Colombia cuenta con diferentes categorías de áreas protegidas que conforman el Sinap y que suman 14.268.224 hectáreas. Estas áreas han sido elegidas por contener diversos ecosistemas, que son representativos de otros existentes fuera de ellas, aquí se encuentran resguardadas y protegidas numerosas especies animales y vegetales interactuando entre sí y con los elementos abióticos de diferentes territorios.
Añadirle cerca de 1.600.000 hectáreas, sustrayéndolas de proyectos mineros y de obras civiles necesarias para el desarrollo económico del país es un despropósito para satisfacer grupos de presión ambientalistas nacionales e internacionales, que se olvidan que la pobreza y el subdesarrollo conducen al despilfarro y pésima utilización de estos recursos.
Más áreas, representa mayores recursos para su cuidado, estudio y control, no diluyamos el escaso presupuesto, ni los pocos recursos humanos, para que, por medio de proyectos de investigación, podamos convertir esa gran “riqueza de biodiversidad” en riqueza práctica y tangible. Los recursos de conservación pueden invertirse en investigación y educación que permita utilizar estas áreas para el desarrollo, conservando la estructura y función en la naturaleza, y magnificando sus servicios ecosistémicos.
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