viernes
7 y 9
7 y 9
La misión técnica del FMI que visitó Colombia para el examen anual del comportamiento de la economía dejó plasmado en su declaración de la semana pasada, un adelanto de lo que será su informe definitivo de mayo.
En términos generales, la misión del FMI encontró una economía resistente y en plena expansión: el crecimiento se está recuperando impulsado por la demanda interna. En esas condiciones, el organismo internacional espera una tasa de crecimiento de 3,5 % para 2019, gracias al moderado apoyo de la política monetaria, la menor carga tributaria a las empresas y un mayor gasto fiscal. Esos buenos vientos de cola permiten que la inversión de las empresas se despabile después de un largo período de letargo.
Es conveniente agregar que el aumento en la disponibilidad de crédito debe ayudar a consolidar la recuperación y que el control de la inflación, por parte del Banco de la República, contribuye a un buen ambiente macroeconómico, la reducción de la incertidumbre y mejores condiciones para emprender proyectos de largo plazo. La economía colombiana está lo suficientemente fuerte para enfrentar una demanda externa no muy dinámica y una alta volatilidad de los precios del petróleo.
El FMI percibe, en todo caso, sombras en ese panorama y serios desafíos en el mediano plazo. Una preocupación grande está relacionada con la ampliación de los desequilibrios externos (comercial y cuenta corriente). El repunte de la economía ha estado acompañado del aumento de las importaciones y, ante unas exportaciones poco dinámicas, de la profundización del déficit comercial. De otro lado, si bien hasta ahora el déficit en cuenta corriente ha podido financiarse gracias a la inversión extranjera y a los flujos de inversiones de portafolio, con una economía mundial en desaceleración, esta es una alternativa improbable en el futuro cercano. En esas condiciones, las autoridades económicas deberán hacer un gran esfuerzo para consolidar el ajuste de las cuentas externas.
La entidad considera que también debe reducirse el déficit fiscal y, en el futuro, definirse medidas estructurales para el ingreso y el gasto. En el punto del ingreso, una futura reforma tributaria debe elevar gradualmente el recaudo tributario en 2-3 % del PIB con instrumentos como la simplificación tributaria (con eliminación de exenciones), ampliar la base para las personas naturales y el IVA, y mejorar en la eficiencia de la administración y del recaudo tributario. El gasto debe ser más eficiente con una mejor orientación de los subsidios energéticos y una mejor selección de los proyectos a ser financiados con inversión pública.
El comunicado deja entrever que el gobierno estaría pensando invocar la cláusula de escape de la regla fiscal por los efectos que sobre el gasto público tiene la migración venezolana. No es esta una recomendación del FMI, pero tampoco se opone, advierte, eso sí, que la flexibilización de la regla debe hacerse con condiciones estrictas para salvaguardar el Marco Fiscal de Mediano Plazo, el plan de ruta del gobierno.
Así las cosas, el FMI reitera que la recuperación de la economía es un hecho, pero en el mediano plazo enfrenta desafíos de diferente orden. La novedad es la reflexión sobre el impacto que está teniendo la migración venezolana sobre las cuentas del gobierno. Utilizar la cláusula es riesgoso y debe tenerse claridad en cuanto puede ser al alejamiento de las metas de la regla fiscal y cómo volver a ellas.