J osé Gándara trabajaba en un hospital psiquiátrico, cubriendo el turno de la noche. Allí, en medio de los gritos de los pacientes y la poca cordura cotidiana del sitio, leía a Don Quijote de la Mancha. Entonces los pacientes se acercaban a él y le decían que estaba en el lugar ideal para estar leyendo ese libro. Él se reía, pero también recordaba.
Hacía un par de años, José había hecho un viaje en bicicleta a través de una ruta que recorría los principales pueblos de Castilla de La Mancha que se nombran en el libro de Cervantes. “En medio de ese lugar tan loco donde estaba trabajando y recordando esos momentos de mi viaje, pensaba que tenía que volver hacer esa ruta una vez más. Pero de manera diferente” recuerda.
Entonces, en el primer semestre de 2015, tomó una decisión: “Dejar el trabajo para vestirme de Quijote e irme a recorrer La Mancha”.
Aunque conseguir trabajo en España estaba cada vez más difícil y a él le pagaban bastante bien, decidió que iba a estar solo dos meses más en su cargo. “Cuando acababa mi turno, llegaba a mi casa y empezaba a buscar en Google cosas como: ‘cómo hacer una armadura’, ¡y era maravilloso!,” dice, aún impresionado.
Él, que nunca en su vida había cogido una herramienta, diseñó un casco con una ensaladera y un escudo con una bandeja de aluminio.
Así, en julio, renunció a su trabajo y empezó la aventura de seguir los pasos del libro de Cervantes. “Estaba en el primer hotel y toda la ropa que tenía era del Don Quijote. Ahora quedaba ir a hacia la calle, pero pasé dos horas intentando salir del hotel. La gente me miraba y me decía: ¿Madre mía, qué estás haciendo?”, recuerda José. Para él no había ningún objetivo en esto, solo necesitaba un cambio de aires y reírse un poco de sí mismo.
José partió solo, sin siquiera un Sancho que hiciese la veces de escudero. “A Sancho lo tenía de baja laboral, que ahora con los sindicatos se me ha modernizado...” le explica a uno de sus casi 4000 seguidores en Instagram, cuando le preguntan por él. Lo que sí se llevó fue la cámara.
Eso sí, conquistar las redes sociales nunca fue un objetivo para Gándara. Él quería gozarse su viaje y ya. Pero al regresar, se dio cuenta de que tenía un poderoso material fotográfico, así que empezó a publicar. La respuesta fue increíble.
Así lo cuenta él: “Instagram me encantaba, entonces dije ‘voy a hacer una cuenta con esto que está como gracioso’, pero sin ningún ánimo de nada”. Y creó la cuenta @traslospasosdelquijote.
Su relato en esta red pronto llegará a su final, cuando por fin publique su llegada al Toboso y se postre ante su amada Dulcinea.
El hidalgo que tuitea
Hace un poco más de dos años, el español Diego Buendía pasó una semana con fiebre muy alta. En ese estado de duermevela, en el que no sabía si estaba en la realidad o en la ficción, se le ocurrió pensar que Cervantes tenía Twitter y que en las redes sociales se publicaban sus novelas.
Se recuperó pronto, pero el tema no se le pasó de la cabeza. ¿Por qué no publicar el Quijote en Twitter?
Como Diego tenía educación de ingeniero y programador, y había trabajado durante 30 años en ese tema, diseñó un algoritmo en menos de una semana. El tiempo libre se lo dio su prejubilación. “Lo primero fue coger mil páginas de texto, tomar de a 180 caracteres del texto e ir quitando palabras hasta que me dieran 140...” explica.
Y entonces apareció el número 17.000. Es decir, si se dividía el texto completo entre tuits, daba exactamente ese número. “Alguna cifra tenía que salir, pero fue extraño que saliera uno redondo. Eso fue una señal divina, como cuando se ilumina el cielo y salen angelitos cantando aleluya,” dice, entre risas.
Publicar la novela completa, mandando un tuit cada hora, tomaría 599 días. Entonces, Diego quiso calcular qué día terminaría si comenzaba el 1 de septiembre de 2014. Ahí ocurrió la segunda casualidad: la novela acabaría a las 12 del día del centenario 400 de la muerte del escritor, es decir, el 22 de abril de 2016. Diego lo define como una concatenación de felices coincidencias.
La reacción de la gente fue una sorpresa. Corrió la voz desde La Mancha y en cosa de días, salió reseñado en notas de prensa en diferentes partes del mundo. Al cabo de tres días, la cuenta @elquijote1605 tenía 7 mil seguidores, hoy son casi 15 mil.
“Aunque comenzó como un chiste de informáticos, es cierto que descubrí la obra, entendí el amor que sienten por la obra de Cervantes. Lo he disfrutado mucho más, porque es un libro que hay que leerlo muy despacio. Así sacas las verdaderas joyas”.
Un mes antes de terminar, Diego anunció una locura más: publicaría el último tuit desde los molinos de viento. Como había toda una emoción por el tema, le hicieron un comité de recepción en Alcázar de San Juan, el pueblo quería ver cómo se publicaba el tuit final.
“Me recibieron como... como si hubiera sido el Papa. Allí fue que pensé que uno al final no se acuerda de los días rutinarios, sino de las locuras que hizo. Y es que el Quijote hacía cosas locas como esta, y mire cómo de famoso se volvió,” explica.
Ahora que ha terminado, Diego trabajará para mejorar el algoritmo y publicar nuevos libros, como Cien años de soledad. “Es la historia de los Buendía y yo soy Diego Buendía, no estaría mal. Otra feliz coincidencia,” comenta.
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