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En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Así fue encarnar al poeta, en la película Un poeta, de Simón Mesa
  • Así fue encarnar al poeta, en la película Un poeta, de Simón Mesa
Edición del mes | PUBLICADO EL 15 julio 2025

Así fue encarnar al poeta, en la película Un poeta, de Simón Mesa

El cineasta Simón Mesa conquistó Cannes con la historia de un poeta fracasado, protagonista de una tragedia hilarante; el actor escribió un texto sobre la grabación.

Ubeimar Ríos Gómez / Docente desde hace más de 30 años.

Parto diciendo que de alguna manera actores naturales somos todos, aunque la mayoría no lo saben. Lo que pasa es que no a todos les toca entrar en acción, aprenderse libretos, representar otro personaje.

Las causalidades me llevaron a realizar una audición, y fui elegido para darle sensibilidad y existencia a Oscar Restrepo figura principal de la película Un Poeta, del director Simón Mesa Soto, que próximamente y después de un paso exitoso por el Festival de Cannes se proyectará en las salas de cine colombianas.

No soy pues, actor de profesión, ni fanático del cine, ni conocedor del mismo, veo películas eso sí y en ocasiones río y lloro, pero lo vivido en esta experiencia probablemente sui generis en lo que respecta a mi vida, fue revelador, asunto fenomenológico que me condujo por realidades que hasta el momento eran desconocidas para mí: sesenta personas que de alguna manera (y no estoy alardeando) giraban en torno mío, jornadas de 12 horas de trabajo, hacer cine y hacerlo en 16 milímetros, de lo que se desprende que no había mucho espacio para la equivocación, compartir con actores naturales y profesionales, conocer y valorar este arte.

Participé en más de ciento veinte escenas y no se trató de representarme a mí mismo, valga la redundancia, de ser yo y ya. No. La cosa fue mucho más compleja y complicada. Dos meses de ensayos previos, poner en acción la memoria en su máxima extensión, introducirse en la personalidad del personaje, es decir, no tanto actuarlo sino vivirlo. Debo admitir, que en la medida que fui conociendo a Oscar me iba encariñando con él, pues a pesar de ser un hombre distinto, coincidimos en aspectos de vida: los dos de varias maneras entregados a la poesía, él amante de José Asunción Silva, yo de Arthur Rimbaud, ambos profesores en instituciones de enseñanza media, con hijos, fracasados en literatura, ya que luego de cierto reconocimiento alcanzado en nuestras juventudes nunca más volvió a pasar nada con nosotros; gustadores del licor y otros asuntos que llevaron a que entabláramos una relación de mucha unión, que en varios momentos nos convirtiéramos en uno solo.

Vestir como Oscar, pensar como Oscar, ¡qué cosas! Aún hoy que escribo esta nota, después de ocho meses que fue cuando empecé a deambular en el personaje siento que de alguna manera éste sigue habitando en mí y eso no es del todo muy agradable que digamos, además por sus depresiones, excesos, deseo de suicidio; pero se debe manejar la situación, pues se corre el riesgo de quedarse ahí, y eso ya sería locura.

Así pues, ser actor de Un Poeta fue, de muchas maneras, prestar mi cuerpo y voz a otra sensibilidad podría decirse humana.

A lo largo de todo el proceso (cuatro meses entre noviembre y diciembre de 2024 y enero y febrero del presente) se pasó por dinámicas de formación y autoformación. Hubo dudas, cansancio extremo, lágrimas. Durante el rodaje, en algunas escenas por ejemplo sentía que el cuerpo no me daba, que no podía más; en una de ellas el personal de producción al ver mi estado, literalmente empezaron a hacer barra: ¡Vamos poeta, tú puedes!, ¡poeta, poeta, poeta! Increíblemente el cuerpo y la mente reviven, y se puede terminar con broche de oro ese momento específico. En otra, nos metimos tanto en el asunto de la realidad, que un actor me estaba ahorcando de verdad; la cosa es que un hermano de Yurlady, ofendido porque Óscar la había llevado borracha a la casa, lo estaba buscando para darle su merecido; lo encuentra en la sede de poesía, y ahí es cuando se lanza a ahorcarlo, pero el asunto fue tan real que, al momento del corte salí disparado a vomitar. Temblando y llorando por unos instantes, y después todo se convirtió en risa.

A propósito de humor, en una oportunidad, mientras nos preparábamos para rodar una escena, Teresita, madre de Oscar, con más de ochenta años y confundida entre la realidad y la ficción, le dice: “Osquitar, a mí cómo que me está gustando esto, ¿será que nos dan otra oportunidad?” fue algo muy divertido, pero también con una gran enseñanza.

Anécdotas hay muchas, no se trata aquí de contarlas todas. De lo que, si hay que hablar, es que asumí una postura de escuchar y seguir absolutamente todas las recomendaciones del director, es decir, me dejé dirigir. Creo que eso fue primordial en el resultado final, fue difícil si, ya que penetrar y asumir todos los infortunios que le suceden a Óscar de principio a fin: el desempleo prolongado, la enfermedad de su madre, el alcoholismo extremo, su matrimonio fracasado, el desamor de su hija etc. No fue tarea fácil.

De todas maneras y debido a mi falta de academia en actuación, me entraban temores y dudas: ¿seré capaz con todo eso?, ¿el papel me quedará grande?, ¿la presión me romperá? Y es ahí cuando aparece la grandeza del director diciendo: “usted no se tiene que preocupar por hacer muy, muy bien las cosas, sino estar tranquilo y dispuesto”, “usted tiene que pensar que este papel es suyo, y no de otro”. Y es que ser actor de Un poeta, brindó la posibilidad de conocer gente maravillosa. Desde que en un abrir y cerrar de ojos me tocó asumir este rol, trate de poner en juego una estrategia, para salir avante, no sé si me entenderán: apoyarme mentalmente de todos los que me han rodeado; familia, estudiantes, compañeros docentes de trabajo, amigos, y equipo de producción. Con quien me encontrara en la calle, hablaba al respecto; inclusive conseguí un amigo con el que ensayaba en las noches las escenas que correspondían al próximo día. Así sentía que tenía mucha ayuda para llevar a cabo esta responsabilidad, pues en este gran esfuerzo, hasta la relación con uno mismo cambia ya que llegan otros hábitos, otras prácticas, otras lecturas, otras urgencias de pensamiento y en ese orden de ideas me hacía muy bien pensar que muchos estaban empujando “el barco”.

Gracias al trabajo mancomunado entonces, logramos triunfar en Cannes y me llena de emoción los recuerdos que aparecen en la mente y que pudieron ser sentidos, gracias a esta experiencia actoral. Vi por primera vez la película en la premier internacional, justamente allí en esta localidad al sur de Francia. Y lo presenciado fue simplemente impresionante y espectacular: la ovación durante aproximadamente diez minutos al terminar la función, la deferencia de los europeos con el director, la parafernalia en torno al festival, los comentarios recibidos en la calle, las palabras de los críticos de cine, la reunión de diversas culturas en torno al festival, y otros asuntos que no es del caso ventilar.

Leí y escuche varios comentarios con relación a Óscar Restrepo, por ejemplo: “sus ojos, parecen de perro viejo que no busca caricias, pero tampoco ladra”, “...que personaje tan fastidioso, tan inmaduro, tan insoportable, ¡ese soy yo!”, “su ser parece de rata enjaulada”; expresiones van y vienen la gran mayoría sacándonos muy bien librados. Es el momento de resaltar las actuaciones de Rebeca Andrade y Allison quienes representan a Yurlady y Daniela estudiante e hija de Oscar respectivamente. Que súper talento el de estas niñas, que siempre pusieron el nivel muy alto, y de alguna manera me obligaban a prepararme, a trabajar más. La prensa y el público en general, preguntaban mucho por ellas, además decían que el casting fue sensacional.

Hubo mucho compromiso del elenco de actores hasta el punto que logramos entrar en cierta familiaridad.

Si ven la película (qué es la idea) podrán darse cuenta que increíblemente encontramos personajes, desde niño de brazos, otros menores, hasta personas de la tercera edad; fue tremenda esa unión de generaciones, y fantástica la manera como el director armonizaba todo. ¿Se imaginan, niños de tres, cuatro y cinco años, entrando en escena? que locura, pero se hacía y las cosas funcionaban.

Ahora bien, lo que está sucediendo después del rodaje y luego de llegar del extranjero es algo un poco extraño para quien escribe este texto, ya que no acostumbraba dar entrevistas para radio, televisión, prensa, redes sociales; también he escrito columnas para revistas y periódicos y esto me llena de motivación.

Lo que sigue a continuación es incierto; no sé si la vida me cambiará radicalmente, tampoco estoy seguro de que se me abran otras puertas, lo que si me han dicho desde la producción es que se vienen algunos viajas tanto a nivel nacional como internacional a diversos festivales y demás; esperemos a ver qué pasa, por ahora sigo trabajando como profesor, función en la que llevo tres décadas.

Así las cosas, y como lo expresaba en otra tribuna, asumí el rol protagónico en la película Un Poeta con una concentración absoluta, metido cien por ciento en el personaje, entendiendo la importancia de los otros, estudiando y compartiendo, aprendiendo, dejándome llevar por los que saben.

Me importan los míos, en mi país. Escríbanme cuando la vean ubefilor@gmail.com

Hasta pronto y gracias.

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