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El Cambio

Generación es la revista cultural de EL COLOMBIANO. El cambio es el tema de este mes, el hilo conductor para celebrar que regresamos renovados.

  • Ilustraciones Laura Ospina
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Edición del mes | PUBLICADO EL 04 junio 2023

¿Habrá fronteras en el futuro?

El concepto de ciudadano global viene desde la Revolución Industrial y toma fuerza con las facilidades de este tiempo y los avances tecnológicos. ¿Hasta dónde es posible?

César Augusto Palencia Triana

Una mañana mientras estudiaba en las desafiantes tierras australes, mencioné a los compañeros de clase la idea de tomar un tinto, entre ellos otro colombiano. Como era de esperarse mi compatriota aplaudió la propuesta e, incluso sin rubor alguno, solicitó que fuera extragrande.

Al regresar con la taza en la mano, el aroma me precedió y anticipo los rostros de asombro de las almas atónitas que esperaban en la sala. Luego, uno de ellos se acercó y me preguntó: ¿Fuiste por un tinto? Mi cabeza asintió, mientras mi mano mostraba como un trofeo la taza de café. Frente a este gestó solo atinó a decir: Pensé que llegarías con una copa de vino tinto, ya me parecía raro tomar licor tan temprano.

Soy de los que vive en modo “tinto” todo el día, sea de taza o de copa.

La vida está hecha de malentendidos, diría Juan Villoro en una de sus crónicas, mientras relata con magistral pericia episodios de la vida cotidiana, que más parecerían pasajes de una novela de ficción. El malentendido es el botón de pánico de la interculturalidad, se activa cuando algo no está saliendo bien, puede surgir por diversos motivos como falta de claridad en la comunicación, las diferencias culturales, los estereotipos y prejuicios, que no logran superarse a pesar de encontrarnos cada vez más interconectados a nivel global.

Los fenómenos migratorios traen consigo todo tipo de experiencias, tanto para el anfitrión como para el visitante, bien sea temporal o permanente. Las razones de la migración son diversas y multifactoriales, algunas están motivadas por la búsqueda de oportunidades económicas, otras para reagrupar familias, por estudio o para mejorar las condiciones de vida que no se tienen en el país de origen. Los impactos de la migración son significativos tanto en los lugares de destino como en los de origen, y su comprensión va más allá de la movilidad física de las personas. Con seguridad son las más evidentes, pero no las más trascendentes.

Durante siglos los migrantes han llevado en sus maletas, además de sus motivaciones, comidas, instrumentos y ritmos (musicales como de vida), costumbres y comportamientos que se incorporan a las dinámicas de los lugares de acogida.

Nuestro imperfecto presente vive la interconexión global a una mayor velocidad. Los avances tecnológicos, el transporte más rápido, la globalización de la economía y las comunicaciones más instantáneas han acortado distancias físicas y de interacción. Las ventajas de este proceso de influencia mutua o fusión cultural son palpables en muchos aspectos, especialmente en lo cultural, ambiental, comercial y de las comunicaciones.

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En lo cultural es común tener a disposición expresiones musicales, de la moda o la comida de diferentes regiones del planeta. En lo ambiental, esfuerzos transfronterizos por combatir el cambio climático, la normativa exterior que amplía cobertura y la protección de la biodiversidad lejos de los límites de un país. En lo comercial, la integración de mercados y la expansión del comercio a escala mundial, y en las comunicaciones, los sistemas de comunicación instantánea han acortado la brecha entre personas, posibilitando el intercambio de ideas, de información y de experiencias.

Sin embargo, todavía estamos lejos de la apertura total de fronteras y la convivencia utópica de grupos culturales en unas ciudades globales y habitadas por ciudadanos del mundo. La radicalización de movimientos nacionalistas, las restricciones en el paso de fronteras o las cuotas migratorias son algunas de las manifestaciones de los flujos migratorios humanos que, entre otras, no serán fáciles de superar, de cara a la construcción de una sociedad global.

En los años setenta, la oficina de planeación francesa solicitaba a Wharton School (EE. UU.) un estudio prospectivo sobre la posibilidad de convertir a París en una ciudad global para la década de los ochenta. El estudio en una de sus formulaciones recomendaba “hacer de París menos nacionalista”, porque “en la ciudad global del futuro nadie debe sentirse extranjero”. En otro apartado, del mismo estudio, daba como recomendación “la globalización de los acontecimientos culturales” como por ejemplo la organización de festivales supranacionales de música, gastronomía y arte. Pareciera que la globalización de ciudades y ciudadanos tuviera como consecuencia el alejamiento de los extremos y concentrar la vida en la zona media.

Volviendo a la anécdota de mi vida fuera del país, el tinto define personalidades. La persona que despierta con un tinto en la mañana se carga de energía para su día, otros lo reservan para acompañar su jornada laboral, los hay más avezados que lo convierten en paraguas climático o incluso en una oportunidad para la catarsis social y política y, por qué no, para la actualización y el desahogo laboral. Así como hay otros que no lo toleran o prefieren otras bebidas estimulantes para acompañar sus conversaciones que provienen de diferentes geografías y tradiciones culturales.

No es extraño llegar a una cafetería y encontrar en su oferta gastronómica bebidas como el té, que remonta su origen a China hace más de 4000 años; Mate, originario de América del Sur; Guaraná, con origen en el Amazonas y que ha extendido su consumo como bebida energizante; Chai, bebida originaria de la India. Esas entre otras bebidas que simplemente se incorporan en el mapa de sabores del mundo y que a la hora de conversar (virtual o presencialmente) poco importa su origen. Esta situación se repite en la comida, la ropa que usamos, la tecnología que compramos, la música que escuchamos, los productos que consumimos; su origen es diverso e incluso muy distante.

Sea simbólica o materialmente interactuamos con objetos y espacios que nos hablan de la diversidad cultural del mundo.

El desafío es grupal, pero también personal para ser ciudadano del mundo. Esto implica tener una mentalidad abierta y una actitud de respeto por las creencias, las culturas y las configuraciones de mundo que se dan desde otras nacionalidades. Es reconocer que nuestras acciones y decisiones tienen un impacto que va más allá de las fronteras. El ciudadano del mundo se preocupa y actúa en beneficio de la solución de problemas globales como la pobreza, el cambio climático, la justicia social, la defensa de los derechos humanos, la equidad y la inclusión. Ya consumimos muchos productos del mundo, es hora de incorporar una mentalidad que acompañe acciones cotidianas desde una perspectiva global.

*Doctor en Ciencias Humanas - Diseñador de Experiencias Memorables de Aprendizaje -DEMA para diferentes instituciones públicas como privadas. Investigador y consultor en temas de Creatividad, Innovación, Storytelling y Narrativas Transmedia.

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