces llanuras ribereñas del río Magdalena y la cordillera Central. Esta estratégica ubicación permitía a los recolectores recorrer todos los pisos térmicos de la tierra en unas pocas jornadas. Al atardecer arribaban con los canastos colmados de plantas que eran colocadas sobre largas mesas, donde Mutis iniciaba la clasificación y los dibujantes realizaban los bocetos que luego serían iluminadas por los pintores botánicos con colores obtenidos de pigmentos nativos. El exigente director de la expedición supervisaba cada lámina, ya que su objetivo era lograr la fidelidad absoluta con el ejemplar natural, para que cualquier botánico del mundo pudiese clasificar la planta sin necesidad de conocer el original.

Kefersteinia graminea
Kefersteinia graminea

Tal vez el mayor mérito de Mutis fue la creación de una escuela de pintores botánicos que dejaron para la ciencia 5.393 dibujos, de los cuales más de la mitad son a todo color y representan 2.696 especies americanas. Estas láminas, fuera de la riqueza científica y artística, son reflejo de la inmensa diversidad biológica de nuestro país, si se tiene en cuenta la restringida área de la geografía nacional donde fueron recolectadas.

Gracias al Real Jardín Botánico de Madrid podemos admirar por primera vez en nuestro medio la belleza de estas láminas, fruto de la primera visión científica de la naturaleza colombiana.

*Fue rector de la Universidad Eafit.

$!Foto del herbario Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Passiflora ligularis.
Foto del herbario Joaquín Antonio Uribe de Medellín. Passiflora ligularis.
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