Lila tiene el pelo con el color de su nombre y un vestido blanco que amarra con un cinturón verde del que se desprende una bolsa. Usa botas, igual, verdosas. La niña es la protagonista de El libro de Lila, una historia animada hecha en Colombia.
Sus creadoras son las gemelas payanesas Marcela y Maritza Rincón González, comunicadoras de la Universidad de Antioquia.
El cine colombiano se ha nutrido de los géneros de la comedia y el drama en los últimos años. Del cine animado colombiano hay pocas referencias: El Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica, Proimágenes Colombia, registra en sus páginas ocho largometrajes animados de estreno nacional desde 1978 hasta la fecha. El proyecto de estas hermanas es el único filme animado presentado en 2017.
Su estreno, el pasado 28 de septiembre, resume un trabajo de más de ocho años. Marcela conversó con EL COLOMBIANO.
¿Por qué dedicarse al cine y no al periodismo?
“Salimos de la Universidad de Antioquia, yo en 2000 y Maritza, en 2001, y regresamos a Cali. Allí empezó todo el tema de la nueva ola de cineastas de la ciudad y empezamos a trabajar en proyectos ajenos. Luego, decidimos emprender con nuestra productora, Fosfenos Media. Llevamos ya 12 años. Siempre nos gustó el tema infantil y fuimos encontrando un camino para el contenido de producciones para niños. Primero fue un corto y luego la serie Guillermina y Candelario, que se ganó el India Catalina. En paralelo inició el proyecto de la película”.
¿Fue un reto atreverse a hacer cine animado?
“Mucho trabajo. Si hacer cine en Colombia es difícil, con el animado todo se complica”.
¿Cómo fue el proceso?
“Formamos el equipo poco a poco. Teníamos claro que queríamos hacerlo con todas las de la ley. El diseño de personajes se hizo en Uruguay, luego usamos el software con el que trabajan los grandes estudios, vino un entrenador de Canadá para capacitar al equipo”.
Es animación en 2D...
“Sí, quisimos hacer la cinta en 2D, lo que se llama cuadro a cuadro, es la tradicional. Lo único diferente fue que no se hizo en papel. Los dibujos se hicieron en tabletas y de ahí al software, pero igual fueron 64 mil dibujos. El resultado de dos años de trabajo de cerca de 40 artistas, ilustradores, animadores y dibujantes”.
¿Cómo no perder el norte?
“El trabajo estuvo lleno de altibajos y dificultades. Valió mucho la terquedad y persistencia nuestra, queríamos lograrlo y sacarlo como fuera. A partir de Guillermina y Candelario conformamos un equipo que se ha convertido en una familia, y El libro de Lila en un sueño colectivo”