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¡Tire el teclado y vuelva a los cuadernos!

Parece obvio, pero no lo es: este objeto y la toma de notas ayudan a aprender y a desarrollar el cerebro.

  • ilustración Elena ospina
    ilustración Elena ospina
06 de marzo de 2018
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Una de las emociones más grandes que tienen los estudiantes es la de estrenar cuaderno. Escribir en la primera hoja, limpia y tersa, con ese bloque sólido de papel soportando el trazo, produce tanto placer que mueve a quien lo vive a esmerarse por no garrapatear demasiado sino, por el contrario, a hacer una escritura lo más pulida que puede.

Con talante místico, se le vuelve un drama, casi una tragedia, la idea de arrancarle una hoja. Hasta tachar los errores parece un acto de profanación, que pesa en el espíritu, al menos por un rato.

Ese misticismo se va perdiendo a medida que se va gastando y su presencia se vuelve tan natural que le vamos tomando confianza, como a un amigo viejo.

Estas escenas cotidianas y sencillas no suman más de cien años. El cuaderno no tiene ni siquiera un siglo de existencia, y algunos ven cercana su desaparición, al ser remplazado por instrumentos digitales que pueden cumplir con algunas de sus funciones.

Esa herramienta de estudio está ligada, claro está, al lápiz y al bolígrafo, por una parte, y a la toma de notas, una técnica pedagógica, por la otra.

Ahora sí, las preguntas

El cuaderno es una herramienta que enseña a organizar la información y la toma de notas ayuda a formar memoria y a elaborar ideas porque lo que uno oye lo trasforma en el cerebro y lo escribe con sus palabras o con esquemas, mapas y dibujitos, que uno entiende.

Para la psicóloga Victoria Palacio, profesora de la facultad de Psicología Social y Cultural de la Institución Universitaria de Envigado, más que el cuaderno o el soporte que se utilice, lo importante es la toma de notas.

“Aprender debe entenderse con su sinónimo de aprehender, que es agarrar y retener. En este caso, agarrar información”. Esta idea está vinculada a la memoria. La experta explica que los humanos tenemos diferentes tipos: una a corto plazo y otra a largo.

La primera, llamada también primaria o activa, permite retener información por un breve período de tiempo, “unos dos o tres minutos”, en tanto que la de largo, conocida como inactiva o secundaria, es la que mantiene recuerdos para toda la vida.

Victoria precisa que con la toma de nota se desarrollan ambas: la primera porque obliga a retener la información mientras se escribe y la segunda porque a partir de los apuntes, se puede leer después —o lo que se llama en el estudio, repasar— y esas ideas se van yendo para la memoria de las cosas permanentes.

“A veces, cuando algo nos impacta demasiado, se aloja de una vez en la memoria de largo plazo”.

Al usar el cuaderno, junto al lápiz o bolígrafo, se aprende más y mejor, porque se usa la memoria para retener la información, como dice Victoria, y la inteligencia para transformar y resumir y, después, para escribirlo en el cuaderno con sus palabras, ya que no puede copiar literalmente lo que dice el profesor, porque no le da tiempo de seguirle el ritmo y se atrasa.

Esta psicóloga cree que no es conveniente que los profesores en los colegios obliguen a tomar notas, sino que debe ser un ejercicio libre, basado en la iniciativa de los alumnos.

Para ello, recomienda que a los estudiantes les enseñen a hacer cuadros sinópticos, dibujos y otros esquemas, que les sirvan como ayudas mnemotécnicas.

Su efectividad, sostiene la psicóloga, se debe a que “la mente graba más fácil las imágenes que las palabras”.

En cuanto al cuaderno, ella indica que no importa si es una libreta, una agenda o las herramientas digitales. Las importantes son las anotaciones. Son primordiales en todas las épocas de la vida.

Más allá de la memoria

María Cristina Muñoz Mejía, licenciada en Educación Preescolar y máster en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil, está convencida de que la escritura en cuaderno exige una presión, una fuerza, que no la requiere el computador.

Cree que el cuaderno debe acompañar a las personas en general. “La toma de nota implica un trabajo doble porque lo que se oye o lee llega al cerebro, se transforma, se compara con otras ideas que se tienen y sale convertido en una construcción propia”.

Eso es parecido a lo que dice la maestra Lucila González de Chaves, la autora de la serie de libros de Español y literatura. Ella, que enseñó a estudiantes de primero de primaria a undécimo, y también en la universidad, comenta: “Estoy convencida del valor de tomar notas. Porque desarrolla la responsabilidad de los alumnos frente al asunto del aprendizaje”.

Explica que los estudiantes creen que van a la escuela, al colegio o a la universidad, a recibir. No sabe o no le han enseñado que allí debe también retribuir.

Al escribir en el cuaderno, el alumno da de su parte, porque transforma el conocimiento.

La psicóloga Holena Klimenco, de la Institución Universitaria de Envigado, lamenta que hoy vivamos en la cultura del menor esfuerzo intelectual y, como existe la creencia de que “todo está en Internet”, los estudiantes están abandonando la toma de notas por la técnica del “copie y pegue”.

Destaca otra utilidad de este objeto: “hace que el alumno se esfuerce por escribir correctamente, es decir, que se esmere por la ortografía y la caligrafía. Si vemos los cuadernos de los genios, como los físicos —continúa hablando Holena—, nos encontramos con dibujos, esquemas, flechas y otras formas gráficas de representar las ideas”.

La síntesis a este escrito la brinda Lucila González de Chaves: “Es mejor que el alumno tome nota y no se la pase ahí, sentado y pasivo, como una momia”.

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